Juan Fernando Quintero nos regaló el jueves pasado otro de esos momentos que nos recuerdan su estatus de genio del fútbol. Con dos goles decisivos, llevó a Racing a vencer al Corinthians en la Copa Sudamericana y lo devolvió a una final continental después de 32 años. Su calidad en el juego, su visión y su inteligencia en la cancha volvieron a encender el debate sobre por qué un talento tan evidente no se traduce en una presencia constante en la titularidad.
A lo largo de su carrera, “Juanfer” ha acumulado momentos memorables. Recordemos su gol con River Plate en la final de la Copa Libertadores de 2018 contra Boca Juniors, en el Santiago Bernabéu, un partido épico que quedó marcado en la historia del fútbol suramericano. Además, “Juanfer” ha tenido el privilegio de lucirse en dos Copas del Mundo, anotando goles para Colombia en Brasil 2014 y Rusia 2018. Su habilidad para aparecer en los grandes escenarios es innegable, y cuando tiene su día, pocos logran igualarlo.
Pero hay una paradoja en su carrera. A pesar de sus hazañas y de su capacidad para cambiar el curso de un partido, Quintero ha sido suplente en muchos de los clubes en los que ha jugado. Y en la selección de Colombia no parece ser diferente. La pregunta inevitable es: ¿por qué? ¿Por qué un jugador con sus características no es titular, o al menos el reemplazo natural de James Rodríguez cuando este no está en el campo? En el sistema de Lorenzo, su creatividad podría aportar esa dosis de sorpresa y claridad en el medio campo, pero el técnico parece preferir opciones más conservadoras.
¿Será que “Juanfer” es un lujo que los entrenadores solo consideran cuando el partido necesita un toque de genialidad? ¿O su irregularidad física y ritmo son un factor determinante? La historia de Quintero es la de un jugador cuyo talento es tan evidente como su carácter especial. Tal vez no tiene la consistencia que se espera de un titular, pero su capacidad para aparecer en los momentos decisivos lo convierte en una joya única. Ojalá podamos verlo más en la cancha, tanto en Racing como en la selección, para seguir disfrutando de la magia de un jugador que parece haber nacido para los grandes escenarios.
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Juan Fernando Quintero nos regaló el jueves pasado otro de esos momentos que nos recuerdan su estatus de genio del fútbol. Con dos goles decisivos, llevó a Racing a vencer al Corinthians en la Copa Sudamericana y lo devolvió a una final continental después de 32 años. Su calidad en el juego, su visión y su inteligencia en la cancha volvieron a encender el debate sobre por qué un talento tan evidente no se traduce en una presencia constante en la titularidad.
A lo largo de su carrera, “Juanfer” ha acumulado momentos memorables. Recordemos su gol con River Plate en la final de la Copa Libertadores de 2018 contra Boca Juniors, en el Santiago Bernabéu, un partido épico que quedó marcado en la historia del fútbol suramericano. Además, “Juanfer” ha tenido el privilegio de lucirse en dos Copas del Mundo, anotando goles para Colombia en Brasil 2014 y Rusia 2018. Su habilidad para aparecer en los grandes escenarios es innegable, y cuando tiene su día, pocos logran igualarlo.
Pero hay una paradoja en su carrera. A pesar de sus hazañas y de su capacidad para cambiar el curso de un partido, Quintero ha sido suplente en muchos de los clubes en los que ha jugado. Y en la selección de Colombia no parece ser diferente. La pregunta inevitable es: ¿por qué? ¿Por qué un jugador con sus características no es titular, o al menos el reemplazo natural de James Rodríguez cuando este no está en el campo? En el sistema de Lorenzo, su creatividad podría aportar esa dosis de sorpresa y claridad en el medio campo, pero el técnico parece preferir opciones más conservadoras.
¿Será que “Juanfer” es un lujo que los entrenadores solo consideran cuando el partido necesita un toque de genialidad? ¿O su irregularidad física y ritmo son un factor determinante? La historia de Quintero es la de un jugador cuyo talento es tan evidente como su carácter especial. Tal vez no tiene la consistencia que se espera de un titular, pero su capacidad para aparecer en los momentos decisivos lo convierte en una joya única. Ojalá podamos verlo más en la cancha, tanto en Racing como en la selección, para seguir disfrutando de la magia de un jugador que parece haber nacido para los grandes escenarios.
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