Las categorías menores siempre han sido difíciles de predecir gracias a esa maravillosa condición de la juventud por su misma esencia, de poder lograr cualquier cosa, pero al mismo tiempo, y desde luego muy entendible, mandar todo a la quinta porra en dos minutos. Por eso el que diga lleno de arrogancia que era esperada la gran actuación de la selección femenina sub-17 en el Mundial de la India engaña sin ningún empacho. Estamos disfrutando de un sueño que siempre tuvimos y que se está haciendo realidad. Tener a Linda Caicedo es una gran ventaja, pero llegar a la última instancia de una competición FIFA es el resultado de muchos factores. Está de moda, entre otras cosas para ganar likes y ejercitar demagogia, despedazar a la Federación Colombiana de Fútbol, a la Dimayor, a la Difútbol y de cachete a la selección masculina de mayores antes que hablar de la pelota y de las bondades de estas señoritas, pero en esta columna le advierto, estimado lector, no va a ser así.
Quiero evidenciar mi esperanza de que se pueda lograr el título iniciando por el rival que nos correspondió. España tiene muchas virtudes, pero también demostró inconsistencias defensivas, plenamente conocidas por nuestras dilectas representantes. Uno de los grandes inconvenientes en un evento como este es que muchas veces se llega a conocer al rival en la cancha, pero en este caso ya las enfrentamos. Las ibéricas nos derrotaron en la primera fecha, pero a punta del juego fuerte y de aprovecharse del miedo escénico que afectó más a la tricolor. Le pegaron tanto a Linda, que la hicieron salir por unos minutos de la cancha y regresó con la cabeza en otro lado. Es decir, ganaron, pero no sufrieron a la mejor jugadora del mundo en esa categoría en plenitud.
Si algo ha demostrado Carlos Paniagua es astucia para plantear los partidos y tendrá claro que debe imprimirle más movilidad al equipo para evitar el choque y proteger a la número 11. Este seleccionado ha tenido, además de calidad en los pies de jugadoras como Hernández, Rodríguez y Guzmán, liderazgo y fortaleza en la pareja de centrales, Álvarez y Perlaza, y la seguridad de una portera muy bien fundamentada como Agudelo. Desde el Suramericano se les notaba el ADN que nos gusta tanto e imprimen su sello en cada actuación. Es un plantel con personalidad, con una idea clara y definida, a pesar de que todavía no llegan a su mayoría de edad. Líneas cortas, presión alta o media, según las circunstancias y el buen manejo del balón para garantizar trámite interior y transiciones precisas.
Ya han conseguido más que todas nuestras representaciones, pero están cerca de la gloria completa. Si logran controlar los nervios correspondientes y no caen en la trampa que van a proponer las europeas de llevarlas al mano a mano, la final se puede conquistar y con honores. Hay cómo superar a las rivales y seguir enamorando a los incrédulos del potencial de esta patria llena de talento y buenas expectativas.
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