Pese al encono de los medios tradicionales y pagados por industriales cercanos a la derecha y al neoliberalismo; pese al desorden interno de un partido político como el que por primera vez en la historia de Colombia es gobierno; pese a una oposición absurda que es una mezcla de fascismo con prácticas mafiosas…en el país están pasando hechos gracias a la gobernanza de Gustavo Petro y Francia Márquez.
Estos hechos, claro, no son noticias difundidas por los medios que absurdamente tienen un alcance nacional. Medios radiales, impresos y digitales que son más obtusos que la misma oposición en tanto caen en un escrutinio tan desaforado y nunca visto con gobiernos anteriores. Porque claro, los gobiernos anteriores han sido todos de derecha y herederos de esa marca del Frente Nacional que se pasó por la faja al país rural y ha gobernado para concentrar la riqueza y el poder político.
Ahora hay un gobierno que antepone lo popular (con errores, es cierto, como el descuido del Ministerio de Cultura y la exclusión de la vicecanciller Laura Gil, entre otros), la agricultura, la salud, el trabajo y la organización de las comunidades; un gobierno que no es guerrerista y que es sereno en la conversación con los extremistas miembros del Eln y reductos de las Farc, porque prefiere la esperanza de una llamada “Paz total”, que sabemos en su esencia misma es una utopía, pero también sabemos que en este país en el que se pelea hasta por cómo te miran, hay que apostarle a lo imposible para obtener siquiera el 40 % de lo posible.
En este gobierno del Cambio, digo, están pasando hechos inéditos. Menciono dos que a la luz de quienes todavía piensan como Laureano Gómez en términos de que las tendencias conciliadoras son fruto de espíritus poco observadores. Y vaya que poco a poco los hechos muestran como aquel militante de la guerrilla del M-19 respeta más la democracia que los que instrumentalizaron las leyes para cohonestar con las armas y las mafias del narcotráfico. Y el domingo mientras escribo esta columna aparece, cual estrella de cine, Iván conocido con el alias de “Mordisco”, ése que el expresidente Iván Duque (bien pagado por nosotros por el resto de sus días) dizque había dado de baja.
Hechos que suceden, digo, como la entrega de educación y kits de capitalización a novecientos tenderos de Pasto desde la dependencia de Prosperidad Social. Educar y capitalizar para ir poniendo freno a esa violencia inmensa que es el gota a gota. Entrega de tierra, tierra para los despojados desde la Unidad de Restitución de Tierras. Sólo esta semana la comunidad Kogui, campesinos de El Carmen de Bolívar en los sufridos Montes de María y campesinos y pobladores de Dibulla en la Guajira le fueron entregadas las tierras usurpadas por guerrilleros, politiqueros y paramilitares que sin duda son quienes a sangre y fuego han hecho la reforma agraria que se ha esperado desde siempre.
Es muy difícil, dificilísimo conseguir un amanecer de la horrible noche de gobiernos indolentes, pero creo empezar por reconocer logros nos dará un país para vivir incluso al lado de los verdugos ancestrales.
Pese al encono de los medios tradicionales y pagados por industriales cercanos a la derecha y al neoliberalismo; pese al desorden interno de un partido político como el que por primera vez en la historia de Colombia es gobierno; pese a una oposición absurda que es una mezcla de fascismo con prácticas mafiosas…en el país están pasando hechos gracias a la gobernanza de Gustavo Petro y Francia Márquez.
Estos hechos, claro, no son noticias difundidas por los medios que absurdamente tienen un alcance nacional. Medios radiales, impresos y digitales que son más obtusos que la misma oposición en tanto caen en un escrutinio tan desaforado y nunca visto con gobiernos anteriores. Porque claro, los gobiernos anteriores han sido todos de derecha y herederos de esa marca del Frente Nacional que se pasó por la faja al país rural y ha gobernado para concentrar la riqueza y el poder político.
Ahora hay un gobierno que antepone lo popular (con errores, es cierto, como el descuido del Ministerio de Cultura y la exclusión de la vicecanciller Laura Gil, entre otros), la agricultura, la salud, el trabajo y la organización de las comunidades; un gobierno que no es guerrerista y que es sereno en la conversación con los extremistas miembros del Eln y reductos de las Farc, porque prefiere la esperanza de una llamada “Paz total”, que sabemos en su esencia misma es una utopía, pero también sabemos que en este país en el que se pelea hasta por cómo te miran, hay que apostarle a lo imposible para obtener siquiera el 40 % de lo posible.
En este gobierno del Cambio, digo, están pasando hechos inéditos. Menciono dos que a la luz de quienes todavía piensan como Laureano Gómez en términos de que las tendencias conciliadoras son fruto de espíritus poco observadores. Y vaya que poco a poco los hechos muestran como aquel militante de la guerrilla del M-19 respeta más la democracia que los que instrumentalizaron las leyes para cohonestar con las armas y las mafias del narcotráfico. Y el domingo mientras escribo esta columna aparece, cual estrella de cine, Iván conocido con el alias de “Mordisco”, ése que el expresidente Iván Duque (bien pagado por nosotros por el resto de sus días) dizque había dado de baja.
Hechos que suceden, digo, como la entrega de educación y kits de capitalización a novecientos tenderos de Pasto desde la dependencia de Prosperidad Social. Educar y capitalizar para ir poniendo freno a esa violencia inmensa que es el gota a gota. Entrega de tierra, tierra para los despojados desde la Unidad de Restitución de Tierras. Sólo esta semana la comunidad Kogui, campesinos de El Carmen de Bolívar en los sufridos Montes de María y campesinos y pobladores de Dibulla en la Guajira le fueron entregadas las tierras usurpadas por guerrilleros, politiqueros y paramilitares que sin duda son quienes a sangre y fuego han hecho la reforma agraria que se ha esperado desde siempre.
Es muy difícil, dificilísimo conseguir un amanecer de la horrible noche de gobiernos indolentes, pero creo empezar por reconocer logros nos dará un país para vivir incluso al lado de los verdugos ancestrales.