Si uno mira la tabla del descenso al revés, encuentra que Millonarios es el equipo que más puntos ha hecho en los últimos casi tres años en Colombia. Al momento de hacer esta columna, después del clásico del sábado, tiene 200 puntos, diez más que Tolima y 13 más que Nacional. Vale la pena analizar esto antes de entrar en la fase definitiva del campeonato en la que el calor de los resultados altera la capacidad de ver las cosas con claridad.
Esa tabla no da títulos, pero es una radiografía de lo que ha pasado en un tiempo largo y ese análisis dice que el proyecto, con una buena distancia sobre los demás, es robusto, tiene sentido y funciona.
Más allá de la permanencia de Gamero o no para 2025 (sería su sexta temporada), los procesos no deben depender necesariamente del entrenador de turno, la evidencia demuestra que este ha sido un tiempo de muchos más aciertos que errores. Lo que pasa es que el retorno en materia de títulos no es el esperado.
En alguna oportunidad le escuché al presidente del club, Enrique Camacho, que los objetivos pasan por jugar finales porque ya estando ahí no se puede garantizar nada. En parte tiene razón, las finales se definen muchas veces por pequeñísimos detalles y es ahí cuando el fútbol agarra para cualquier lado.
Lo cierto es que este año Millonarios no ha jugado finales y la verdad se ha quedado lejos en los tres torneos en los que ya cerró su participación. La Libertadores fue para el olvido, en la liga del primer semestre se quedó por fuera de la final una fecha antes de acabar su cuadrangular y en la Copa se ahogó en los lejanos octavos de final. Queda la Liga del segundo semestre.
Todo lo que atormentó en el pasado no hace parte de la conversación. Hay una nómina amplia en nombres cumplidores, no sé si definidores; eso lo dirá el futuro. No tiene el cansancio en las piernas de otras temporadas porque solo compite en un frente, está prácticamente clasificado con varias fechas de anticipación, lo que le permitirá rotar la nómina. Su arquero Montero y su goleador Castro andan por un buen momento y la gran figura, Falcao, deber regresar pronto. El menú está servido para jugar un gran cuadrangular.
Lo cierto es que esos detalles pequeños, que han hecho que los títulos se escapen, hay que minimizarlos y esa es tarea exclusiva de Gamero y su equipo. Hay un montón de imponderables, pero hay otro montón de decisiones que pueden reducir la posibilidad de impactos indeseados.
Este proceso, que tiene muchas más virtudes que defectos, necesita el título de campeón hoy más que nunca para poder validarlo con tranquilidad de cara al futuro. Es hora de mentalizarse de otra manera en cuanto a las finales. No puede normalizarse que sea lo mismo ser campeón que segundo o tercero.
🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador
Si uno mira la tabla del descenso al revés, encuentra que Millonarios es el equipo que más puntos ha hecho en los últimos casi tres años en Colombia. Al momento de hacer esta columna, después del clásico del sábado, tiene 200 puntos, diez más que Tolima y 13 más que Nacional. Vale la pena analizar esto antes de entrar en la fase definitiva del campeonato en la que el calor de los resultados altera la capacidad de ver las cosas con claridad.
Esa tabla no da títulos, pero es una radiografía de lo que ha pasado en un tiempo largo y ese análisis dice que el proyecto, con una buena distancia sobre los demás, es robusto, tiene sentido y funciona.
Más allá de la permanencia de Gamero o no para 2025 (sería su sexta temporada), los procesos no deben depender necesariamente del entrenador de turno, la evidencia demuestra que este ha sido un tiempo de muchos más aciertos que errores. Lo que pasa es que el retorno en materia de títulos no es el esperado.
En alguna oportunidad le escuché al presidente del club, Enrique Camacho, que los objetivos pasan por jugar finales porque ya estando ahí no se puede garantizar nada. En parte tiene razón, las finales se definen muchas veces por pequeñísimos detalles y es ahí cuando el fútbol agarra para cualquier lado.
Lo cierto es que este año Millonarios no ha jugado finales y la verdad se ha quedado lejos en los tres torneos en los que ya cerró su participación. La Libertadores fue para el olvido, en la liga del primer semestre se quedó por fuera de la final una fecha antes de acabar su cuadrangular y en la Copa se ahogó en los lejanos octavos de final. Queda la Liga del segundo semestre.
Todo lo que atormentó en el pasado no hace parte de la conversación. Hay una nómina amplia en nombres cumplidores, no sé si definidores; eso lo dirá el futuro. No tiene el cansancio en las piernas de otras temporadas porque solo compite en un frente, está prácticamente clasificado con varias fechas de anticipación, lo que le permitirá rotar la nómina. Su arquero Montero y su goleador Castro andan por un buen momento y la gran figura, Falcao, deber regresar pronto. El menú está servido para jugar un gran cuadrangular.
Lo cierto es que esos detalles pequeños, que han hecho que los títulos se escapen, hay que minimizarlos y esa es tarea exclusiva de Gamero y su equipo. Hay un montón de imponderables, pero hay otro montón de decisiones que pueden reducir la posibilidad de impactos indeseados.
Este proceso, que tiene muchas más virtudes que defectos, necesita el título de campeón hoy más que nunca para poder validarlo con tranquilidad de cara al futuro. Es hora de mentalizarse de otra manera en cuanto a las finales. No puede normalizarse que sea lo mismo ser campeón que segundo o tercero.
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