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Los jugadores de los clubes más grandes del mundo están alzando la voz por la sobrecarga de partidos que les espera con el nuevo formato de la Champions League y el ampliado Mundial de Clubes. ¿Hasta cuándo se les puede exigir sin romper a las estrellas que hacen vibrar este deporte?
A partir de 2024, la Champions pasará de 32 a 36 equipos y la fase de grupos será reemplazada por una liga única, lo que se traduce en más fechas. Esto, sumado al Mundial de Clubes con 32 equipos en 2025, plantea un escenario en el que el agotamiento físico es inevitable.
Futbolistas como Kevin De Bruyne y Thibaut Courtois han expresado su preocupación. No se trata solo de cansancio físico, sino de la calidad del espectáculo. ¿Cómo se puede esperar que rindan al más alto nivel si apenas tienen tiempo para descansar y recuperarse?
En un momento en que la ciencia del deporte ha demostrado la importancia del descanso para prevenir lesiones y mantener el rendimiento, resulta paradójico que las autoridades insistan en añadir más competiciones. El negocio del fútbol crece, pero ¿a costa de qué?
El riesgo de lesiones aumenta con cada minuto extra que los jugadores pasan en la cancha. Lo hemos visto en jugadores que han tenido largas recuperaciones, como Falcao y Neymar. Además, no solo juegan para sus clubes, sino también con sus selecciones, lo que suma más compromisos al calendario.
El fútbol se ha convertido en una máquina de hacer dinero, y la FIFA y la UEFA buscan maximizar ingresos sin considerar la salud de los jugadores. Aunque son profesionales bien pagados, eso no debería ser excusa para exigirles lo inhumano.
Cada carrera, cada esprint y cada entrada son cargas adicionales sobre sus cuerpos. ¿Qué pasará cuando las estrellas no puedan seguir el ritmo? La calidad del juego y, en última instancia, la esencia del fútbol están en riesgo.
Es momento de que los dirigentes del fútbol escuchen a los jugadores. No se trata de eliminar competiciones, sino de encontrar un equilibrio que permita a los mejores rendir sin temor a lesiones. Si seguimos en esta dirección, podríamos perder lo que hace al fútbol espectacular: el talento de los que lo juegan.
En resumen, si no se cuida a los protagonistas, el espectáculo está condenado a perder su brillo. El fútbol necesita una reflexión antes de que sea demasiado tarde.
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