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Manizales y los toros

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Aura Lucía Mera
07 de enero de 2025 - 05:05 a. m.
"La minoría antitaurina, con fines claramente políticos y populistas, insiste en que se prohíban las corridas en Colombia, ignorantes de que estas son parte de nuestro patrimonio cultural y ancestral": Aura Lucía Mera.
"La minoría antitaurina, con fines claramente políticos y populistas, insiste en que se prohíban las corridas en Colombia, ignorantes de que estas son parte de nuestro patrimonio cultural y ancestral": Aura Lucía Mera.
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Ya inició el ritual sagrado: la Feria de Manizales. Sus carretas del Rocío, desfiles, artesanías, gastronomía y hotelería decaerían casi en un noventa por ciento si se suprimen los toros. La tauromaquia es el epicentro de todas las actividades.

Aficionados de otros departamentos y países como Perú, Ecuador y Venezuela dejarían de asistir a esta ciudad cálida, misteriosa, tradicional y amable, incrustada entre montañas en las faldas del Nevado del Ruiz.

Parece que la minoría antitaurina, con fines claramente políticos y populistas, insiste en que se prohíban las corridas en Colombia, ignorantes de que estas son parte de nuestro patrimonio cultural y ancestral.

Me permito recordarles, por si lo sabían y han olvidado, que estos festejos vienen desde la Colonia, en el siglo XVI. En 1532, seis años antes de la conquista de los muiscas y de la fundación de Santa Fe de Bogotá, en una pequeña población costera, para recibir al gobernador Julián Gutiérrez, se celebró corriendo y capeando torillos.

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Ya en Santa Fe de Bogotá llegaron, gracias a Luis Alfonso de Lugo, treinta y cinco toros y treinta y cinco vacas. Se registran oficialmente seis corridas para festejar el arribo de las primeras autoridades de la Corona y la instalación de la Magna Audiencia.

Las corridas eran festejos indispensables en todas las fiestas civiles y religiosas. Los vecinos colaboraban con el tablado de la Plaza Mayor. En Popayán ayudaban encomenderos y caciques cercando la esquina del convento de las monjas.

En Bogotá, con los toros se presentaban comedias, pantomimas, músicos, titiriteros, polvoreros, mojigangas campesinas y fiestas de disfraces. Los indígenas tomaron gran afición por las corridas y fueron famosos por su valor los cayaima, natagaima y atacos. Los de raza negra dejaron su huella en Cali, Medellín y Cartagena, y los religiosos siempre acudían a estas festividades.

La única prohibición era no celebrarlas a la misma hora de los oficios religiosos ni interrumpir las misas. En 1739, las corridas se acompañaban con fuegos artificiales y chirimías. El virrey Solís las convirtió en el espectáculo más concurrido y disfrutado. Pocos días después de su posesión se decretaron cinco días seguidos de toros, con la complacencia del arzobispo.

Cuando Carlos III las prohibió, surgieron las “vacas locas” y los coleos, tradiciones que se han extendido hasta hoy en los llanos colombianos y venezolanos, con la participación de competidores mexicanos, argentinos, uruguayos y brasileños.

Siempre, la tauromaquia ha ido de la mano de un significado mítico-religioso. La muerte por estocada del toro es un ritual de ofrenda llevado a cabo por una especie de “sacerdote” encargado de consumar el ritual.

El grito de independencia del 20 de julio de 1810 se celebró con una gran corrida de toros como acto de acción de gracias. La instalación del primer Congreso Republicano y la elección de Antonio Nariño también se acompañaron de corridas, cabalgatas y chirimías. Incluso el Ejército Patriota, en honor a Simón Bolívar, organizó un gran festejo taurino.

La historia lo cuenta todo. ¡Olé, Manizales!

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Gustavo(14727)04 de febrero de 2025 - 11:33 a. m.
Se le salió la cadena a Aura, o como dijo el chavo , se le chispotió No se deben conservar las tradiciones bárbaras!! Por ejemplo que las mujeres no fueran a la escuela o que no podían tener derecho al voto
Gloria(27684)09 de enero de 2025 - 06:46 p. m.
Es el argumento más absurdo que he visto en mi vida. Evolucionar es precisamente salir de las costumbres bárbaras, de lo contrario, aún tendríamos (o seríamos) esclavos, iríamos a ver gladiadores matarse salvajemente y asistiríamos a rituales de vírgenes sacrificadas.
JORGE(70694)09 de enero de 2025 - 12:02 a. m.
Minoría antitaurina?? No será al revés?? De todas formas en la colonia se remataban esclavos y eso no es argumento para que hoy se mantenga ese acto ruin. El que no evoluciona, muere.
Ricardo(16541)08 de enero de 2025 - 10:56 p. m.
olé!!!
Felipe(94028)08 de enero de 2025 - 10:50 p. m.
La tauromaquia morirá por sí sola y es inútil defenderla. Incluso en España hay varias regiones y grandes ciudades en las que ya no hay corridas de toros. No tiene sentido que se prohíban exhibiciones de animales en los circos y que se sigan celebrando dizque "fiestas" para torturarlos. Es cierto que cuando no haya espectáculo, desaparecerán los toros que se crían expresamente para ello porque no son rentables para otra cosa. Una lástima que se pierdan también sus espacios naturales de crianza.
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