La tesis del decrecimiento, en boga entre algunos ambientalistas radicales, dice que, como supuestamente existe una relación directa entre el crecimiento económico y las emisiones que causan el efecto invernadero, para salvar el planeta es necesario que se contraiga –que decrezca– la economía. Una variante de la misma arguye que son los países ricos los que deben decrecer, para que la producción y el ingreso de los menos ricos puedan expandirse y así sacar de la miseria a millones de personas.
Estadísticas recientes de Global Carbon Project, discutidas recientemente por The Economist, demuestran que es falsa la premisa central de esa tesis. En los últimos años, las economías de decenas de países han crecido vigorosamente al mismo tiempo que han recortado sus emisiones en forma significativa. La mayoría son europeos e incluyen también a Australia, Israel y Estados Unidos. Se resalta, por ejemplo, que la economía norteamericana creció un 23 % entre 2007 y 2019, y en ese mismo período sus emisiones cayeron en un 15 %.
En la revista se destacan otros hechos que sugieren interesantes consecuencias para Colombia:
(i) Las economías de los países del este de Europa —grandes emisores y campeones de la depredación ambiental cuando estaban detrás de la Cortina de Hierro— han crecido en forma dinámica al tiempo que han reducido sus emisiones en las últimas décadas, precisamente desde que dejaron de ser socialistas.
(ii) No es cierto, por lo tanto, que el capitalismo sea el culpable del cambio climático, como lo afirman ciertos funcionarios del Gobierno, un planteamiento del cual se concluye que la única manera de salvar al planeta es establecer el socialismo o el comunismo, una tesis central de las corrientes neomarxistas de la actualidad.
(iii) La mayor expansión del sector de servicios en los países avanzados —mucho menos contaminante que la industria y la agricultura—, junto con la caída de la participación de su producción manufacturera, ha permitido el crecimiento del PIB y, simultáneamente, la reducción de sus emisiones de efecto invernadero. Estos países ahora importan numerosos bienes industriales fabricados en economías emergentes como China, India y Vietnam (en los cálculos de las emisiones en los países avanzados se incluyen las necesarias para producir los bienes industriales importados).
(iv) Algunos de los países emergentes que producen y exportan bienes industriales, en especial India y Vietnam, todavía utilizan el carbón en forma preponderante, pero vienen elevando la eficiencia energética. La mayoría de ellos, además, adelantan proyectos de generación con fuentes renovables.
(v) Lo anterior tiene algunas implicaciones para los planes de “reindustrialización” planteados por el Gobierno. En el desarrollo de esta política, si es que alguna vez se hace realidad, se debe tener especial cuidado con el uso eficiente de la energía para que la expansión de la industria no entre en conflicto con el objetivo de que Colombia sea una “potencia mundial de la vida”.
Estas discusiones deben desideologizarse y basarse en hechos técnicos y científicos. Las economías pueden crecer y consumir y, al mismo tiempo, reducir sus emisiones —independientemente del “modo” de producción—, si los gobiernos adoptan políticas efectivas de reducción de emisiones y generación por medio de fuentes renovables.
La tesis del decrecimiento, en boga entre algunos ambientalistas radicales, dice que, como supuestamente existe una relación directa entre el crecimiento económico y las emisiones que causan el efecto invernadero, para salvar el planeta es necesario que se contraiga –que decrezca– la economía. Una variante de la misma arguye que son los países ricos los que deben decrecer, para que la producción y el ingreso de los menos ricos puedan expandirse y así sacar de la miseria a millones de personas.
Estadísticas recientes de Global Carbon Project, discutidas recientemente por The Economist, demuestran que es falsa la premisa central de esa tesis. En los últimos años, las economías de decenas de países han crecido vigorosamente al mismo tiempo que han recortado sus emisiones en forma significativa. La mayoría son europeos e incluyen también a Australia, Israel y Estados Unidos. Se resalta, por ejemplo, que la economía norteamericana creció un 23 % entre 2007 y 2019, y en ese mismo período sus emisiones cayeron en un 15 %.
En la revista se destacan otros hechos que sugieren interesantes consecuencias para Colombia:
(i) Las economías de los países del este de Europa —grandes emisores y campeones de la depredación ambiental cuando estaban detrás de la Cortina de Hierro— han crecido en forma dinámica al tiempo que han reducido sus emisiones en las últimas décadas, precisamente desde que dejaron de ser socialistas.
(ii) No es cierto, por lo tanto, que el capitalismo sea el culpable del cambio climático, como lo afirman ciertos funcionarios del Gobierno, un planteamiento del cual se concluye que la única manera de salvar al planeta es establecer el socialismo o el comunismo, una tesis central de las corrientes neomarxistas de la actualidad.
(iii) La mayor expansión del sector de servicios en los países avanzados —mucho menos contaminante que la industria y la agricultura—, junto con la caída de la participación de su producción manufacturera, ha permitido el crecimiento del PIB y, simultáneamente, la reducción de sus emisiones de efecto invernadero. Estos países ahora importan numerosos bienes industriales fabricados en economías emergentes como China, India y Vietnam (en los cálculos de las emisiones en los países avanzados se incluyen las necesarias para producir los bienes industriales importados).
(iv) Algunos de los países emergentes que producen y exportan bienes industriales, en especial India y Vietnam, todavía utilizan el carbón en forma preponderante, pero vienen elevando la eficiencia energética. La mayoría de ellos, además, adelantan proyectos de generación con fuentes renovables.
(v) Lo anterior tiene algunas implicaciones para los planes de “reindustrialización” planteados por el Gobierno. En el desarrollo de esta política, si es que alguna vez se hace realidad, se debe tener especial cuidado con el uso eficiente de la energía para que la expansión de la industria no entre en conflicto con el objetivo de que Colombia sea una “potencia mundial de la vida”.
Estas discusiones deben desideologizarse y basarse en hechos técnicos y científicos. Las economías pueden crecer y consumir y, al mismo tiempo, reducir sus emisiones —independientemente del “modo” de producción—, si los gobiernos adoptan políticas efectivas de reducción de emisiones y generación por medio de fuentes renovables.