Los precios de la hoja y la base de coca registraron caídas del orden del 50 % a mediados de 2022, un fenómeno que ha tenido un impacto considerable en los ingresos de cientos de miles de familias que dependen de este cultivo, especialmente en Nariño, Cauca y el Catatumbo.
Las cifras muestran que la reducción de estos precios se originó en un aumento de la oferta y no en una reducción de la demanda de cocaína en los mercados mundiales.
La evidencia indica que se presentó un notable incremento de la producción de coca en Colombia en 2022. El área sembrada llegó a 230.000 hectáreas, con una expansión del 13 % frente a la del año anterior. Pero fue más importante el aumento de la producción de cocaína, que llegó a 1.700 toneladas, 24 % más alta que la de 2021, gracias al incremento de la productividad en los laboratorios donde se procesa la base de coca.
Por otra parte, las estadísticas también muestran que se elevó la producción de coca en Perú, Bolivia y otros países, la cual se sumó a la mayor oferta de Colombia, una parte de la cual, al no venderse a los traficantes, generó excedentes de la hoja y la base de coca en nuestro país.
La demanda mundial de cocaína ha crecido en varios países y se mantiene elevada en Estados Unidos. Según los expertos, la firmeza del consumo de coca en el mercado norteamericano se comprueba por la estabilidad del precio del gramo en las calles, el volumen de los decomisos y las muertes por sobredosis.
En materia de demanda, con base en la evidencia, los expertos sostienen que no es cierto que el consumo de cocaína haya bajado en Estados Unidos como consecuencia de la rápida expansión del fentanilo, una versión difundida por el presidente Petro.
Para explicar la caída del precio de la coca en Colombia, la organización Washington Office on Latin America (WOLA) menciona otras hipótesis interesantes, pero que tienen un menor sustento empírico. Señala, en primer lugar, que el precio en Colombia se redujo porque hoy se están haciendo mayores decomisos, ya que los militares que nombró el presidente Petro reemplazaron al personal corrupto del gobierno anterior. WOLA, por otra parte, especula que la neutralización de personajes como Otoniel, el Paisa y otros capos hizo que desaparecieran transitoriamente compradores en las zonas que controlaban sus organizaciones. Una tercera explicación dice que la desmovilización de las FARC, organización que ordenaba el mercado como un monopsonio (un único comprador), ha hecho que surjan distintos compradores que compiten violentamente entre sí y que, en medio de sus guerras, dejan sin atención algunas zonas o fuerzan la caída de los precios para mejorar su negocio. Por último, WOLA dice que se ha dado una integración vertical entre algunos grandes productores y los mayores traficantes, y que, en consecuencia, han dejado por fuera a pequeños agricultores aislados, quienes sufren en mayor medida la caída del precio.
Los datos más recientes indican que los precios de la hoja y la base de coca vienen recuperándose de la gran caída que se dio en 2022, aunque todavía no alcanzan los niveles de sus mejores días. Todo indica que las autoridades perdieron la gran oportunidad de impulsar, en la época de las vacas flacas, campañas de sustitución de coca y vincular a miles de familias a la producción de otros productos con buena rentabilidad.
Los precios de la hoja y la base de coca registraron caídas del orden del 50 % a mediados de 2022, un fenómeno que ha tenido un impacto considerable en los ingresos de cientos de miles de familias que dependen de este cultivo, especialmente en Nariño, Cauca y el Catatumbo.
Las cifras muestran que la reducción de estos precios se originó en un aumento de la oferta y no en una reducción de la demanda de cocaína en los mercados mundiales.
La evidencia indica que se presentó un notable incremento de la producción de coca en Colombia en 2022. El área sembrada llegó a 230.000 hectáreas, con una expansión del 13 % frente a la del año anterior. Pero fue más importante el aumento de la producción de cocaína, que llegó a 1.700 toneladas, 24 % más alta que la de 2021, gracias al incremento de la productividad en los laboratorios donde se procesa la base de coca.
Por otra parte, las estadísticas también muestran que se elevó la producción de coca en Perú, Bolivia y otros países, la cual se sumó a la mayor oferta de Colombia, una parte de la cual, al no venderse a los traficantes, generó excedentes de la hoja y la base de coca en nuestro país.
La demanda mundial de cocaína ha crecido en varios países y se mantiene elevada en Estados Unidos. Según los expertos, la firmeza del consumo de coca en el mercado norteamericano se comprueba por la estabilidad del precio del gramo en las calles, el volumen de los decomisos y las muertes por sobredosis.
En materia de demanda, con base en la evidencia, los expertos sostienen que no es cierto que el consumo de cocaína haya bajado en Estados Unidos como consecuencia de la rápida expansión del fentanilo, una versión difundida por el presidente Petro.
Para explicar la caída del precio de la coca en Colombia, la organización Washington Office on Latin America (WOLA) menciona otras hipótesis interesantes, pero que tienen un menor sustento empírico. Señala, en primer lugar, que el precio en Colombia se redujo porque hoy se están haciendo mayores decomisos, ya que los militares que nombró el presidente Petro reemplazaron al personal corrupto del gobierno anterior. WOLA, por otra parte, especula que la neutralización de personajes como Otoniel, el Paisa y otros capos hizo que desaparecieran transitoriamente compradores en las zonas que controlaban sus organizaciones. Una tercera explicación dice que la desmovilización de las FARC, organización que ordenaba el mercado como un monopsonio (un único comprador), ha hecho que surjan distintos compradores que compiten violentamente entre sí y que, en medio de sus guerras, dejan sin atención algunas zonas o fuerzan la caída de los precios para mejorar su negocio. Por último, WOLA dice que se ha dado una integración vertical entre algunos grandes productores y los mayores traficantes, y que, en consecuencia, han dejado por fuera a pequeños agricultores aislados, quienes sufren en mayor medida la caída del precio.
Los datos más recientes indican que los precios de la hoja y la base de coca vienen recuperándose de la gran caída que se dio en 2022, aunque todavía no alcanzan los niveles de sus mejores días. Todo indica que las autoridades perdieron la gran oportunidad de impulsar, en la época de las vacas flacas, campañas de sustitución de coca y vincular a miles de familias a la producción de otros productos con buena rentabilidad.