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Comenzó oficialmente en Glasgow (Escocia - Reino Unido) la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), cuyo objetivo es establecer una agenda internacional para afrontar los efectos del calentamiento global.
El domingo 31, primer día de la cumbre, hubo varias conferencias y en los próximos 12 días, líderes y delegados de cerca de 200 países debatirán acerca de las estrategias concertadas en la Cumbre de París de 2015, con el fin de reducir los gases de efecto invernadero.
Como era de esperar, fuera de los salones de la cumbre, innumerables organizaciones ambientales internacionales protestaron por los esfuerzos insignificantes, hechos hasta el momento, para disminuir las temperaturas globales y encarar el problema climático en el mundo. La renuencia, el aplazamiento de soluciones y la falta de compromiso permean el mundo desarrollado y en desarrollo y hacen gala en los países que más contaminan el planeta diariamente.
La expectativa es que el 12 de noviembre sea aprobado el plan de transición “a la neutralidad de carbono para 2050″. La neutralidad del carbono es una meta necesaria para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados.
Hay claras evidencias de que un calentamiento global por encima de los 2°C llevaría el mundo a una situación compleja, con consecuencias impredecibles.
No obstante, es importante recordar que, según el Acuerdo de París, los países pueden establecer su propio cronograma y ritmo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, desde que lo actualicen cada cinco años.
Sin sombra de duda, esta cumbre será fundamental para establecer acciones globales acerca de las condiciones climáticas. Importante reiterar que los problemas ambientales atañen a las sociedades ricas y pobres. A pocos días del inicio de la Cumbre Glasgow, “China, India y Arabia Saudi, considerados grandes emisores de gas invernadero, no habían presentado planes concretos para reducir sus emisiones. En América Latina, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Guatemala están en esta lista, y México sorprende manteniendo su meta de reducción de emisiones de 2015″. Por su parte, los presidentes Bolsonaro y Duque afirmaron que llegarían a la Cumbre de Glasgow con propuestas claras para salvar la Amazonía: según el presidente Duque, Brasil y Colombia trabajarán unidos “por la transición energética” y para “alcanzar la neutralidad de carbono”. “Vivir para contarla”.
América Latina y el Caribe aparecen en el escenario del calentamiento global como una de las regiones más vulnerables del mundo. Huracanes e inundaciones han devastado varias áreas y ampliado un complejo ciclo del efecto climático: desplazamiento, pobreza y hambre.
En la práctica, todo esto significa la necesidad de una importante reducción de combustibles fósiles en la cadena productiva de energía y sustitución de los mismos por energías limpias, lo que exigirá, de toda la comunidad mundial, un plan estratégico con un cronograma riguroso y altas inversiones, además de la presión y la vigilancia de la sociedad global. Si esto ocurriera, el mundo empezaría a establecer un equilibrio entre la cantidad de gases de efecto invernadero liberados en la atmósfera y la capacidad de retenerlos.
La Agencia internacional de la Energía, preparó un informe detallado para la COP26, en donde listó acciones para que los países puedan alcanzar la neutralidad del carbono:
· Incrementar considerablemente las inversiones en energía solar y eólica.
· Erradicar en los próximos años sus centrales eléctricas de carbón.
· No seguir invirtiendo en nuevas producciones de petróleo y gas.
· Fomentar la construcción de centrales nucleares.
· Aumentar la producción de biocombustibles.
· Presionar las empresas y la sociedad para que haya un consumo responsable.
· Creación de industrias que eliminen las consecuencias de los gases de efecto invernadero.
La aceptación global de todas estas medidas tendrá que considerar la diversidad y asimetría que caracterizan las economías del mundo.
Desde 2009, los países industrializados se comprometieron a invertir 100.000 millones al año para ayudar a los países en desarrollo a sortear los desafíos del cambio climático. Según datos de la OCDE, hasta 2019, esta ayuda no llegó en su totalidad. Más allá de la ayuda financiera, se necesita transferencia de tecnología y conocimiento para alejarse de la visión y acción predatoria.
A pesar de que la cooperación internacional sea urgente, lo que no puede ocurrir es que los grandes contaminadores no asuman su responsabilidad, sigan contaminando y pasen una cuenta de cobro a los países en desarrollo y a los subdesarrollados. La cooperación internacional no podrá evadir el principio “quien contamina, paga”.
Glasgow deberá ser visto como una esperanza, como doce días en que se hablará del tema ambiental. En este escenario de urgencia y de concientización acerca de la supervivencia de la humanidad aparece un escenario sombrío: ¿Cuán autónomos son los líderes mundiales frente al capital financiero internacional para implementar un modelo sostenible que quizás bajará sus altísimas rentabilidades?
En las últimas horas, la joven Greta Thunberg ha hecho un llamamiento de emergencia para reunir firmas en todo el mundo: “Hola, ¿has visto este llamamiento de emergencia? Yo acabo de firmarlo, estaría genial que tú también te unieras. Aprovechemos Glasgow, demos una “Alerta roja para toda la tierra”.
*Profesora Universidad Externado de Colombia