Publicidad

“Gran Hermano”

Antonio Casale
01 de diciembre de 2024 - 11:58 p. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Marino Hinestroza celebra su gol contra Millonarios.
Marino Hinestroza celebra su gol contra Millonarios.
Foto: Jose Vargas Esguerra

Uno de los primeros formatos de realities para televisión que fueron exitosos fue Gran hermano. Se encerraban en una casa un grupo de personas mientras las cámaras instaladas los observaban durante 24 horas, todos los días, durante meses. Las personas que veían lo que pasaba iban eliminando, juicios personales de por medio, a los participantes hasta que quedaba un ganador.

Años después pareciera que todos somos participantes de Gran hermano. A través de redes sociales se juzga todo lo ajeno, nunca lo propio. En el fútbol, desde que llegó el VAR, que supuestamente todo lo ve, pasa lo mismo. Todos juzgamos de manera diferente las acciones del partido. Cuantas más repeticiones, más confusión, y cuanta más confusión, más caos.

Pero ahora resulta que no solo se juzgan las acciones propias del juego. Las megaproducciones de televisión nos permiten ver muchas cosas que antes no veíamos y, en consecuencia, juzgar muchas acciones que antes no juzgábamos, incluidas las celebraciones.

Ya no se puede celebrar de manera espontánea un gol porque todo es políticamente incorrecto. Cerrar el puño y dedicárselo al rival o besarse el escudo de la camiseta ahora es más grave que simular una de las tantas faltas que se simulan para pescar en medio de la confusión que viven quienes manejan el VAR. Todos están en la permanente búsqueda del más mínimo detalle extrafutbolístico para armar escándalo y sacar ventaja de sus consecuencias.

Pero claro, las cámaras solo enfocan lo que pasa en la cancha. Nadie dice nada sobre los madrazos que bajan desde la tribuna. Los insultos racistas, xenófobos y desaforados pasan desapercibidos por el solo hecho de que no se ven en televisión y se escudan en el supuesto derecho adquirido tras pagar un valor económico a cambio de una entrada para un partido de fútbol.

No se trata de que ir al estadio se convierta en una experiencia parecida a la de ir a tenis en la que se está en silencio durante los puntos y se aplaude entre una y otra jugada. El fútbol es un catalizador de emociones y pone a prueba la capacidad de tolerancia de todos los implicados de manera permanente y decidida.

Nos queremos hacer los puritanos para juzgar a los que están en la cancha y pasamos por alto la descarga emocional que baja desde la tribuna, pero no debería ser ni una cosa ni otra. El derecho a la libre expresión, en este caso para celebrar en la cancha, debe prevalecer y defenderse desde cualquier ángulo, es verdad. Pero igualmente se debe velar por el deber con las buenas maneras, el respeto y la deportividad de todas las partes.

🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar