Juan Guillermo Cuadrado marcó el gol de la victoria de la Juventus frente a Fiorentina. Duván Zapata hizo el que le dio los tres puntos a Atalanta contra Cagliari. Falcao, en un ratico, alcanzó a hacerle gol al Madrid con su Rayo Vallecano. Víctor Cantillo, el llamado a remplazar a Mateus Uribe en el medio campo para conectar con la línea de adelante, hizo el gol de la victoria de su Corinthians frente a Fortaleza en Brasil. Todo esto pasó el fin de semana reciente y todos ellos podrán estar el jueves frente a Brasil y el otro martes contra Paraguay en Barranquilla.
Esa ha sido la constante a lo largo del año. Sin embargo, la producción ofensiva del equipo de todos escasea y las pocas claras raramente se convierten. Entonces, hay un problema de generación de opciones y ese es un lío que no solamente es responsabilidad de un volante creativo. Ahí hay deberes colectivos, comenzando por el entrenador.
Seguro mató a confianza, decían los abuelos, y esa parece ser la consigna de Reinaldo Rueda hasta acá. Y no está del todo mal. Total, cuando llegó al cargo veníamos de recibir dos sonoras goleadas contra Uruguay en Barranquilla y con Ecuador en Quito. Evidentemente, lo primero que había que poner en orden era la retaguardia y se logró con creces. Rueda va invicto en su gestión y nuestra selección es reconocida por lo difícil que es ganarle.
No obstante, ya es hora de equilibrar el juego. No es que Colombia se meta atrás, pegada al arco. Los nuestros se defienden en mitad de cancha, allí enredan al rival, le quitan la pelota y no lo dejan progresar, aunque tampoco progresan al arco contrario. El equilibrio en el fútbol significa no sufrir atrás (Ospina siempre es figura, entonces no es que se sufra poco) y atacar (esto último cuesta montones).
En el fútbol de hoy, todos defienden, pero también todos tienen responsabilidades ofensivas. Centrales como Alaba, el que remplazó a Ramos en el Madrid, hace quince días comenzó y finalizó la acción del primer gol contra el Barcelona y dio una asistencia de manual para el segundo tanto frente a Rayo Vallecano el sábado pasado. Hoy se necesitan arqueros que produzcan opciones con sus saques largos, centrales que elaboren, laterales que salgan, volantes de primera línea que conecten el medio con los atacantes, extremos que tengan gol y delanteros que pisen el área, acompañados por un mínimo de tres compañeros para poder generar sus propios espacios.
Hasta acá, nada de eso pasa en Colombia. Nuestro arquero ataja muy bien, los centrales destruyen bien, los laterales tapan la salida por los costados de los rivales y los volantes de primera línea marcan bien. Ante ese panorama Cuadrado, Díaz y los delanteros han intentado en acciones individuales alguna cosa y, de hecho, han marcado goles; pero eso ha sido más por capacidades y atrevimiento de ellos que por consecuencia de un juego colectivo.
El problema no es de gol, es de elaboración. Ojalá se solucione en estas fechas.
Juan Guillermo Cuadrado marcó el gol de la victoria de la Juventus frente a Fiorentina. Duván Zapata hizo el que le dio los tres puntos a Atalanta contra Cagliari. Falcao, en un ratico, alcanzó a hacerle gol al Madrid con su Rayo Vallecano. Víctor Cantillo, el llamado a remplazar a Mateus Uribe en el medio campo para conectar con la línea de adelante, hizo el gol de la victoria de su Corinthians frente a Fortaleza en Brasil. Todo esto pasó el fin de semana reciente y todos ellos podrán estar el jueves frente a Brasil y el otro martes contra Paraguay en Barranquilla.
Esa ha sido la constante a lo largo del año. Sin embargo, la producción ofensiva del equipo de todos escasea y las pocas claras raramente se convierten. Entonces, hay un problema de generación de opciones y ese es un lío que no solamente es responsabilidad de un volante creativo. Ahí hay deberes colectivos, comenzando por el entrenador.
Seguro mató a confianza, decían los abuelos, y esa parece ser la consigna de Reinaldo Rueda hasta acá. Y no está del todo mal. Total, cuando llegó al cargo veníamos de recibir dos sonoras goleadas contra Uruguay en Barranquilla y con Ecuador en Quito. Evidentemente, lo primero que había que poner en orden era la retaguardia y se logró con creces. Rueda va invicto en su gestión y nuestra selección es reconocida por lo difícil que es ganarle.
No obstante, ya es hora de equilibrar el juego. No es que Colombia se meta atrás, pegada al arco. Los nuestros se defienden en mitad de cancha, allí enredan al rival, le quitan la pelota y no lo dejan progresar, aunque tampoco progresan al arco contrario. El equilibrio en el fútbol significa no sufrir atrás (Ospina siempre es figura, entonces no es que se sufra poco) y atacar (esto último cuesta montones).
En el fútbol de hoy, todos defienden, pero también todos tienen responsabilidades ofensivas. Centrales como Alaba, el que remplazó a Ramos en el Madrid, hace quince días comenzó y finalizó la acción del primer gol contra el Barcelona y dio una asistencia de manual para el segundo tanto frente a Rayo Vallecano el sábado pasado. Hoy se necesitan arqueros que produzcan opciones con sus saques largos, centrales que elaboren, laterales que salgan, volantes de primera línea que conecten el medio con los atacantes, extremos que tengan gol y delanteros que pisen el área, acompañados por un mínimo de tres compañeros para poder generar sus propios espacios.
Hasta acá, nada de eso pasa en Colombia. Nuestro arquero ataja muy bien, los centrales destruyen bien, los laterales tapan la salida por los costados de los rivales y los volantes de primera línea marcan bien. Ante ese panorama Cuadrado, Díaz y los delanteros han intentado en acciones individuales alguna cosa y, de hecho, han marcado goles; pero eso ha sido más por capacidades y atrevimiento de ellos que por consecuencia de un juego colectivo.
El problema no es de gol, es de elaboración. Ojalá se solucione en estas fechas.