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“Los vagabundos de Dios”


Aura Lucía Mera
30 de julio de 2024 - 05:05 a. m.
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Me estremecí. Mario Mendoza se nos mete en las tripas y las sacude. Un libro alucinante. ¿Ficción? ¿Realidad? ¿Así estamos de locos todos? ¿El odio y la venganza son los motores de la salvación y el renacer?

Él mismo escribe como advertencia: “Aunque muchos de los sucesos que aparecen en este libro son de fácil comprobación en la realidad y constituyen uno de los capítulos más amargos de la historia de Bogotá en las últimas décadas, tanto los personajes como la trama pertenecen exclusivamente al territorio de la ficción. No es de la intención del autor ofender o perjudicar a ninguna persona vinculada de manera directa o indirecta con esta historia”.

Y ahí comienza el remolino. El narrador, en primera persona, es un escritor. Plena pandemia. El covid le impide visitar a su mamá en el ancianato. Siente una especie de liberación y se encueva en su apartamento, disfrutando de esa extraña felicidad de la soledad del escritor. Pero todo se empieza a desparramar cuando su madre muere. No puede recoger las cenizas, y la culpa, el duelo, el inconsciente traidor que las cobra todas lo lleva a sufrir accidentes que lo dejan maltrecho, vuelto nada, y decide nunca más volver a escribir. Ya su vida pierde el norte y las ganas.

Un acontecimiento casual lo va envolviendo. Sin darse cuenta, se mete en los socavones más sórdidos, conoce mujeres y hombres desgarrados por la violencia. Ya nadie sabe quién es víctima o victimario. Y nos va descubriendo los misterios de esa capital gélida, contradictoria, llena de secretos, sectas, fundamentalistas, ingenuos y criminales. Cómo en nombre de Dios se camuflan atrocidades y la purificación de la humanidad es a través de la extinción. ¿Quiénes son los buenos? ¿Quiénes son los malos? Unidos en el común denominador del odio y la venganza.

No pierde el ritmo. Al contrario, cada página conlleva más adrenalina, imparable. Se pregunta al final de la historia, esa historia macabra, ardua, confusa en la que se metió “si tendría la fuerza suficiente como para volver a enfrentar esa primera página en blanco… prepararse para ese reto definitivo, para la auténtica aventura sagrada: el lenguaje, el poder inconmensurable de las palabras” para poder plasmar toda la locura que lo había invadido sin darse cuenta.

Mario Mendoza, un escritor con mayúsculas. Con una fuerza interior casi demoníaca y una prosa concisa y precisa. No hay palabra que sobre ni falte, ni adjetivo superfluo ni adorno. Sin embargo, no deja de lado la ternura ni la compasión, narrando la cruda y salvaje realidad en la que vivimos y que muchas veces ni nos damos cuenta por estar tomando selfies, regodeando el ego, caminando ciegos y sordos hacia el abismo, con la frialdad absoluta de la frivolidad del instante.

Los vagabundos de Dios es una obra en busca de sus fantasmas interiores y, por qué no, de su redención y liberación. Ese desierto solitario que debemos caminar para encontrar el oasis de la propia libertad.

 

Contrapunteo(18670)10 de agosto de 2024 - 02:02 p. m.
Leí muchos de libros de Mario Mendoza hasta que dije ... no más. En la última feria del libro caí de nuevo en la tentación de leerlo y compré su última obra, en la que se ve que el estilo de este escritor, con infinidad de seguidores, se va decantando, puliendo en el buen sentido de la palabra; lo empecé a leer como prevenido y de una me agarró. Mendoza está joven y muy seguramente esta novela no va a ser la mejor, el hombre tiene futuro y madera. Paga leerla.
orlando(94712)31 de julio de 2024 - 04:32 p. m.
Extraordinaria obra. Da gusto leerla y produce el deseo de terminarla cuanto antes. Es una mezcla bien intencionada de ficción y realidad, poniendo en juego su humanismo y gran virtud como escritor. Se vive la novela con el autor. Mario Mendoza es un fuera de serie... Me le quito el sombrero maestro... Le deseo muchos éxitos. Es uno de mis autores preferidos...Orlando
  • pandebono(37991)08 de agosto de 2024 - 01:51 a. m.
    Interesante que Orlando quiere terminar Los vagabundos cuanto antes. Yo, en contraste, la estoy leyéndola lentamente, saboreando cada página, relamiéndome cada episodio, sufriendo con el protagonista. Será cosa de gustos, ¿no? Pero en lo que no discrepo con Orlando es que Mendoza es un autorazo extraordinario que lo agarra a uno y lo mete en la cloaca en la que anda. Apenas he leído una tercera parte y espero que la novela (o ¿será la realidad? uno ya no sabe qué creer...) no se termine nunca.
Olegario(51538)31 de julio de 2024 - 12:48 a. m.
Mendoza ha ido decantando su estilo: la novela urbana en universos distópicos, con tramas alucinantes y en ocasiones retorcidas, con el marco del mundo underground, que es el de Bogotá, pero puede ser el de cualquier urbe latinoamericana o del mundo. Sin duda una buena recomendación, doña Aura Lucía. Gracias.
rodrigo(82201)30 de julio de 2024 - 10:41 p. m.
La recomendaciones literarias de Aura Lucia son interesantes guste o no guste al auditorio , en la columna de hoy en el País se le sale el " Momio " le dolió lo María Antonieta en la inauguración de los juegos Olímpicos, los años pesan
Rosa(57807)30 de julio de 2024 - 05:06 p. m.
No conozco aún el libro, pero a través de la literatura vemos y a veces encontramos la realidad que suele ser peor que la ficción.
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