Columna de Antonio Casale: Jugar bien y ganar

Jugar bien y ganar es el combo completo del fútbol, en el orden que sea. Para muchos, ganar es lo mismo que jugar bien porque se consigue el objetivo del fútbol: marcar un gol más que el rival. Para otros, la forma de hacerlo es lo que determina si se juega bien o no, independientemente del resultado. Otros, me cuento ahí, preferimos ganar que jugar bien, entre otras cosas, porque definir qué es jugar bien y unificar conceptos al respecto es imposible.

Jugar bien puede ser tocar la pelota 2.000 veces y progresar con ella hasta llegar a la puerta contraria, como lo hizo España frente a Marruecos en el mundial, pero perdió. Además a otros les parece aburridora esa manera de jugar, porque prefieren un estilo más vertical, que a otros les parece simple y facilista. A los italianos de antaño les encantaba el fútbol ultradefensivo, porque de esa manera ganaron muchos títulos tanto con la selección como con el Inter de Elenio Herrera y el Milan de Nereo Rocco. Hasta no hace mucho los tanos aplaudían un quite deslizante con la euforia con la que los brasileños gozan con las gambetas.

Entre otras cosas, nadie en Brasil pensó en devolver el título del mundial 2002 porque aunque tenía a Ronaldinho no se caracterizó propiamente por el jogo bonito. Era un equipo directo y práctico.

Entonces en lo único que nos podemos poner de acuerdo es en que ganar es el resultado de hacer los cosas mejor que el rival. En términos sencillos, es la consecuencia de marcar un gol más que el rival y eso incluye aspectos muy positivos, como la capacidad para solucionar problemas.

Ahora, cuando las desconcentraciones se minimizan, cuando la intensidad está siempre al máximo, cuando las posibilidades se concretan en realidad se están tejiendo caminos para ganar. Cuando esto no sucede se está mas cerca de perder. Incluso muchas veces un pequeño error puede llevar a una derrota dolorosa.

Millonarios solucionó su problema de la semana pasada frente a la Católica de Ecuador con bastante sufrimiento. Tendrá que corregir muchos aspectos porque el rival que sigue, el Atlético Mineiro, es de otra categoría y aunque tenga nombres más costosos no es un equipo invencible y eso lo saben Gamero y sus jugadores.

Lo que es la vida, si Millonarios llegase a eliminar a este equipo brasileño de la misma manera en que lo hizo con la Católica no estaríamos hablando de sufrimiento innecesario sino de épica e histórica victoria.

Jugar bien no es lo mismo que ganar, pero se acercan mucho las dos cosas.