Tras la eliminación de Millonarios la semana pasada muchos esperaban que alguien pagara los platos rotos. La salida de Gamero, una lista negra de jugadores que se irían y una reprimenda histórica por parte de los dueños a su equipo, por lo menos. Con todo eso se especuló, entre otras porque en el fútbol esa es la normalidad, sobre todo en países viscerales como el nuestro.
Llegó la mitad de la semana y con ella la reunión esperada entre jefes y empleados. A la cita acudieron jugadores, cuerpo técnico y Gustavo Serpa, presidente de la junta directiva, así como el Presidente de la institución Enrique Camacho y el director deportivo Ricardo “gato” Pérez, entre otros.
Cuentan quienes estuvieron que los jugadores que recién llegaron este semestre no podían creer lo que vivieron. Los que estaban desde antes en cambio se sintieron peor y Gamero, el entrenador, no cabía en su tristeza después de la eliminación sufrida en Pasto.
Las palabras de Serpa y Camacho, lejos de incluir actitudes represivas, estuvieron llenas de agradecimiento, reconocimiento por la entrega a la causa y palabras alentadoras. Indicaron que compitiendo de esa manera los títulos están mas cerca y que por eso no es momento de cambiar la estrategia. Ofrecieron apoyo irrestricto y continuidad a lo que se viene trabajando.
El fútbol es un deporte que desborda pasiones y mantenerse por el carril del centro se hace casi imposible tanto en la victoria como en la derrota. Por eso resulta llamativa la manera como los jefes en Millonarios asumieron la eliminación y la no consecución de los objetivos trazados en la temporada, que incluían pasar a la segunda ronda de la Libertadores y jugar la final en alguno de los torneos domésticos, dos ligas y la copa.
Es un estilo de liderazgo loable, si se quiere común en muchas empresas diferentes al fútbol. Valorar el esfuerzo, la competitividad y mantener el norte solo habla de manera positiva de quienes están al frente desde lo estratégico en la institución, aunque para los hinchas sea, y se entiende, difícil de digerir.
Ojalá los únicos capaces de convertir la competitividad en títulos lo sepan entender. Me refiero a Gamero y sus muchachos. No me cabe duda de que así lo van a tomar cuando vuelvan en enero a trabajar porque no se puede normalizar la derrota en los momentos decisivos solo porque no hay consecuencias como suele suceder en la mayoría de clubes del continente. Es cierto que lograr títulos es resultado de muchos factores y algunos de ellos son ajenos a la voluntad y el control de los protagonistas. Me refiero a la pelota que pega en el palo y no entra, las lesiones, los arbitrajes equivocados y tantos otros hechos. Pero también es verdad que de las cosas que están en las manos de los integrantes de Millonarios hay varias que se pueden hacer mejor. Lo mental y lo físico por ejemplo, para comenzar.
🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador
Tras la eliminación de Millonarios la semana pasada muchos esperaban que alguien pagara los platos rotos. La salida de Gamero, una lista negra de jugadores que se irían y una reprimenda histórica por parte de los dueños a su equipo, por lo menos. Con todo eso se especuló, entre otras porque en el fútbol esa es la normalidad, sobre todo en países viscerales como el nuestro.
Llegó la mitad de la semana y con ella la reunión esperada entre jefes y empleados. A la cita acudieron jugadores, cuerpo técnico y Gustavo Serpa, presidente de la junta directiva, así como el Presidente de la institución Enrique Camacho y el director deportivo Ricardo “gato” Pérez, entre otros.
Cuentan quienes estuvieron que los jugadores que recién llegaron este semestre no podían creer lo que vivieron. Los que estaban desde antes en cambio se sintieron peor y Gamero, el entrenador, no cabía en su tristeza después de la eliminación sufrida en Pasto.
Las palabras de Serpa y Camacho, lejos de incluir actitudes represivas, estuvieron llenas de agradecimiento, reconocimiento por la entrega a la causa y palabras alentadoras. Indicaron que compitiendo de esa manera los títulos están mas cerca y que por eso no es momento de cambiar la estrategia. Ofrecieron apoyo irrestricto y continuidad a lo que se viene trabajando.
El fútbol es un deporte que desborda pasiones y mantenerse por el carril del centro se hace casi imposible tanto en la victoria como en la derrota. Por eso resulta llamativa la manera como los jefes en Millonarios asumieron la eliminación y la no consecución de los objetivos trazados en la temporada, que incluían pasar a la segunda ronda de la Libertadores y jugar la final en alguno de los torneos domésticos, dos ligas y la copa.
Es un estilo de liderazgo loable, si se quiere común en muchas empresas diferentes al fútbol. Valorar el esfuerzo, la competitividad y mantener el norte solo habla de manera positiva de quienes están al frente desde lo estratégico en la institución, aunque para los hinchas sea, y se entiende, difícil de digerir.
Ojalá los únicos capaces de convertir la competitividad en títulos lo sepan entender. Me refiero a Gamero y sus muchachos. No me cabe duda de que así lo van a tomar cuando vuelvan en enero a trabajar porque no se puede normalizar la derrota en los momentos decisivos solo porque no hay consecuencias como suele suceder en la mayoría de clubes del continente. Es cierto que lograr títulos es resultado de muchos factores y algunos de ellos son ajenos a la voluntad y el control de los protagonistas. Me refiero a la pelota que pega en el palo y no entra, las lesiones, los arbitrajes equivocados y tantos otros hechos. Pero también es verdad que de las cosas que están en las manos de los integrantes de Millonarios hay varias que se pueden hacer mejor. Lo mental y lo físico por ejemplo, para comenzar.
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