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Después de cuatro años de distanciamiento de la región, Brasil se reincorpora a la Celac con su voz diplomática y su perfil de mediador. La inauguración en Argentina estará llena de simbolismos, pues marca el retorno del presidente Lula da Silva y el regreso oficial de Brasil, dado que, en enero de 2020, el presidente Jair Bolsonaro suspendió la participación del país en este organismo.
Además de esto, siguiendo la tradición diplomática, Argentina será el primer país al que viaja el presidente Lula da Silva, lo que de alguna manera resignifica esta relación bilateral, construida a lo largo de los años no solamente por medio de acuerdos políticos, económicos, comerciales y culturales, sino también mediante una incesante búsqueda de mecanismos de confianza entre ambos países.
La visita del presidente Lula evidencia su pretensión de fortalecer y revitalizar Mercosur, que tiene como miembros plenos a Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay, y como Estados asociados a Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Surinam. Bolivia solicitó su incorporación plena en 2015.
Desde luego, esta cumbre ha provocado innumerables debates, pues están invitados los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela, clasificados por Washington y muchos países de la región y del mundo como antidemocráticos. Este encuentro podría ser interpretado por los miembros de la Celac como una oportunidad para decir a Washington que los países son soberanos y que respetan la autodeterminación de los pueblos, lo que prenuncia que nuevos vientos de libertad soplarán en la región, a expensas del Departamento de Estado y del Pentágono.
Importante recordar que la Celac fue creada en 2011, “como un mecanismo intergubernamental para el diálogo y el acuerdo político que incluye permanentemente a 33 países de América Latina y el Caribe”.
En la cumbre realizada en La Habana, en enero de 2014, se firmó la resolución que declara la región como zona de paz. La actual aboga por una mayor aproximación entre los países de la región con el fin de afrontar enormes desafíos económicos, sociales y políticos en un sistema internacional marcado por la guerra de Ucrania y sus impactos que parecieran no tener fin. En la agenda estarán seguridad alimentaria, integración energética, energía nuclear, sostenibilidad de los océanos y lucha contra el tráfico de drogas y de armas.
La integración latinoamericana y del Caribe ha sido aplazada desde siempre. En la Carta de Jamaica, Bolívar ya develaba sus preocupaciones con relación al presente y al futuro de los pueblos latinoamericanos.
La Celac, con Brasil a bordo, es un motivo de celebración no solo para la diplomacia brasileña, sino para las diplomacias de todo el continente. Sin embargo, es necesario mirar la región a la luz del siglo XXI, renunciar a los discursos cargados de resentimiento histórico, distanciarse de la historia única y alzar un nuevo vuelo, con una carta de navegación compatible a los nuevos tiempos y sus urgencias. Es fundamental salir del populismo y fortalecer el Estado democrático y sus instituciones para que puedan seguir funcionando cuando los días oscuros nos amedrentan.