En el mundo del fútbol las diferencias económicas entre los ricos y los pobres son cada vez más acentuadas y la cosa no tiene reversa.
Millonarios, uno de los más pudientes clubes del país, intentó ir por Falcao, el jugador mostró disposición, las dos partes hicieron su mejor esfuerzo pero la propuesta económica no corresponde con lo que el tigre, sin cambiar de equipo, se va a ganar en sus últimos años como futbolista y eso se debe respetar. El campeón de Colombia estaba dispuesto a hacer la contratación más costosa de su historia, no se pudo.
Juan Fernando Quintero se va de Junior porque se molestó con su entrenador y el dueño, que habitualmente ha estado del lado de los futbolistas antes que del técnico de turno, lo dejó ir. La verdad es que don Fuad debió sentir alivio porque lo que estaba pagando por un muy buen futbolista como lo es Juanfer no resultaba rentable para el club desde ningún punto de vista.
Es que no es solamente lo que cuesta un jugador de esos. Finalmente, a Juanfer le estaban pagando lo que acordaron las partes. También es el entorno que los rodea. Desde la estructura del club en donde entrenan hasta los estadios a donde tienen que ir a jugar. No es un secreto que ir a la cancha de Tunja, Neiva o Pasto es retador para un futbolista de élite mundial. No es fácil que se sientan seguros en el país que nos toca vivir y sus familias no ven con buenos ojos un regreso a su patria.
En casos como el de Falcao, ya en el final de su carrera, nada asegura su presencia a un nivel óptimo desde lo físico lo que hace altamente riesgosa cualquier inversión. En otros como el de Juanfer venir a Colombia significa prácticamente perderse para una liga de mayor poder como la brasileña, al menos en equipos de élite.
Tampoco resulta estratégico gastarse toda la plata en jugadores de ese corte cuando la realidad de nuestro fútbol es que quien quiera competir en la parte alta de la tabla debe, además de conquistar títulos para ir a cobrar premios en torneos internacionales, producir jugadores para vender en el exterior y esa estructura bien ejecutada requiere de sedes óptimas, buenas canchas para entrenar, formadores de primer nivel, nutricionistas, psicólogos y muchos aspectos más para poder competir a la altura de otros mercados.
Además, en el caso de Juanfer quedó demostrado que con un jugador de élite y una veintena de normalitos no se logran títulos. Ese dinero repartido en una columna vertebral competitiva para nuestro medio rendiría mucho más.
Para bien o para mal el fútbol colombiano tiene que aprender a construir proyectos que se parezcan más al de Independiente del Valle de Ecuador que en poco más de diez años tiene tres títulos continentales y un subtítulo de Libertadores además de vender decenas de futbolistas, que en los de Flamengo, Palmeiras o River. Todos tenemos un techo y ese es el nuestro, ¿qué le vamos a hacer?
🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador
En el mundo del fútbol las diferencias económicas entre los ricos y los pobres son cada vez más acentuadas y la cosa no tiene reversa.
Millonarios, uno de los más pudientes clubes del país, intentó ir por Falcao, el jugador mostró disposición, las dos partes hicieron su mejor esfuerzo pero la propuesta económica no corresponde con lo que el tigre, sin cambiar de equipo, se va a ganar en sus últimos años como futbolista y eso se debe respetar. El campeón de Colombia estaba dispuesto a hacer la contratación más costosa de su historia, no se pudo.
Juan Fernando Quintero se va de Junior porque se molestó con su entrenador y el dueño, que habitualmente ha estado del lado de los futbolistas antes que del técnico de turno, lo dejó ir. La verdad es que don Fuad debió sentir alivio porque lo que estaba pagando por un muy buen futbolista como lo es Juanfer no resultaba rentable para el club desde ningún punto de vista.
Es que no es solamente lo que cuesta un jugador de esos. Finalmente, a Juanfer le estaban pagando lo que acordaron las partes. También es el entorno que los rodea. Desde la estructura del club en donde entrenan hasta los estadios a donde tienen que ir a jugar. No es un secreto que ir a la cancha de Tunja, Neiva o Pasto es retador para un futbolista de élite mundial. No es fácil que se sientan seguros en el país que nos toca vivir y sus familias no ven con buenos ojos un regreso a su patria.
En casos como el de Falcao, ya en el final de su carrera, nada asegura su presencia a un nivel óptimo desde lo físico lo que hace altamente riesgosa cualquier inversión. En otros como el de Juanfer venir a Colombia significa prácticamente perderse para una liga de mayor poder como la brasileña, al menos en equipos de élite.
Tampoco resulta estratégico gastarse toda la plata en jugadores de ese corte cuando la realidad de nuestro fútbol es que quien quiera competir en la parte alta de la tabla debe, además de conquistar títulos para ir a cobrar premios en torneos internacionales, producir jugadores para vender en el exterior y esa estructura bien ejecutada requiere de sedes óptimas, buenas canchas para entrenar, formadores de primer nivel, nutricionistas, psicólogos y muchos aspectos más para poder competir a la altura de otros mercados.
Además, en el caso de Juanfer quedó demostrado que con un jugador de élite y una veintena de normalitos no se logran títulos. Ese dinero repartido en una columna vertebral competitiva para nuestro medio rendiría mucho más.
Para bien o para mal el fútbol colombiano tiene que aprender a construir proyectos que se parezcan más al de Independiente del Valle de Ecuador que en poco más de diez años tiene tres títulos continentales y un subtítulo de Libertadores además de vender decenas de futbolistas, que en los de Flamengo, Palmeiras o River. Todos tenemos un techo y ese es el nuestro, ¿qué le vamos a hacer?
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