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Luciano Spalletti gozaba de alta popularidad entre la gente de su país hasta hace pocos días. Se quiso lucir imponiendo estrictas reglas de disciplina a sus jugadores. Su discurso giraba alrededor de lo serio que es ponerse la camiseta de la azzurra, que defendía el título de la Eurocopa. Limitó el uso de videojuegos al máximo, restringió el uso de celulares y prohibió que sus futbolistas usen auriculares, entre otras normas. Toda Italia aprobó su determinación, menos los más importantes:, sus jugadores. Italia terminó eliminada en los octavos de final de la competición en una de sus peores demostraciones futbolísticas de los últimos años.
En la cancha fue un equipo sin alma, ese fuego interior que quiso recuperar con sus normas terminó por extinguirse del todo. Será difícil que Spalletti siga al frente de la selección de su país y quedó demostrado que los jóvenes de ahora tienen el botón de encendido en el lado opuesto al del régimen militar. Eso no es mejor ni peor, es diferente y el trabajo de cualquier líder es encontrar ese botón.
Scaloni, por ejemplo, lo hizo de una manera opuesta. La concentración de Argentina cuenta con un estudio de televisión equipado debidamente en el que los jugadores se convierten en generadores de contenidos para redes sociales, los auriculares, los celulares y las esposas y novias son permitidas con criterio de autogestión. Sobra decir que los resultados del campeón del mundo son los mejores.
Lorenzo en Colombia ha entendido el lugar al que llegó desde tiempos de Pékerman. La música es parte fundamental en la concentración; la alegría, el baile y el buen ambiente han hecho, en aquella y en esta época, que los jugadores del equipo de todos conformen una verdadera familia. Por eso no es raro ver a Dávinson Sánchez dedicándole el gol del viernes a su compañero de zaga defensiva John Lucumí o ver a James salir de la cancha aceptando que él es uno más, quizás el mejor pero uno más en el equipo. Esas cosas hacen que no haya diferencia entre titulares y suplentes, y un equipo unido tiene más posibilidades de lograr grandes objetivos.
Guardiola opta por buscarles el botón de encendido a sus muchachos de manera individual. Dice Pep que en estos tiempos se hace evidente que una charla grupal tiene poco efecto y que cada humano tiene necesidades diferentes, maneras distintas de interpretar el juego y la vida, y que cada individuo necesita un tratamiento especial. Unos necesitan mano dura y otros más licencias para sacar lo mejor de cada uno en pro del equipo.
En fin, hay diferentes tipos de líderes y todos buscan lo mismo: ganar. Lo cierto es que el régimen militar, al menos en el deporte de alto rendimiento, parece ser cosa de otros tiempos. La exposición a las redes sociales ha logrado que los jóvenes entiendan que hay un mundo entero más allá de la pelota. Con eso hay que gestionar en vez de prohibir.
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