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La Copa Libertadores de América se ha convertido en un martirio constante para los equipos colombianos, con muy contadas excepciones. Salvo el título de Nacional en 2016 y la meritoria actuación del Pereira el año pasado, rescatar algo es muy complicado. Para la edición 2024, solamente sobrevivió a la fase de grupos el Junior de Barranquilla, de los cuatro clasificados al evento. Ni Millonarios, ni Nacional, ni Águilas Doradas pudieron llegar a sentir la verdadera competición que es a partir de octavos de final. Nacional y Águilas perdieron en las fases previas.
Millos quedó instalado en un grupo difícil pero tampoco imposible. Le correspondió el E, con Flamengo de Brasil, Bolívar de La Paz, Bolivia, y Palestino de Chile. Para no entrar en detalles dolorosos para los hinchas azules, solo logró 3 puntos, no le pudo ganar siquiera al más débil de todos, Palestino, y no le alcanzó tampoco para caer a la Sudamericana.
Junior hizo parte del D, más fuerte en teoría, con Liga de Quito de Ecuador, Botafogo de Brasil y Universitario de Perú. Sin ganar de local, se movió bien de visitante y logró pasar primero.
Lo de Nacional no resiste siquiera ser analizado, por su estirpe e historia en la competición. Fue una vergüenza, y lo de Millonarios, a pesar de que casi siempre le va mal en Libertadores, fue muy discreto. Al menos debió sobrarle para disputar la tercera plaza, y ni para eso le dio. De Águilas no se esperaba mucho y, en medio de todo, por lo menos perdió su serie a los penales.
Toda esperanza quedaba puesta en los “tiburones” que, al mando de Arturo Reyes, habían sido favorecidos con un rival normal, y uno de los peores de la primera fase, Colo Colo. El “Indio” fue campeón de esta competencia en 1991, pero hace rato que el fútbol chileno no es protagonista y, además, su clasificación a esta instancia fue casi que inesperada, por lo mal que jugó. En la ida, que se termina perdiendo por la mínima diferencia, quedó la sensación de que se pudo hacer más, lo mismo que en la definición en el Metropolitano. En términos ofensivos, Junior desperdició casi siete oportunidades de gol, esa palabra que tanto nos cuesta encontrar en este tipo de instancias.
En Barranquilla había que salir a remontar, con toda la actitud y la confianza que le daba una hinchada dolida desde hace un tiempo pero presente al fin y al cabo. Pero pasó lo de siempre, la bendita falta de atención sumada a la falta de actitud absolutamente imperdonable. El gol que tenía que marcar primero el local, lo consiguió el visitante. Ahí siempre fallamos. Si vas 0-1 en la serie, no te pueden empezar ganando y menos en casa. Pero parece calcado, como si el destino estuviera ya escrito para los equipos colombianos. Llamamos la desgracia, la abrazamos y allí nos quedamos. Así se haya empatado antes de finalizar el encuentro, el partido estaba contaminado de desconfianza y no se pudo hacer otro tanto ni evitar el segundo de un rival. En serio que me siento escribiendo lo mismo de siempre con nuestros clubes. Perdón si soy tan repetitivo, pero ¿hasta cuándo lo mismo? Ya perdemos siempre con brasileños y argentinos, que es hasta normal, pero ahora súmele Ecuador, Paraguay y Chile. Con razón Lorenzo dijo que no se podía mirar la liga colombiana para alimentar la selección. Ojalá el DIM saque la cara en la Sudamericana.
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