"Voy a votar por Petro, como canta desde Sahagún, porque su discurso y programa no es improvisado, porque me propone pensar complejamente en que lo elemental de tener la nevera llena no debe limitarse a que sólo sea la mía que esté repleta, sino, que todos se alimenten" - Beatriz Vanegas Athías.
Foto: Óscar Pérez
El título de esta columna se lee con ritmo de tambora. Y lo escribo cantando y moviendo los ojos y los hombros porque ese canto y su estribillo pegajoso son una representación de lo que encarna la campaña de Gustavo Petro y Francia Márquez: unas voces libres gritando sin miedo y con alegría rítmica por quién van a votar. Por quién van a votar en un país en el que se nos ha enseñado (por prudencia, por pacatería, por hipocresía) que el voto es secreto (secretosky, dicen con humor los seguidores del Pacto Histórico); que en la mesa no se habla de política ni de religión; que no hay que pelear por candidatos. Pero este canto...
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