Columna de Antonio Casale: Mujeres, a buscar otros horizontes
El anuncio de la SIC sobre la apertura de una investigación a 29 clubes del fútbol y a la Dimayor por presuntas irregularidades en cuatro puntos claves para el desarrollo del fútbol femenino resultan populistas, oportunistas y tienen un claro color político.
Presunta cartelización salarial, falta de interés en promover el fútbol femenino, inquietarse porque no se transmite la suficiente cantidad de partidos por televisión e irregularidades en el tipo de contratos que se hacen con las jugadoras son algunas de las razones por las que la SIC actuará en rigor.
Está muy bien que investiguen y ojalá, en el marco de la institucionalidad, lleguen hasta donde tengan que llegar las investigaciones. La presunta multa giraría alrededor de los US$30 millones.
En el afán de montarse en la cresta de la ola del fútbol femenino, el Gobierno, con absoluto desconocimiento de lo que pasa, pretende bravear a la familia del fútbol y esto, está comprobado, siempre termina mal. Si no me cree mire el caso del escándalo de la FIFA: curiosamente, desde que la FIFA adjudicó el mundial de 2026 a Estados Unidos todo comenzó a frenar en el FBI al respecto.
Esto es fácil. El martes se reunirá el presidente de la Federación de fútbol, Ramón Jesurún, con su gran amigo, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, con el fin de informar sobre una injerencia del Gobierno en el fútbol colombiano, cosa que la FIFA sanciona con desafiliación inmediata del país que sufra esta inmersión del Estado. Eso quiere decir que Colombia se quedaría sin eliminatorias ni competiciones de clubes a nivel internacional (bueno, tampoco es que se pierda mucho si los nuestros dejan de ir a la Libertadores o a la Suramericana). Podríamos decir que esto es algo así como un contrapopulismo. Lo cierto es que pocos gobiernos se le miden a que su país sea desafiliado de la FIFA por temor a sufrir un golpe de popularidad a la baja.
Como mortadela de emparedado quedan entonces las futbolistas colombianas. No bastaron sus buenas actuaciones en los mundiales de todas las categorías para que en la Dimayor consiguieran que los patrocinadores se encargaran de financiar una liga de un año.
La consecuencia es que el Gobierno dispara desde su trinchera, el fútbol se defiende desde la suya y las jugadoras tendrán que buscar qué hacer el resto de cada año para sobrevivir.
Por eso, amiga futbolista, tenga por seguro que buscar otra actividad es lo que corresponde.
El anuncio de la SIC sobre la apertura de una investigación a 29 clubes del fútbol y a la Dimayor por presuntas irregularidades en cuatro puntos claves para el desarrollo del fútbol femenino resultan populistas, oportunistas y tienen un claro color político.
Presunta cartelización salarial, falta de interés en promover el fútbol femenino, inquietarse porque no se transmite la suficiente cantidad de partidos por televisión e irregularidades en el tipo de contratos que se hacen con las jugadoras son algunas de las razones por las que la SIC actuará en rigor.
Está muy bien que investiguen y ojalá, en el marco de la institucionalidad, lleguen hasta donde tengan que llegar las investigaciones. La presunta multa giraría alrededor de los US$30 millones.
En el afán de montarse en la cresta de la ola del fútbol femenino, el Gobierno, con absoluto desconocimiento de lo que pasa, pretende bravear a la familia del fútbol y esto, está comprobado, siempre termina mal. Si no me cree mire el caso del escándalo de la FIFA: curiosamente, desde que la FIFA adjudicó el mundial de 2026 a Estados Unidos todo comenzó a frenar en el FBI al respecto.
Esto es fácil. El martes se reunirá el presidente de la Federación de fútbol, Ramón Jesurún, con su gran amigo, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, con el fin de informar sobre una injerencia del Gobierno en el fútbol colombiano, cosa que la FIFA sanciona con desafiliación inmediata del país que sufra esta inmersión del Estado. Eso quiere decir que Colombia se quedaría sin eliminatorias ni competiciones de clubes a nivel internacional (bueno, tampoco es que se pierda mucho si los nuestros dejan de ir a la Libertadores o a la Suramericana). Podríamos decir que esto es algo así como un contrapopulismo. Lo cierto es que pocos gobiernos se le miden a que su país sea desafiliado de la FIFA por temor a sufrir un golpe de popularidad a la baja.
Como mortadela de emparedado quedan entonces las futbolistas colombianas. No bastaron sus buenas actuaciones en los mundiales de todas las categorías para que en la Dimayor consiguieran que los patrocinadores se encargaran de financiar una liga de un año.
La consecuencia es que el Gobierno dispara desde su trinchera, el fútbol se defiende desde la suya y las jugadoras tendrán que buscar qué hacer el resto de cada año para sobrevivir.
Por eso, amiga futbolista, tenga por seguro que buscar otra actividad es lo que corresponde.