Fue en Puerto Leguizamo. El 28 de marzo cuando los habitantes de la vereda Alto Remanso se reunieron en torno a un bazar para recolectar dinero que utilizarían en la construcción de espacios e infraestructura que el Estado no provee.
El presidente Iván Duque, más conocido como el presidente “Meme”, al que casi todo el país no le cree ni el padre nuestro dormido, como dicen en el Caribe colombiano; el presidente que ha superado la corona del ridículo que ostentaba el expresidente Julio César Turbay Ayala (también infamemente célebre por su ignorancia lingüística, pero eficaz para socavar el Estado social de derecho por haber instituido la tortura a civiles a través del Estatuto de seguridad al mejor estilo de los dictadores de Chile, Argentina y Uruguay); ése mismo Iván Duque que ha desgobernado en la época en que las redes sociales, así como constituyen una feroz arma política que activa los miedos de las ciudadanas y ciudadano, también son una contundente herramienta para visibilizar los abusos de poder de los gobernantes. Ese Duque, impúdico mandadero de la seguridad democrática de Álvaro Uribe, no podía despedir su presidencia sin ratificar su talante guerrerista y odiador de los campesinos. Y lo hizo con un homenaje a su mentor: más crímenes de estado mal llamados falsos positivos. Y fue el departamento de Putumayo el escogido.
El 30 de marzo ya estaba recorriendo los efectivos laberintos de los grupos de WhatsApp un audio en el que una víctima desesperada denunciaba la masacre que hoy martes, 12 de abril, cuando ustedes leen esta columna, este diario, la revista Cambio y el corajudo medio periodístico digital Vorágine han documentado gracias a un trabajo conjunto para denunciar esta nueva violación a los derechos humanos por parte de un gobierno al que definitivamente ya nadie teme gritar que está desnudo en su infinita infamia.
Abril siempre es una herida abierta y jamás cerrada de Colombia desde el 9 de 1948 cuando asesinaron una posibilidad de gobernar sin torcidos al matar a Jorge Eliécer Gaitán. Abril es el mes de las víctimas, es decir, es el mes de millones de colombianos que valen menos que la bala que los mata. Esto dijo una de las sobrevivientes de la masacre de Puerto Leguízamo en el audio mencionado arriba:
“Yo estoy dando la versión sobre lo que pasó en el evento, porque yo estuve allá en la fiesta que se hizo en la comunidad, todos colaborando en un evento donde se recogen fondos para beneficios de las comunidades, porque por acá nosotros siempre trabajamos así que hacemos bazares pa comprar las cosas que necesitamos: motores, sillas. Entonces nosotros estuvimos en el evento y nos vinimos en horas de la madrugada, el señor gobernador se quedó en el bazar”.
“Yo no estuve presente, pero fuimos ayer (29 de marzo) y nos impedían pasar a ver a ningún familiar. Yo estaba preocupada porque tenía allá a mi hija y a una hermana retenidas: no dejaban entrar ni salir a nadie. Fuimos, hablamos con los militares, nos tocó rebelarnos para que nos dejaran pasar”.
“Preguntábamos por el gobernador que estaba desaparecido, el motor de la comunidad estaba destrozado, el bote destruido a punta de bala. Estábamos preocupados porque de pronto el gobernador se había ahogado, pero no, resulta que lo habían matado en medio de la comunidad, durante la balacera. Nos dijeron que fue en el enfrentamiento ¿cuál enfrentamiento? Aquí no hubo enfrentamiento, el fuego lo abrieron ellos y mataron a dos personas a orillas del río, mi hermano presenció esto porque estaba comiendo. Ellos (los militares del ejército) abrieron fuego desde arriba, de abajo, de todos los lados… la gente quedó en el medio, corría el uno, corría el otro, en la algarabía murieron cantidades de civiles, gente que cayó al agua, gente que masacraron en el río y trataban de huir, ellos iban los remataban. Esas personas no aparecen”.
“Mataron al presidente de la Junta de Acción Comunal e incluso en esa balacera remataron al gobernador que se arrastraba por la cancha porque estaba bien borracho, él pedía auxilio, por favor ayúdenme, ayúdenme, decía el gobernador. Y estaban los militares ahí no dejaban levantar la cabeza a nadie… los dejaban morir”.
“Entonces lo que está diciendo el Estado es una gran mentira, vinieron a hacer una gran masacre aquí en nuestras comunidades. Y como yo fui líder de la comunidad, fuimos a reclamar los cuerpos, no nos dejaron verlos. Nos mostraron videos en los que aparece el gobernador con un fusil lejos del cuerpo de él y compañeros nuestros con armas. ¿Cuáles armas? ¿Cuáles armas? Si ellos no portaban armas. Todos aparecen con armamento, sin tener armamento. Eso están haciendo falsos positivos”.
