Después del catastrófico debate de Biden y el atentado contra Trump que lo elevó a categoría de mártir, es más probable que nunca que el millonario republicano sea el próximo presidente de Estados Unidos.
Ante esta realidad, todos los países del mundo, y en particular los de América Latina, deben prepararse para el segundo gobierno de Trump.
Hay tres temas en su plataforma que deben preocupar a los habitantes de esta región. El primero es el de los inmigrantes. Después de señalar que la mayoría de ellos son criminales, enfermos mentales y presos fugados, evacuados de sanatorios y cárceles, causantes de la mayoría de los crímenes en Estados Unidos, promete arrestos masivos a los indocumentados y deportaciones en una escala histórica. Cientos de miles de personas, antes de su expulsión, serían alojadas en campos de detenidos vigilados por el ejército. Además, se extenderán los muros en la frontera y se elevará la dificultad para obtener visas, incluso para aquellos nacidos en Estados Unidos.
El segundo es del narcotráfico y los carteles del narcotráfico. En esta materia, el magnate ha expresado en numerosas oportunidades su intención de tomar fuertes medidas contra México de la mano de sus fuerzas armadas. Sus colaboradores han contado que le han escuchado ideas como la de invadir ese país, bombardear los refugios de los carteles e incluso provocar una guerra con su vecino.
El tercero se sitúa en el campo de la economía. De entrada, se sabe que Trump, sus colaboradores y, en especial, su candidato a la vicepresidencia, J. D. Vance, son proteccionistas, fervientes nacionalistas y, en el campo de las relaciones internacionales, aislacionistas. Varios de sus asesores, en particular, el exótico Peter Navarro, vienen circulando la idea de imponer un arancel generalizado del 60 % a China y otro del 10 % a todas las importaciones del resto del mundo. Completan su proyecto con cálculos de un incremento fabuloso de los recaudos aduaneros que, según ellos, les permitirían financiar nuevas rebajas a los impuestos sobre la renta.
Los tres temas, sin excepción, afectarían seriamente a los países latinoamericanos. Estos, en primer lugar, tendrían que alojar a los deportados y buscar una solución para cientos de miles de personas que todos los años recorren sus territorios en su tránsito hacia los Estados Unidos (en nuestro caso, cerca de medio millón de individuos cruzan con ese propósito el antiguo tapón del Darién). Por otra parte, el nuevo gobierno de México tendrá que enfrentar las amenazas de su vecino al tiempo que decide si mantiene o no la política de AMLO de “abrazos y no balazos” con los capos de las mafias. Por último, un arancel generalizado a todas las exportaciones a Estados Unidos, además de violar los tratados de libre comercio y desatar una guerra comercial con el resto del mundo, constituiría un grave golpe a las economías latinoamericanas, causaría grandes dislocaciones y un significativo aumento del desempleo y la pobreza.
Con la victoria de Trump, en síntesis, se avecinan serios problemas para esta región. Los analistas de las relaciones internacionales seguramente concluirán que, de persistir tercamente en estas iniciativas, Estados Unidos estará empujando a esta región, gobernada por varios mandatarios de izquierda, a integrarse al bloque del Sur Global y, en particular, a la órbita de China.
Después del catastrófico debate de Biden y el atentado contra Trump que lo elevó a categoría de mártir, es más probable que nunca que el millonario republicano sea el próximo presidente de Estados Unidos.
Ante esta realidad, todos los países del mundo, y en particular los de América Latina, deben prepararse para el segundo gobierno de Trump.
Hay tres temas en su plataforma que deben preocupar a los habitantes de esta región. El primero es el de los inmigrantes. Después de señalar que la mayoría de ellos son criminales, enfermos mentales y presos fugados, evacuados de sanatorios y cárceles, causantes de la mayoría de los crímenes en Estados Unidos, promete arrestos masivos a los indocumentados y deportaciones en una escala histórica. Cientos de miles de personas, antes de su expulsión, serían alojadas en campos de detenidos vigilados por el ejército. Además, se extenderán los muros en la frontera y se elevará la dificultad para obtener visas, incluso para aquellos nacidos en Estados Unidos.
El segundo es del narcotráfico y los carteles del narcotráfico. En esta materia, el magnate ha expresado en numerosas oportunidades su intención de tomar fuertes medidas contra México de la mano de sus fuerzas armadas. Sus colaboradores han contado que le han escuchado ideas como la de invadir ese país, bombardear los refugios de los carteles e incluso provocar una guerra con su vecino.
El tercero se sitúa en el campo de la economía. De entrada, se sabe que Trump, sus colaboradores y, en especial, su candidato a la vicepresidencia, J. D. Vance, son proteccionistas, fervientes nacionalistas y, en el campo de las relaciones internacionales, aislacionistas. Varios de sus asesores, en particular, el exótico Peter Navarro, vienen circulando la idea de imponer un arancel generalizado del 60 % a China y otro del 10 % a todas las importaciones del resto del mundo. Completan su proyecto con cálculos de un incremento fabuloso de los recaudos aduaneros que, según ellos, les permitirían financiar nuevas rebajas a los impuestos sobre la renta.
Los tres temas, sin excepción, afectarían seriamente a los países latinoamericanos. Estos, en primer lugar, tendrían que alojar a los deportados y buscar una solución para cientos de miles de personas que todos los años recorren sus territorios en su tránsito hacia los Estados Unidos (en nuestro caso, cerca de medio millón de individuos cruzan con ese propósito el antiguo tapón del Darién). Por otra parte, el nuevo gobierno de México tendrá que enfrentar las amenazas de su vecino al tiempo que decide si mantiene o no la política de AMLO de “abrazos y no balazos” con los capos de las mafias. Por último, un arancel generalizado a todas las exportaciones a Estados Unidos, además de violar los tratados de libre comercio y desatar una guerra comercial con el resto del mundo, constituiría un grave golpe a las economías latinoamericanas, causaría grandes dislocaciones y un significativo aumento del desempleo y la pobreza.
Con la victoria de Trump, en síntesis, se avecinan serios problemas para esta región. Los analistas de las relaciones internacionales seguramente concluirán que, de persistir tercamente en estas iniciativas, Estados Unidos estará empujando a esta región, gobernada por varios mandatarios de izquierda, a integrarse al bloque del Sur Global y, en particular, a la órbita de China.