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Soy un convencido de que a convivir se aprende conviviendo. No hay otra fórmula, aunque a veces se necesite firmeza y carácter para dejar las cosas claras. Es obvio que esa firmeza y ese carácter no son bien recibidos entre quienes se acostumbran a recibir beneficios y abusan de ellos.
En Medellín, Atlético Nacional desarrolló durante muchos años un plan social de la mano de su barra emblemática Los del Sur, y la sinergia los acercó tanto que terminaron entregando más de 15.000 boletas por año (500 por partido), pagaron durante mucho tiempo un dinero a esa barra para que ellos mismos se cuidaran entre sí dentro del estadio, pagaban los costos de los tifos y salidas de humo y abrieron sus puertas para tratar de entender y solucionar sus necesidades en muchos aspectos. La idea era darle un ejemplo al país de convivencia a partir del fútbol. No en vano, este deporte es un igualador social por excelencia. La pasión por un equipo no distingue rango alguno.
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Pero Los del Sur pagaron con otra moneda la generosidad del club que dicen amar. Usaron durante años la marca del equipo para hacer negocios como vender ropa, artículos del club y tours sin pagar regalías, como lo hacen los licenciatarios. Buscan la salida del actual presidente y vicepresidente de manera poco amigable, presionan para que lleguen jugadores y salgan algunos de ellos y se expresan sobre el cuerpo técnico y la Organización Ardila Lülle, propietaria del equipo, de forma desafiante y amenazante. En redes, varios sectores de la barra expresan su intención de hacer desmanes, promocionando así la violencia para que al club que dicen amar sea suspendido y multado con millonarias cifras.
Atlético Nacional decidió comunicarles que no van a tener injerencia en las decisiones deportivas del club y les cortó todos los beneficios mencionados. Así mismo, anunciaron que valoran a todas sus barras e hinchas y que por eso son todos bienvenidos al estadio en igualdad de condiciones. Sin embargo, Los del Sur manifestaron que el club cortó relaciones con ellos y actúan como se indicó en el párrafo anterior.
Se requiere valentía para pensar en el bien común antes que en el miedo que dicha barra quiere propagar. Hace bien Nacional al poner límites. Nunca es tarde para hacerlo y Los del Sur deberían mirar hacia adentro para determinar si lo que los une es el amor por un equipo de fútbol o si los intereses económicos y políticos los convirtieron en otra cosa.
Importante anotar que en todo el país hay hechos deplorables alrededor del coctel que mezcla a las barras con los equipos. No se trata de que allá sí y aquí no. Se trata de hacer algo para que este deporte vuelva a ser una fiesta en la que quepamos todos.
Sería bueno que en Colombia los buenos ganen de vez en cuando. Lo decidido por Nacional busca que sus verdaderos hinchas puedan disfrutar pero también respetar. Ojalá Los del Sur lo acepten en paz y actúen en consecuencia.