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Independientemente de si el formato de la liga colombiana es bueno o malo, pues cada quien tendrá sus argumentos para justificar lo uno o lo otro, es evidente que hay dos equipos que han sabido descifrar bien cómo es que se gana en estas condiciones. Nacional y Júnior son los clubes que más títulos han ganado desde que se disputa esta modalidad, a comienzos de siglo, y con ventaja considerable sobre los demás.
En los dos casos hay similitudes al analizar lo que han hecho para lograrlo, pero resulta apropiado centrarnos en el campeón actual: Júnior de Barranquilla. Que tire la primera piedra el que no criticó fuertemente la manera de hacer las cosas del equipo de los Char este año. Comenzaron con Arturo Reyes como entrenador y lo cambiaron porque iba a mitad de tabla en la primera liga. Llevaron al experimentado Bolillo Gómez y lo sacaron porque iba de último a mitad de la segunda liga. Volvieron a llevar a Reyes para que arreglara el asunto y al final quedó campeón. Esto no les cabe en la cabeza a quienes definen la palabra “proceso” como tener en el banco al mismo entrenador durante un período prolongado. Dicen que lo de Júnior es cuestión de suerte.
Hay una serie de elementos en común a lo largo de la historia ganadora de Júnior. Desde tiempos de José Varacka, que fue el primer DT campeón con los tiburones, por allá en el 77, y fue y volvió cuatro veces, pasando por el Zurdo López y Julio Comesaña hasta Arturo Reyes. Los cuatro hablaron maravillas de sus jefes siempre, a pesar de sus constantes despidos y regresos. Las partes saben que en Barranquilla el DT depende enteramente de resultados inmediatos, y una liga semestral como la nuestra exige éxitos a corto plazo.
En Júnior ponen énfasis en contar con una buena base de jugadores del Caribe, que se identifican con una manera de vivir, de sentir el fútbol y la vida misma, que rodean a un gran arquero y a un goleador con pergaminos. Desde Passo y Valenciano hasta Mele y Bacca, pasando por Viera y Teo. Los diez títulos de los tiburones tienen en común que siempre invirtieron, con chequera abierta, en el uno y el nueve.
Lo otro es que Júnior, campeón de torneos cortos, casi nunca llegó a los cuadrangulares en la parte alta de la tabla. Tienen claro que hay que llegar entre los ocho a las finales y ahí sí acelerar. Eso se logra haciendo respetar la localía. Esta vez, por ejemplo, ganaron sus tres partidos de cuadrangulares y el de la final en el Metropolitano.
Por si fuera poco, su proyecto es autosostenible. Luis Díaz, Carlos Bacca, Teo Gutiérrez y Víctor Cantillo, entre otros, le han dejado grandes sumas a las arcas de la institución. Lo de Díaz aseguró la producción de varios años atrás y la de algunos por delante.
Entonces lo de Júnior no es cuestión de suerte. Hay un método y una estrategia clara. Que a algunos no les guste es otra cosa.