El presidente Emmanuel Macron venció nuevamente las elecciones. Obtuvo 58,55 % de los votos frente a un 41,45 % de los votos de Marine le Pen, la candidata de la extrema derecha. En un clima de belicismo e instabilidad en Europa, su reelección representa una victoria para la democracia, para Europa y la paz mundial. No obstante, es evidente el fortalecimiento de la extrema derecha francesa, lo que debe ser un motivo de preocupación.
El presidente Emmanuel Macron se mantendrá en el Palacio de los Elíseos en un contexto de fragilidad, división política y polarización. Según el Le Monde, estas elecciones registraron el mayor índice de abstención desde 1969.
Al llegar a la presidencia, Macron parece olvidar el apoyo de los sectores progresistas, pone en marcha una política conservadora, de derecha ultraliberal. Retira el impuesto a las grandes fortunas y propone una controvertida reforma pensional, lo que de inmediato le genera el apodo de “presidente de los ricos”.
Por otro lado, Macron invisibiliza y no escucha la voz de la Francia más vulnerable, compuesta por una clase media, blanca, ubicada en áreas rurales o ciudades pequeñas que, de alguna forma, se siente víctima de la globalización y de su olvido. Constantemente sus opositores lo recriminan por desmejorar los servicios públicos, privatizaciones, disminuir presupuestos para el área social e investigación científica. Hechos que han sido muy bien aprovechados por Marine Le Pen y su discurso populista.
Los críticos más contundentes de Macron lo acusan de haber despreciado el movimiento de los chalecos amarillos, cuando la Francia inconforme salió a las calles, ponen en tela de juicio las decisiones tomadas durante la pandemia del COVID-19 y lo culpan por la actual violencia policial.
En términos de política exterior, Emmanuel Macron es considerado diplomático y sensato, no solo por su actuación en momentos de crisis, sino también porque le tocó ejercer su liderazgo en un mundo encabezado. entre otros, por Trump, Boris Johnson y Putin. Ha ejecutado una política pro Unión Europea, en términos de defensa aboga por una mayor independencia de Europa con relación a la OTAN y a Estados Unidos. En la crisis de Ucrania y Rusia fue uno de los pocos líderes que se dispuso a oír ambos países. Ha sido uno de los opositores más contundentes al acuerdo Unión Europea-Mercosur, sobre todo por la deforestación en la Amazonía. Con todo, así como en otros lugares del mundo, la política exterior no tiene un peso preponderante en el resultado de las elecciones.
En este sentido, los recientes comicios, demuestran que la victoria de Macron no ha ocurrido solamente por sus méritos, sino por el temor al discurso antiglobalización, anti Unión Europea y xenofóbico de Marine Le Pen y su programa de gobierno incompatible con las constituciones francesa y europea y la división de la izquierda.
Hay una gran expectativa en cuanto a las elecciones legislativas de junio, cuando se conocerá la tendencia política del Congreso y del primer ministro. Es posible que Francia Insumisa obtenga buenos resultados.
El presidente Macron en su nuevo mandato tendrá dos opciones: girar más a la derecha con el riesgo de que la extrema derecha sea aún más reconocida o incluir en su agenda, políticas sociales que puedan desmovilizar la extrema derecha. Sin embargo, lo más importante es que reinterprete con sensatez a la Francia actual, pues los franceses ya están en las calles con la consigna ni Macron ni Le Pen.
* Profesora Universidad Externado de Colombia
El presidente Emmanuel Macron venció nuevamente las elecciones. Obtuvo 58,55 % de los votos frente a un 41,45 % de los votos de Marine le Pen, la candidata de la extrema derecha. En un clima de belicismo e instabilidad en Europa, su reelección representa una victoria para la democracia, para Europa y la paz mundial. No obstante, es evidente el fortalecimiento de la extrema derecha francesa, lo que debe ser un motivo de preocupación.
El presidente Emmanuel Macron se mantendrá en el Palacio de los Elíseos en un contexto de fragilidad, división política y polarización. Según el Le Monde, estas elecciones registraron el mayor índice de abstención desde 1969.
Al llegar a la presidencia, Macron parece olvidar el apoyo de los sectores progresistas, pone en marcha una política conservadora, de derecha ultraliberal. Retira el impuesto a las grandes fortunas y propone una controvertida reforma pensional, lo que de inmediato le genera el apodo de “presidente de los ricos”.
Por otro lado, Macron invisibiliza y no escucha la voz de la Francia más vulnerable, compuesta por una clase media, blanca, ubicada en áreas rurales o ciudades pequeñas que, de alguna forma, se siente víctima de la globalización y de su olvido. Constantemente sus opositores lo recriminan por desmejorar los servicios públicos, privatizaciones, disminuir presupuestos para el área social e investigación científica. Hechos que han sido muy bien aprovechados por Marine Le Pen y su discurso populista.
Los críticos más contundentes de Macron lo acusan de haber despreciado el movimiento de los chalecos amarillos, cuando la Francia inconforme salió a las calles, ponen en tela de juicio las decisiones tomadas durante la pandemia del COVID-19 y lo culpan por la actual violencia policial.
En términos de política exterior, Emmanuel Macron es considerado diplomático y sensato, no solo por su actuación en momentos de crisis, sino también porque le tocó ejercer su liderazgo en un mundo encabezado. entre otros, por Trump, Boris Johnson y Putin. Ha ejecutado una política pro Unión Europea, en términos de defensa aboga por una mayor independencia de Europa con relación a la OTAN y a Estados Unidos. En la crisis de Ucrania y Rusia fue uno de los pocos líderes que se dispuso a oír ambos países. Ha sido uno de los opositores más contundentes al acuerdo Unión Europea-Mercosur, sobre todo por la deforestación en la Amazonía. Con todo, así como en otros lugares del mundo, la política exterior no tiene un peso preponderante en el resultado de las elecciones.
En este sentido, los recientes comicios, demuestran que la victoria de Macron no ha ocurrido solamente por sus méritos, sino por el temor al discurso antiglobalización, anti Unión Europea y xenofóbico de Marine Le Pen y su programa de gobierno incompatible con las constituciones francesa y europea y la división de la izquierda.
Hay una gran expectativa en cuanto a las elecciones legislativas de junio, cuando se conocerá la tendencia política del Congreso y del primer ministro. Es posible que Francia Insumisa obtenga buenos resultados.
El presidente Macron en su nuevo mandato tendrá dos opciones: girar más a la derecha con el riesgo de que la extrema derecha sea aún más reconocida o incluir en su agenda, políticas sociales que puedan desmovilizar la extrema derecha. Sin embargo, lo más importante es que reinterprete con sensatez a la Francia actual, pues los franceses ya están en las calles con la consigna ni Macron ni Le Pen.
* Profesora Universidad Externado de Colombia