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Doble estándar y dilemas

Arlene B. Tickner
21 de julio de 2021 - 05:05 a. m.
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Sin lugar a dudas, el caso de Cuba ha sido el que más ha desafiado la coherencia de las narrativas de las izquierdas democráticas en América Latina (y el mundo), siendo la interpretación de la movilización social que se ha presentado en la isla el más reciente ejemplo.

Como ha ocurrido a lo largo y ancho del continente, se trata de una protesta espontánea y masiva originada en una combinación de agravios, incluyendo la escasez de alimentos, medicamentos y elementos de higiene, la inflación, la desigualdad, los cortes eléctricos y el manejo estatal de la pandemia, a los cuales se suma la falta de libertades.

La reacción del gobierno de Miguel Díaz-Canel fue similar a la de todos los demás: renegar de la responsabilidad propia y echarles la culpa a otros -en este caso el embargo-, denunciar la existencia de infiltrados patrocinados por Estados Unidos y el exilio, agredir, detener y arrestar a los manifestantes, denunciar la desinformación e interrumpir el acceso a internet.

También como ha ocurrido en diversos grados en el resto de la región ante la magnitud del descontento -siendo la constituyente de Chile el resultado más esperanzador- vino después un gesto oficial de reconocimiento al levantar el controversial impuesto a los bienes escasos traídos del extranjero.

Pese a esto, distintas voces de izquierda han sin unánimes en rodear a Díaz-Canel, condenar el bloqueo estadounidense, denunciar la desestabilización foránea de la isla y minimizar los hechos de violencia presentados mediante su contraste con otros casos como el colombiano. Se trata de una posición repleta de dobles estándares. Por ejemplo, insinuar que el ímpetu para las protestas viene de afuera es infantilizar a miles de manifestantes cubanos, estrategia tan colonial como la que se critica de Estados Unidos.

A su vez, es insostenible que el director para las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, sea celebrado como un héroe cuando denuncia la violencia policial y la violación de derechos humanos en algunos lugares y pase inadvertido al escrutinizar a Cuba, en donde la ONG ha documentado la detención arbitraria y desaparición de alrededor de 400 personas, así como denuncias creíbles de violencia física, incomunicación y negación de la representación legal.

Más atrevido aún es el intento por legitimar la mal llamada “democracia popular y participativa” cubana -unipartidista, estalinista y restrictiva en lo concerniente tanto a libertades políticas como sociales- mediante el señalamiento de la (evidente) crisis de la democracia en América Latina.

Evitar duplicidades como las señaladas es un dilema mayúsculo. Al tiempo que cualquier tipo de represión o negación de derechos ciudadanos legítimos debe ser condenado independientemente de donde se presentan, a ojos de las izquierdas latinoamericanas instar en público a la democratización de Cuba es hacerles el juego a aquellos que consideran equivocadamente que la “solución” es derrocar al régimen del poder.

Así, la pregunta que suscita la crítica situación económica, social y política que se presenta allí es si es posible denunciar, por un lado, los efectos nefastos que está teniendo el embargo estadounidense y presionar a Washington a que levante al menos aquellas sanciones que más afectación humanitaria están causando y, por el otro, mantener la interlocución amistosa con Díaz-Canel sin caer en la trampa de defender prácticas claramente autoritarias.

 

Antonio(sa3gs)21 de julio de 2021 - 07:58 p. m.
Cuba es un infierno por dónde lo mire todo gobierno déspota es un infierno de derecha o de izquierda.
humberto jaramillo(12832)21 de julio de 2021 - 06:49 p. m.
qué pensamiento tan enredado. Es la primera vez que leo a esta columnista. Cuando hablaba de estándares y dilemas creía que iba a preguntarse por qué, por ejemplo, en Colombia la rebelión es un delito y amerita cárcel y para gente, como la columnista, en un país de izquierda a la rebelión no se la puede castigar y castigarla es contrario a los derechos humanos. Y muchisímos más dilemas...
hugo(03852)21 de julio de 2021 - 06:11 p. m.
Nadie condena el criminal bloqueo gringo al pueblo cubano. Mantener en el atraso por años a los cubanos por el temor absurdo de una supuesta expansión del comunismo en Latinoamérica es de una miopía inconcebible, sobre todo cuando el socialismo, que no el comunismo ya no existe. A Vivanco ya nadie le cree. Human Rights Wacht hace mucho tiempo que no es imparcial.
  • Antonio(sa3gs)21 de julio de 2021 - 07:59 p. m.
    Y con el apoyo de Colombia
  • humberto jaramillo(12832)21 de julio de 2021 - 06:56 p. m.
    Se imaginan lo que sería de Colombia con un bloqueo gringo al estilo del que le tiene a Cuba que no puede comprar cosas con dólares, no puede vender su azúcar sin que bloqueen al país que les compra. Imagínense a Colombia con bloqueo y después digan que el bloqueo no tiene nada que ver con las necesidades insatisfechas de los cubanos. el bloqueo si lo condenan en la Onu pero EEUU lo veta con Israe
Hernando(roc6d)21 de julio de 2021 - 04:38 p. m.
Corren ríos de sangre en Colombia y la canciller Ramírez denuncia en la ONU disturbios en Cuba motivados por represión, escasez desigualdad etc y usted habla de la doble moral de la izquierda.La manipulación norteamericana para desestabilizar la isla no se puede descartar. Recuerde el Maine. Podríamos hablar de su parcialidad en favor de los regímenes neoliberales latinoamericanos.
  • humberto jaramillo(12832)21 de julio de 2021 - 06:59 p. m.
    esta columnista parece ciega y sorda: uno espera de un columnista cierta objetividad. La voy a leer por segunda vez dentro de un mes y veré si vale la pena leer un columnista o sigue escribiendo un apologista bien sesgado y miope.
UJUD(9371)21 de julio de 2021 - 02:56 p. m.
Me acertada su propuesta sra. columnista.
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