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Malo si llueve y malo si no llueve

Blanca Inés Durán
14 de noviembre de 2024 - 05:05 a. m.
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Una vez más estamos preocupados por el agua en Bogotá. Esta vez no se trata solo de la escasez en las represas y de los racionamientos casi diarios, sino de las inundaciones de los últimos días.

Las imágenes de la autopista Norte totalmente inundada, con multitud de carros y buses escolares atrapados y la incomunicación total con los municipios de la Sabana, fueron un nuevo llamado de atención sobre el manejo del agua en nuestra ciudad y, por supuesto, en sus alrededores.

Los gobiernos locales y nacionales se han dedicado a echarse la culpa mutuamente y a perder el tiempo en peleas politiqueras, mientras miles de personas sufrieron las consecuencias de muchos años de mala planeación que no han permitido dar soluciones de fondo. Y eso ocurre porque la planeación de Bogotá se ha pensado para los próximos cuatro años y no para los próximos 30. Así, cada gobierno culpa al anterior y, de esta forma, mueven el problema hacia adelante para no tener que hacer nada durante su administración.

La planeación que requiere Bogotá es una que permita pensar en reverdecer zonas claves de la ciudad, como los humedales, los cerros orientales y las cuencas y riberas de las quebradas. Y no se trata únicamente de ir a sembrar árboles —que, a propósito, sería el momento ideal para hacerlo—, sino de pensar en las licencias y el desarrollo de la ciudad sin endurecer y echar más cemento en esas zonas.

Planear Bogotá alrededor del agua implica pensar, conjuntamente con todos los municipios aledaños, en el manejo del río Bogotá; por ejemplo, reverdeciendo sus riberas e impidiendo que se siga urbanizando de tal forma que el río quede encerrado; consolidar una red de parques ecosostenibles que tengan Sistemas Urbanos de Drenaje (SUDS), que contengan el agua lluvia y permitan utilizarla posteriormente. También se puede pensar en zonas verdes que permitan la conexión del agua de los cerros con los humedales y luego con el río Bogotá.

Las soluciones para nuestras crisis del agua no son las conocidas; no son canalizaciones de cemento ni autopistas más grandes. Se requieren soluciones que tengan en cuenta un incremento en las cantidades de agua que caerán en la ciudad en los próximos años y que, de acuerdo con los expertos, ya no responderán a los modelos meteorológicos que actualmente existen, sino que fluctuarán con el tiempo. Diseñar nuevas soluciones implica, por ejemplo, pensar en no construir más viviendas que dejan grandes cantidades de escombros, sino en reciclar viviendas existentes y darles un mejor uso.

Pensar nuevas soluciones implica que la CAR deje de hacer esas adecuaciones hidráulicas que ha realizado durante estos últimos años y que son todo lo contrario de las Soluciones Basadas En la Naturaleza (SBN). En lugar de eso, podría crear más humedales profundos para absorber el agua cuando hay crecientes, y no la canalización y construcción de jarillones que no permiten el regreso del agua de los potreros al río. Y así respetar la naturaleza hídrica de la Sabana, la misma en la cual los muiscas comían pescado de sus propios sistemas de manejo amable y sostenible del agua de su río.

Para hacer ese tipo de planeación, se necesitan formas de administración pública diferentes: ya no se puede pensar que la planeación de Bogotá no se ve afectada por la de La Calera y viceversa, porque el río no reconoce fronteras administrativas y el agua no se detiene cuando comienza el límite de otro municipio. Y para lograr ese cambio, es necesario que dejemos de vernos como una isla sin conexión con nadie, como si nuestras acciones no fueran a afectar a los demás municipios e incluso al país.

Resolver el problema del agua es un reto que nos invita a pensar en sociedad, que nos invita a pensar en colectivo, a revisar las consecuencias de nuestras actuaciones más allá de nuestra escasa vista, y para eso es necesario una gran dosis de humildad y generosidad.

Pienso en este momento en lo sucedido en Valencia, España, donde las inundaciones afectaron a miles de personas y, cinco días después, las autoridades no habían respondido a la emergencia porque nadie quería o sabía cómo asumir la responsabilidad y cada autoridad le echaba la culpa a otra. ¿Queremos llegar hasta allá? ¿Queremos que lleguen a desaparecer barrios enteros porque nadie quiere tomar decisiones responsables para no asumir los costos políticos?

A menos que abramos los ojos y nos demos cuenta de que estamos conectados, de que dependemos de los demás y ellos dependen de nosotros, seguiremos sufriendo porque malo si llueve y malo si no llueve.

Blanca Inés Durán

Por Blanca Inés Durán

Bogotanóloga, ingeniera industrial y gestora pública.

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Celyceron(11609)Hace 34 minutos
SEÑORA Durán, que la CAR "podría crear más humedales profundos", no es necesario. Lo indispensable es cuidar los que ya existen, muchos de los cuales están siendo urbanizados gracias a las licencias que otorgan a los "dueños de la plata".
Flavio(nrv85)Hace 1 hora
CORRUPCION!!!
Jorge(29259)Hace 3 horas
Culpa de Petro que a veces no deja llover ya veces ordena llover mucho
Ángel Guardián(62526)Hace 3 horas
Faltó mencionar la perla del alcaldito mantenido: “En Bogotá llueve pero en los páramos No” : Una apropiada definición para ignorantes pueblos que ya los tienen calibrados estos infelices políticos de varios colores…Y nombran culigadas diZque gerente del Acueducto al igual que el cuadrúpedo Illuminati nombrando ineptos en los ministerios. ing en Dubai
carlos(23084)Hace 4 horas
Solo importa el contrato y como voy yo ahí,ese es,ha sido y será el lema de los corruptos gobernantes y contratistas. Y es en todo el país.
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