Fue en Puerto Leguizamo. El 28 de marzo cuando los habitantes de la vereda Alto Remanso se reunieron en torno a un bazar para recolectar dinero que utilizarían en la construcción de espacios e infraestructura que el Estado no provee.
El presidente Iván Duque, más conocido como el presidente “Meme”, al que casi todo el país no le cree ni el padre nuestro dormido, como dicen en el Caribe colombiano; el presidente que ha superado la corona del ridículo que ostentaba el expresidente Julio César Turbay Ayala (también infamemente célebre por su ignorancia lingüística, pero eficaz para socavar el Estado social de derecho por haber instituido la tortura a civiles a través del Estatuto de seguridad al mejor estilo de los dictadores de Chile, Argentina y Uruguay); ése mismo Iván Duque que ha desgobernado en la época en que las redes sociales, así como constituyen una feroz arma política que activa los miedos de las ciudadanas y ciudadano, también son una contundente herramienta para visibilizar los abusos de poder de los gobernantes. Ese Duque, impúdico mandadero de la seguridad democrática de Álvaro Uribe, no podía despedir su presidencia sin ratificar su talante guerrerista y odiador de los campesinos. Y lo hizo con un homenaje a su mentor: más crímenes de estado mal llamados falsos positivos. Y fue el departamento de Putumayo el escogido.
El 30 de marzo ya estaba recorriendo los efectivos laberintos de los grupos de WhatsApp un audio en el que una víctima desesperada denunciaba la masacre que hoy martes, 12 de abril, cuando ustedes leen esta columna, este diario, la revista Cambio y el corajudo medio periodístico digital Vorágine han documentado gracias a un trabajo conjunto para denunciar esta nueva violación a los derechos humanos por parte de un gobierno al que definitivamente ya nadie teme gritar que está desnudo en su infinita infamia.
Abril siempre es una herida abierta y jamás cerrada de Colombia desde el 9 de 1948 cuando asesinaron una posibilidad de gobernar sin torcidos al matar a Jorge Eliécer Gaitán. Abril es el mes de las víctimas, es decir, es el mes de millones de colombianos que valen menos que la bala que los mata. Esto dijo una de las sobrevivientes de la masacre de Puerto Leguízamo en el audio mencionado arriba:
“Yo estoy dando la versión sobre lo que pasó en el evento, porque yo estuve allá en la fiesta que se hizo en la comunidad, todos colaborando en un evento donde se recogen fondos para beneficios de las comunidades, porque por acá nosotros siempre trabajamos así que hacemos bazares pa comprar las cosas que necesitamos: motores, sillas. Entonces nosotros estuvimos en el evento y nos vinimos en horas de la madrugada, el señor gobernador se quedó en el bazar”.
“Yo no estuve presente, pero fuimos ayer (29 de marzo) y nos impedían pasar a ver a ningún familiar. Yo estaba preocupada porque tenía allá a mi hija y a una hermana retenidas: no dejaban entrar ni salir a nadie. Fuimos, hablamos con los militares, nos tocó rebelarnos para que nos dejaran pasar”.
“Preguntábamos por el gobernador que estaba desaparecido, el motor de la comunidad estaba destrozado, el bote destruido a punta de bala. Estábamos preocupados porque de pronto el gobernador se había ahogado, pero no, resulta que lo habían matado en medio de la comunidad, durante la balacera. Nos dijeron que fue en el enfrentamiento ¿cuál enfrentamiento? Aquí no hubo enfrentamiento, el fuego lo abrieron ellos y mataron a dos personas a orillas del río, mi hermano presenció esto porque estaba comiendo. Ellos (los militares del ejército) abrieron fuego desde arriba, de abajo, de todos los lados… la gente quedó en el medio, corría el uno, corría el otro, en la algarabía murieron cantidades de civiles, gente que cayó al agua, gente que masacraron en el río y trataban de huir, ellos iban los remataban. Esas personas no aparecen”.
“Mataron al presidente de la Junta de Acción Comunal e incluso en esa balacera remataron al gobernador que se arrastraba por la cancha porque estaba bien borracho, él pedía auxilio, por favor ayúdenme, ayúdenme, decía el gobernador. Y estaban los militares ahí no dejaban levantar la cabeza a nadie… los dejaban morir”.
“Entonces lo que está diciendo el Estado es una gran mentira, vinieron a hacer una gran masacre aquí en nuestras comunidades. Y como yo fui líder de la comunidad, fuimos a reclamar los cuerpos, no nos dejaron verlos. Nos mostraron videos en los que aparece el gobernador con un fusil lejos del cuerpo de él y compañeros nuestros con armas. ¿Cuáles armas? ¿Cuáles armas? Si ellos no portaban armas. Todos aparecen con armamento, sin tener armamento. Eso están haciendo falsos positivos”.