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Mito y presencia de la tercera guerra mundial

Arturo Guerrero
29 de noviembre de 2024 - 05:00 a. m.
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"La preeminencia de Trump puede indicar el derribo de la democracia y el advenimiento del fascismo en el país de las dos mitades que se odian": Arturo Guerrero.
"La preeminencia de Trump puede indicar el derribo de la democracia y el advenimiento del fascismo en el país de las dos mitades que se odian": Arturo Guerrero.
Foto: EFE - JUSTIN MERRIMAN

En los últimos tiempos se han levantado voces que alertan por la inminencia de la tercera guerra mundial. Todavía no se puede iniciar con mayúsculas el nombre de este cataclismo, pues el monstruo apenas ha mostrado sus fauces. Estas son dobles: Rusia vs. Ucrania y Netanyahu vs. los palestinos

En ambos casos asoma el terror de las armas nucleares, propias o suministradas por una superpotencia aliada. Es tan apabullante este poderío de destrucción que la crisis ambiental y el calentamiento global tienden a tomarse como ficción. Además, la temperatura que derrite los polos es asunto gradual que va sumando apenas a paso lento.

En cambio, la contundencia de la gran bomba evoca de inmediato la catástrofe instantánea de Hiroshima y proyecta su destrucción a escala planetaria. Se hunde el botón rojo del que pende la vida, y estalla íntegra la realidad que conocemos los habitantes de nuestra esfera volante.

Cabe aquí la premonición sentenciada por el escritor Norman Mailer (Nueva Jersey, 1923 – Nueva York, 2007): “La guerra es un estado mental, que precede a las hostilidades y continúa después de que estas han cesado... Estamos viviendo una situación de prefascismo; todavía no somos un país fascista, pero podría ocurrir pronto... En Estados Unidos la democracia está siendo sometida a un proceso de acoso y derribo... La mitad de los norteamericanos no puede soportar a la otra mitad”.

Esta advertencia fue emitida por Mailer en 2003, en entrevista a El País de Madrid. Todavía no asomaba su cara colorada el magnate Donald Trump y nadie imaginaba que podría ser dos veces presidente de aquella potencia dividida en dos mitades.

La preeminencia de Trump, por encima de sus decenas de enjuiciamientos en las cortes, puede indicar el derribo de la democracia y el advenimiento del fascismo en el país de las dos mitades que se odian. Estaríamos entonces frente al estado mental que precede a las hostilidades.

La posesión de Trump el 20 de enero próximo adquirirá su dimensión bélica, pues entonces comenzará a hacerse patente el papel de Norteamérica frente a las guerras de Ucrania y Gaza. Pero aquel estado mental anterior a las bombas está desde ya servido en bandeja.

Por eso el mundo tiembla ante la inminencia de la tercera guerra mundial. Y dentro del mundo, Colombia. Aquí no tenemos reactores nucleares, pero sí sufrimos del estado mental previo a las hostilidades. Además, no escatimamos motivos e instrumentos para odiarnos por mitades.

Desde cuando Bolívar lanzó su dolorida sentencia de que “cada colombiano es un país enemigo”, hemos acumulado destrezas para exterminarnos en los campos, en las ciudades, en los hogares. Tenemos sembrados en el alma nacional los virus de la matanza. Por eso, tras cada acuerdo de paz se multiplican las disidencias, los grupos residuales, las autodefensas, las mil siglas que suelen justificar el uso de fusiles. Lo triste de este destino es que ninguna de esas escaramuzas nos podría salvar de la chamusquina de la tercera guerra mundial.

arturoguerreror@gmail.com

 

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