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El gobierno de Iván Duque parece empeñado en incendiar el país. Ha anunciado, a través de su ministro de Defensa, Diego Molano, que las fumigaciones a los cultivos de uso ilícito regresarían en los próximos meses. La estrategia está condenada al fracaso y lo que hará es incrementar la violencia e incendiar el país. Los argumentos son cuatro. Por un lado, las fumigaciones no harán otra cosa que incrementar el precio de la pasta base de coca, lo cual, a su vez, se traduce en mayores ingresos para las organizaciones criminales y grupos armados ilegales. Las fumigaciones contraerán el negocio en un porcentaje cercano al 20% y dicho reacomodo podría incrementar el precio de venta de la pasta base que hacen los campesinos, pues es sobre este producto que las organizaciones criminales impuestan. En fin, harán más ricos a los criminales.
En segundo lugar, las fumigaciones causarán un verdadero desastre ambiental y, además, sin una disminución importante en los cultivos de hoja de coca. Históricamente, la resiembra luego de las fumigaciones está por encima del 60%. Es decir, fumigan en un perímetro o polígono y los campesinos trasladan los cultivos a dos o tres kilómetros de la zona, lo que a su vez lleva a la destrucción de selva. Es una política poco eficiente.
En tercer lugar, ha habido condenas por el uso del herbicida Roundup, elaborado con glifosato en Estados Unidos. Se ha demostrado que podría generar cáncer. Fumigar en Colombia con glifosato sería envenenar a nuestra sociedad y causar un descalabro judicial y económico al Estado colombiano. Las demandas llegarían en poco tiempo. En materia de salud, solo con una duda se debe detener cualquier procedimiento. La sola posibilidad de que sea dañino debería acabar cualquier intención de fumigar. Es miserable tener como política el envenenamiento de las selvas colombianas.
Por último, es una política que fracasó. Colombia entre 1994 y 2015 fumigó más de un millón de hectáreas, erradicó más de medio millón de hectáreas de hoja de coca y, al final, luego de 20 años, estábamos en el mismo punto. Cualquier persona, sin ser experto en temas de política pública, concluiría que esta es un fracaso. Sin embargo, en Colombia las autoridades esperan lograr resultados diferentes con la política que no ha funcionado. A continuación, se ven los datos de aspersión aérea en Colombia:
El regreso de las fumigaciones causará que el país se incendie, no solo porque aumentará los ingresos económicos de las organizaciones criminales, sino porque miles de campesinos saldrán a las carreteras a bloquearlas como en las marchas cocaleras de mediados de los años 90 del siglo XX, en la administración Samper. Esta vez, los departamentos de Meta, Guaviare, Caquetá, Putumayo, entre otros, quedarán totalmente bloqueados, todo ello en medio de un país convulsionado social y políticamente.
No entiendo bien por qué el presidente Duque quiere incendiar el país más de lo que ya está, pero lo cierto es que el regreso de las fumigaciones solo traerá impactos negativos, no habrá uno solo positivo y sobre eso hay decenas de datos y estudios. No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere escuchar.