Cuando Colombia y buena parte de las antiguas colonias de España se aproximan a los 200 años de vida independiente, es conveniente preguntar si sus ciudadanos han alcanzado la libertad. Según los trabajos de Freedom House, FH, una fundación con sede en Washington que acaba de dar a conocer el estudio sobre la situación mundial en 2007, la respuesta es negativa.
De acuerdo con sus criterios, algunos de estos países son sólo parcialmente libres. Es más, señala que en los últimos 25 años han sufrido un retroceso en esta materia.
En 1980 la vasta mayoría de América Latina estaba sometida al mando de dictadores militares. Venezuela y Colombia, con sus grandes partidos y sus democracias tradicionales, eran entonces la excepción. FH las calificaba como libres. La situación se invirtió con el paso de los años. Ahora los países andinos son sólo parcialmente libres, mientras que los demás ya se consideran como libres, sin atenuantes. Chile es un caso para destacar: después de la prolongada dictadura de Pinochet, hoy disfruta de una calificación semejante a la de Dinamarca y Bélgica.
En el conjunto del mundo, la situación de la libertad es también hoy más positiva que hace 25 años: en 1980, por ejemplo, existía la Unión Soviética y los militares mandaban a sus anchas no sólo en América Latina sino en buena parte de los países de Asia y África. Pero después de la histórica mejoría de finales de los años ochenta y comienzos de los noventa, FH encuentra que en los últimos tiempos se viene dando un retroceso: en la misma Rusia, en varias de las antiguas repúblicas soviéticas, en Nigeria, Congo, Filipinas y Bangladesh.
Las cifras de FH son el resultado de la evaluación de 25 preguntas, divididas en dos categorías que miden el ejercicio de los derechos políticos y las libertades civiles. Entre las primeras se califican la libertad y transparencia de los procesos electorales, la participación ciudadana y el funcionamiento del gobierno. Entre los derechos civiles se consideran la libertad de expresión, el imperio de la ley y la autonomía y ejercicio de los derechos individuales.
Colombia es débil, sobre todo, en el funcionamiento del gobierno, el imperio de la ley y los derechos de asociación y organización. Estas fallas, de acuerdo con FH, impiden que los ciudadanos puedan ejercer plenamente su libertad. Aunque en varios aspectos el país ha venido obteniendo, año tras año, mejores resultados (por ejemplo, en pluralismo político y participación, sin duda como resultado del crecimiento de los partidos de oposición), en lo que se refiere al imperio de la ley y la justicia y a la eficacia del gobierno, no se aprecia avance alguno.
Como es natural, estas calificaciones, muchas veces simplistas, pueden ser criticadas con buenos argumentos. Algunos observadores también cuestionan la orientación y las motivaciones de FH. Se anota que esta fundación es muy cercana al gobierno de Estados Unidos y que algunos de sus directores son reconocidos ideólogos de derecha (aunque también se reconoce que FH fue fundada por Eleanor Roosevelt, en el ala progresista del partido Demócrata, y que ha recibido apoyo de importantes líderes sindicales de Estados Unidos).
Lo importante para Colombia es que las cifras de FH confirman los resultados de otros estudios que analizan la vigencia de los derechos fundamentales en los distintos países del mundo. En cualquier comparación internacional, el país exhibe grandes debilidades en materia de justicia, corrupción, eficacia del gobierno y participación ciudadana. A pesar de la vigencia de estos temas, que hacían parte central del ideario de los precursores y los héroes de la Independencia, no se encuentran en la agenda de reformas y preocupaciones de buena parte de los actores de la vida política colombiana.
Cuando Colombia y buena parte de las antiguas colonias de España se aproximan a los 200 años de vida independiente, es conveniente preguntar si sus ciudadanos han alcanzado la libertad. Según los trabajos de Freedom House, FH, una fundación con sede en Washington que acaba de dar a conocer el estudio sobre la situación mundial en 2007, la respuesta es negativa.
De acuerdo con sus criterios, algunos de estos países son sólo parcialmente libres. Es más, señala que en los últimos 25 años han sufrido un retroceso en esta materia.
En 1980 la vasta mayoría de América Latina estaba sometida al mando de dictadores militares. Venezuela y Colombia, con sus grandes partidos y sus democracias tradicionales, eran entonces la excepción. FH las calificaba como libres. La situación se invirtió con el paso de los años. Ahora los países andinos son sólo parcialmente libres, mientras que los demás ya se consideran como libres, sin atenuantes. Chile es un caso para destacar: después de la prolongada dictadura de Pinochet, hoy disfruta de una calificación semejante a la de Dinamarca y Bélgica.
En el conjunto del mundo, la situación de la libertad es también hoy más positiva que hace 25 años: en 1980, por ejemplo, existía la Unión Soviética y los militares mandaban a sus anchas no sólo en América Latina sino en buena parte de los países de Asia y África. Pero después de la histórica mejoría de finales de los años ochenta y comienzos de los noventa, FH encuentra que en los últimos tiempos se viene dando un retroceso: en la misma Rusia, en varias de las antiguas repúblicas soviéticas, en Nigeria, Congo, Filipinas y Bangladesh.
Las cifras de FH son el resultado de la evaluación de 25 preguntas, divididas en dos categorías que miden el ejercicio de los derechos políticos y las libertades civiles. Entre las primeras se califican la libertad y transparencia de los procesos electorales, la participación ciudadana y el funcionamiento del gobierno. Entre los derechos civiles se consideran la libertad de expresión, el imperio de la ley y la autonomía y ejercicio de los derechos individuales.
Colombia es débil, sobre todo, en el funcionamiento del gobierno, el imperio de la ley y los derechos de asociación y organización. Estas fallas, de acuerdo con FH, impiden que los ciudadanos puedan ejercer plenamente su libertad. Aunque en varios aspectos el país ha venido obteniendo, año tras año, mejores resultados (por ejemplo, en pluralismo político y participación, sin duda como resultado del crecimiento de los partidos de oposición), en lo que se refiere al imperio de la ley y la justicia y a la eficacia del gobierno, no se aprecia avance alguno.
Como es natural, estas calificaciones, muchas veces simplistas, pueden ser criticadas con buenos argumentos. Algunos observadores también cuestionan la orientación y las motivaciones de FH. Se anota que esta fundación es muy cercana al gobierno de Estados Unidos y que algunos de sus directores son reconocidos ideólogos de derecha (aunque también se reconoce que FH fue fundada por Eleanor Roosevelt, en el ala progresista del partido Demócrata, y que ha recibido apoyo de importantes líderes sindicales de Estados Unidos).
Lo importante para Colombia es que las cifras de FH confirman los resultados de otros estudios que analizan la vigencia de los derechos fundamentales en los distintos países del mundo. En cualquier comparación internacional, el país exhibe grandes debilidades en materia de justicia, corrupción, eficacia del gobierno y participación ciudadana. A pesar de la vigencia de estos temas, que hacían parte central del ideario de los precursores y los héroes de la Independencia, no se encuentran en la agenda de reformas y preocupaciones de buena parte de los actores de la vida política colombiana.