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En los últimos días, poblaciones argentinas ubicadas en la Patagonia, más específicamente en Neuquén, han protestado en contra del inicio de una construcción de una nueva base militar por el Comando Sur de Estados Unidos. La nueva base es vista por ciertos segmentos de la población argentina como un atentado a su soberanía y a la seguridad de la triple frontera. El proyecto es considerado por el gobierno norteamericano como una base de ayuda humanitaria, cuyo objetivo “es albergar a miembros de la Defensa Civil y otros cuerpos para afrontar los desastres naturales”.
Estados Unidos cuenta con 800 bases militares alrededor del mundo, el 11 % de ellas están ubicadas en América Latina y el Caribe. Casi siempre, la justificación para la instalación de nuevas bases militares desde el Pentágono y del Departamento de Estado está relacionada con la lucha contra el narcotráfico, el crimen organizado, ayuda humanitaria y los desastres naturales. Sin embargo, cuando se hace un análisis geopolítico acerca de la ubicación de esas bases militares, se verifica que ellas están localizadas en las proximidades de grandes reservas naturales. Simultáneamente, Estados Unidos mantiene en América Latina bases híbridas. El Pentágono las ha dominado casi-bases para evitar la presión de los respectivos Congresos y las protestas de sus poblaciones.
Esta historia no es nueva. La necesidad de la presencia de una base militar en la triple frontera (Brasil, Argentina y Paraguay) empezó a ser difundida hace aproximadamente 22 años. Importante recordar que esta frontera cubre el centro neurálgico del Mercado Común del Cono Sur.
La posibilidad de la instalación de una base en Ushuaia y otra en la Triple Frontera siempre estuvo presente en la geopolítica de Washington. Su objetivo ha sido recuperar y aumentar la presencia militar en América del Sur, sobre todo después de haber perdido la Base de Manta, en Ecuador, y que el Presidente Lula rechazó la instalación de una base de lanzamientos de cohetes en Alcántara, Maranhao, y que China pasó a ser el mayor socio comercial de Brasil. Hace algunos años, esta estrategia fue altamente justificada por Washington, debido a la sospecha de que células de Hezbollah y Hamás estuvieran presentes en la frontera.
En 2018, el Presidente Macri no solo autorizó la construcción de la base militar en Neuquén, sino también ofreció la ciudad de Ushuaia, punto estratégico para llegar a la Antártida, en donde otrora los países integrantes de Mercosur habían firmado la cláusula democrática del bloque.
La avanzada de Washington en el Sur del continente ha sido consistente y gradual. Actualmente, cuenta con la base Mariscal Estigarribia, en Paraguay, por fin la de Alcántara, en Brasil, y ya arrancó la de Neuquén, en Argentina.
En este contexto, la militarización de la triple frontera entre Brasil, Argentina y Paraguay es un anhelo histórico, pues en sus territorios está ubicado el Acuífero Guaraní, la tercera reserva más grande de agua dulce del mundo, cuya superficie es de 1.194.000 km², y, además, la reserva petrolífera Vaca Muerta, en Argentina.
* Profesora Universidad Externado de Colombia