Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
A pesar del plan Éxodo que hacen las autoridades, los trancones en las salidas de Bogotá durante Semana Santa perduran, en parte porque la infraestructura no ha mejorado, pero también por las cifras con que calculan los vehículos que salen.
Llega otra vez Semana Santa y Bogotá se alista para quedar semivacía. Los anuncios oficiales hablan del famoso “Plan Éxodo”, que supuestamente busca evitar que quienes viajan en su carro vivan un viacrucis en las carreteras. Pero, como cada año, ese plan no funciona, y no hay nada que permita pensar que este año haya una excepción.
El problema de fondo es claro: la infraestructura no da abasto. No tenemos suficientes vías para los carros y buses públicos y privados, y hace años le cerramos la puerta al tren. Además, los vuelos nacionales siguen fuera del alcance de la mayoría. Todo empuja a que el carro particular y el bus intermunicipal sigan siendo la opción para poder viajar por el país.
Pero el problema no sólo es de infraestructura, sino de diagnóstico y planeación. Cada vez que se anuncia el Plan Éxodo, aparecen cifras escandalosas: que saldrán 1.800.000 vehículos, que dos millones, que muchos. Números que suenan impresionantes, pero que rara vez alguien se toma la molestia de contrastar (total, quienes “saben” son las autoridades), pero cuando se revisan, las cuentas no dan.
Según el RUNT, en Bogotá hay registrados 1.600.000 vehículos. Supongamos que sumamos un millón más de otras ciudades, nos daría un total de 2.600.000. Si las cifras oficiales fueran ciertas, eso querría decir que prácticamente todos los carros de la ciudad salen en Semana Santa. Y no es así. Claro que Bogotá se vacía bastante, pero tampoco queda como escenario de película postapocalíptica, como bien sabemos quiénes nos quedamos y vemos los parqueaderos de los centros comerciales llenos.
Entonces, ¿nadie tiene las cifras claras? ¿No se pueden cruzar los datos para planear mejor, o seguimos operando a punta de intuición y tradición? Hace más de 20 años que se habla del Plan Éxodo, y en ese tiempo el parque automotor ha crecido más de un 30 %. Sin embargo, las medidas siguen siendo las mismas, con la única “innovación” del pico y placa para el regreso. No debería sorprendernos: si las cifras no son confiables, ¿cómo esperar ideas nuevas?
¿Qué significa realmente que salgan dos millones de vehículos? ¿Cuál es el plan para Bogotá durante esos días? ¿Alguien evalúa el impacto que tiene esa salida masiva? Las cifras no pueden seguir siendo un acto de fe. Autoridades y medios deberían ser mucho más serios con los números que publican, porque si ni siquiera los datos básicos son creíbles, ¿qué margen tenemos para planear en serio? En lugar de cifras para impresionar a los medios deberían servir para hacer políticas públicas serias.
Algunos repiten que Bogotá está “sobre diagnosticada”, que no necesitamos más estudios. Pero da la impresión de que esos diagnósticos solo sirven para llenar gavetas, porque ni los datos más elementales se le entregan a la ciudadanía de forma clara. Y al final, da igual si salen dos millones de vehículos o mil, si igual no se hará nada diferente a lo que se ha hecho por décadas. Solo nos queda echarnos la bendición cuando salgamos de Bogotá, para no terminar atrapados en el trancón santo.
