La primera semana de noviembre se celebró en El Carmen de Bolívar, cabeza de los Montes de María, entre Bolívar y Sucre, el Festival Audiovisual FAMMA, que ese año llegó a su vigésimo aniversario. Este es un certamen que significó el paso de la barbarie de las masacres a la fuerza creadora de la gente caribe.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
La primera semana de noviembre se celebró en El Carmen de Bolívar, cabeza de los Montes de María, entre Bolívar y Sucre, el Festival Audiovisual FAMMA, que ese año llegó a su vigésimo aniversario. Este es un certamen que significó el paso de la barbarie de las masacres a la fuerza creadora de la gente caribe.
A finales del siglo XX los quince municipios de esta subregión, a dos horas y media de Cartagena, se desangraban, huían y se defendían con canciones tocadas con gaita, tambor y acordeón. Zona roja, era el inri que todo el país le colgó a esa tierra fértil en cosechas, ganadería y coplas de sus habitantes.
Un día se proyectó sobre una sábana blanca, frente a la iglesia amarilla de dos torres, la película de Woody Allen, La rosa púrpura del Cairo (1985), en la que el protagonista, Jeff Daniels, salta de la pantalla a la oscuridad de la sala, atraído por Mia Farrow, espectadora obsesionada por la cinta.
Cine y vida verdadera, cultura y realidad: esta dupla taladró el cerebro de Soraya Bayuelo, mujer de amplias vestiduras que descresta a cualquier auditorio bailando porro con una botella de cerveza inmóvil sobre la cabeza. Convocó entonces a varios jóvenes para fundar a comienzos del XXI lo que llamó “Colectivo de Comunicaciones”.
El movimiento se regó como la fama de las chepacorinas, unas galletas dulces de queso, que son insignia de la creatividad gastronómica local. Exhibían cine al aire libre en las plazas de los pueblos, conversaban con los habitantes, saludaban a líderes reconocidos como Jesús Pérez, dirigente de los Usuarios Campesinos en Los Palmitos.
Se capacitaron en realización de cortometrajes, incluidas obras de ficción, lograron conseguir equipos modernos de producción y proyección, emprendieron el camino de dejar en cinta la historia y el presente de la región. Así nació el Festival Audiovisual FAMMA que acaba de cumplir los veinte años.
En las fotos y grabaciones de esta aventura se observa siempre el emblemático sombrero vueltiao, que se convirtió en marca del Caribe colombiano. Año tras año, los exhibidores nacionales a internacionales han reconocido la calidad de la programación, de modo que el festival entró a ser parte de los imperdibles para los profesionales del séptimo arte y para el público en general.
No se ven en este certamen películas desvinculadas de la realidad histórica y actual de regiones cuyos habitantes intentan unir cultura y realidad. E igual que lo sucedido a los actores de Woody Allen, los espectadores experimentan curiosidad y atracción por las hazañas reales de pueblos que fueron acribillados y lograron erguir sus frentes.
Soraya Bayuelo es incansable. Ha estado detrás de un museo itinerante de los Montes de María. En él varias ciudades del país se han acercado al empuje de una región que logró cambiar la fama de violenta por el prestigio y calidad de esta otra FAMMA. A partir del canto a su tierra consiguió aglomerar a sus coterráneos alrededor de la creación de su mejor realidad.