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Luis Ernesto Gómez, conocido tal vez por su familia cercana, ostenta y saca pecho ahora como viceministro del Interior —¿quién es el ministro?—, y afirma sin sonrojarse “que los toreros pueden ir a la cárcel si el Congreso no aprueba la ley que prohíbe las corridas de toros”. Sentencia que huele y suena a chantaje burdo y populista de los estertores del actual Gobierno.
La Corte estableció que en Colombia no pueden maltratarse animales, porque son sintientes, refiriéndose únicamente a los toros de lidia y dejando por fuera gallos de pelea, festivales de coleo y corralejas en espectáculos culturales o de acceso al público, y permitiendo torturar a mansalva, eso sí, vacas, cerdos, pollos, aves, peces... que son asesinados masivamente. ¿O alguien se atreve a decir que estos tienen una muerte digna y respetuosa, como sí la tiene un toro, que llega al ruedo para ser lidiado?
El vice, no sé si pertenece a la categoría de los pensantes o sintientes, pues animales somos todos, nos condena de un tajo a todos los colombianos a ir a la cárcel, ya que la mayoría nos quedamos impávidos cuando se matan millones de vacunos, ovinos, porcinos, plumíferos y acuáticos, nos comemos su carne y demandamos el producto para satisfacer nuestro apetito, a sabiendas de que no tienen una muerte digna, sino repugnante y dolorosa. Somos los colombianos los que incentivamos este maltrato animal masivo y diario.
Lo más curioso es que este Gobierno la mayor parte de su mandato ha promulgado a diestra y siniestra la defensa de los derechos de las minorías. Sin embargo, pareciera que existen minorías “buenas”, como los indígenas, y minorías “malas”, como los aficionados a la fiesta brava. Esto me recuerda a Rojas Pinilla cuando dividió a los “comunistas buenos” de los “comunistas malos” y oficializó la creación de los movimientos guerrilleros, afortunadamente hoy comprometidos con la paz.
Ser “antitaurino” se volvió moda en este país de hipócritas o cafres. Nos quedamos indolentes ante los asesinatos —impunes— de la época de los falsos positivos o de los ataques del Eln que sigue en su ley del terror, la corrupción rampante de políticos y empresarios acomodados en sus lujosas casas por cárcel, los escándalos del cartel de la toga, de la hemofilia, de los Odebrecht, pero amenazamos con cárcel a los carteles taurinos, los únicos honestos y sin guion, que salen a jugarse la vida en un ritual milenario ante el toro que nace para ser lidiado desde que surgió su especie.
Sugiero un poco más de seriedad y cordura en este tema. Los taurinos tenemos derecho a asistir a las plazas de toros. Basta ya de estupideces como las afirmaciones de este empollo burócrata.
Colombianos: los invito a apoyar este derecho inalienable de esta inmensa minoría. Felipe Negret y Cormanizales: ¡no se dejen chantajear! Los taurinos colombianos no dejaremos atropellarnos con voces populistas en vísperas de elecciones. También tenemos los machos bien amarrados.
O nos tienen que meter a todos los colombianos en la cárcel. ¡Acompañaremos a los toreros y sus cuadrillas y haremos redondeles en los penales para seguir gritando olés!
Rodrigo Lara: no se deje chantajear. Haga honor al valor y carácter de su padre, a quien tuve la fortuna de conocer y de admirar. ¡Ni un paso atrás!
P.D. ¡Este reportaje de El Espectador al vice merece ser guardado como recuerdo en los anales que coleccionan las estupideces políticas de algunos funcionarios!
