Cuando uno conoce aspectos de la vida de la lideresa santandereana Edilia Mendoza Roa, entiende el ensañamiento del paramilitarismo colombiano con las comunidades campesinas. La escuela debería narrar con fervor la historia de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC); deberían las nuevas generaciones saber cuántas mujeres y hombres de nuestros corregimientos y veredas dejaron y siguen dejando sus sueños para que este país se modernice a través de una reforma agraria que lo haga transitar hacia la soberanía alimentaria y la necesaria restitución de tierras usurpadas a sangre y fuego por un Estado adorador del feudalismo.
Edilia Mendoza Roa es una mujer campesina oriunda de Los Santos, Santander. El pasado 19 de octubre obtuvo el Premio Nacional de Derechos Humanos en la categoría “Toda una vida”. En su décimo primera versión, el Premio Nacional de Derechos Humanos en Colombia reconoció la valentía de defensoras y defensores, cuyos esfuerzos individuales y colectivos han impactado positivamente la vida de comunidades y territorios en el país. Este año, este galardón también honró la vida de Yolanda Cerón, Lideresa de Tumaco asesinada en 2001.
Según Amnistía Internacional Colombia es el segundo país más peligroso del mundo para defender los derechos humanos. Edilia Mendoza Roa sí que lo sabe. A lo largo de cincuenta años ha sufrido por el asesinato y desaparición de cientos de compañeros de lucha. La lucha por la tierra, por quien la defiende y la protege la puso a prueba desde muy joven pues en el año 1983 en una de sus primeras movilizaciones perdió una pierna debido a la agresión propinada por un policía. Pero esto no la detuvo. Había nacido y crecido al lado de padres campesinos quienes desde muy niña la llevaban a las reuniones de la ANUC. Allí aprendió a trabajar para una organización, es decir, los liderazgos egocéntricos no existían porque todos tenían una tarea asignada que, una vez realizada, los hacía asumir otra. El centro del trabajo del padre campesino que llevaba a su hija a las reuniones organizativas era la lucha por la educación y el agua.
Edilia Mendoza Roa tuvo once hermanos, como quien dice, un familión campesino. La madre, lectora y solidaria (la solidaridad era-es un requisito para la subsistencia en el campo) la envío a estudiar a Barrancabermeja, en el Magdalena Medio santandereano. Eran los años ochenta. Allí desde su rol como estudiante entendió que era una necesidad la organización, entonces hizo parte de Línea Sincelejo de la ANUC (la otra era la Línea Armenia). Para esas épocas la Línea Sincelejo era considerada la más rebelde. Los cientos de campesinos empezaban a hablar de autonomía y esto implicaba desprenderse del gobierno, de las ONG y de toda influencia que quisiera cooptar sus verdaderos pliegos de peticiones. Ante esta posición el gobierno central no los reconoció, pero sí inició la estigmatización y persecución de la ANUC al punto de ser considerados un brazo político de las nacientes guerrillas. (…)
COLETILLA: La entrega de la finca y tierras ocupadas por el paramilitar Carlos Castaño, el sábado 29 de octubre, a 50 familias campesinas, por parte del presidente Gustavo Petro, es un inicio del reconocimiento a las luchas de nuestros campesinos.
Cuando uno conoce aspectos de la vida de la lideresa santandereana Edilia Mendoza Roa, entiende el ensañamiento del paramilitarismo colombiano con las comunidades campesinas. La escuela debería narrar con fervor la historia de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC); deberían las nuevas generaciones saber cuántas mujeres y hombres de nuestros corregimientos y veredas dejaron y siguen dejando sus sueños para que este país se modernice a través de una reforma agraria que lo haga transitar hacia la soberanía alimentaria y la necesaria restitución de tierras usurpadas a sangre y fuego por un Estado adorador del feudalismo.
Edilia Mendoza Roa es una mujer campesina oriunda de Los Santos, Santander. El pasado 19 de octubre obtuvo el Premio Nacional de Derechos Humanos en la categoría “Toda una vida”. En su décimo primera versión, el Premio Nacional de Derechos Humanos en Colombia reconoció la valentía de defensoras y defensores, cuyos esfuerzos individuales y colectivos han impactado positivamente la vida de comunidades y territorios en el país. Este año, este galardón también honró la vida de Yolanda Cerón, Lideresa de Tumaco asesinada en 2001.
Según Amnistía Internacional Colombia es el segundo país más peligroso del mundo para defender los derechos humanos. Edilia Mendoza Roa sí que lo sabe. A lo largo de cincuenta años ha sufrido por el asesinato y desaparición de cientos de compañeros de lucha. La lucha por la tierra, por quien la defiende y la protege la puso a prueba desde muy joven pues en el año 1983 en una de sus primeras movilizaciones perdió una pierna debido a la agresión propinada por un policía. Pero esto no la detuvo. Había nacido y crecido al lado de padres campesinos quienes desde muy niña la llevaban a las reuniones de la ANUC. Allí aprendió a trabajar para una organización, es decir, los liderazgos egocéntricos no existían porque todos tenían una tarea asignada que, una vez realizada, los hacía asumir otra. El centro del trabajo del padre campesino que llevaba a su hija a las reuniones organizativas era la lucha por la educación y el agua.
Edilia Mendoza Roa tuvo once hermanos, como quien dice, un familión campesino. La madre, lectora y solidaria (la solidaridad era-es un requisito para la subsistencia en el campo) la envío a estudiar a Barrancabermeja, en el Magdalena Medio santandereano. Eran los años ochenta. Allí desde su rol como estudiante entendió que era una necesidad la organización, entonces hizo parte de Línea Sincelejo de la ANUC (la otra era la Línea Armenia). Para esas épocas la Línea Sincelejo era considerada la más rebelde. Los cientos de campesinos empezaban a hablar de autonomía y esto implicaba desprenderse del gobierno, de las ONG y de toda influencia que quisiera cooptar sus verdaderos pliegos de peticiones. Ante esta posición el gobierno central no los reconoció, pero sí inició la estigmatización y persecución de la ANUC al punto de ser considerados un brazo político de las nacientes guerrillas. (…)
COLETILLA: La entrega de la finca y tierras ocupadas por el paramilitar Carlos Castaño, el sábado 29 de octubre, a 50 familias campesinas, por parte del presidente Gustavo Petro, es un inicio del reconocimiento a las luchas de nuestros campesinos.