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…para que se pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia…
Fragmento de Piedra de Sol, Octavio Paz
El ejercicio de ver al otro como un ser válido y del cual podemos aprender siempre ha sido interesante, pero difícil. Cuando El Espectador me pidió que hiciera el ejercicio de hablar positivamente de alguien que estuviera en la otra orilla ideológica, sentí que era una tarea necesaria en estos momentos de rivalidades ciegas y de incapacidad para conversar. Tal como lo señala Octavio Paz, para que yo pueda ser debo salir de mí y buscarme en los otros. Si solo miramos nuestro propio ombligo, será muy difícil crecer y construir en comunidad.
Así que asumí el reto con entusiasmo y empecé a buscar un “otro” u “otra” que estuviera en una orilla distinta y de la cual quisiera resaltar sus aspectos positivos. Comencé por aquellos políticos o políticas que trabajan por Bogotá, puesto que este es el tema que me apasiona y el motivo de mis columnas. Busqué entre los miembros del partido Centro Democrático, a los cuales considero los más alejados de mis posturas e ideales. Luego busqué mujeres, porque pensé que sería más fácil para mí resaltar los aspectos positivos de una mujer, sin importar su orilla política. Finalmente, analicé las propuestas que habían hecho.
Esta búsqueda me llevó a una mujer que es valiente, bastante rigurosa y muy diferente de mí: Diana Diago, concejal de Bogotá por segundo periodo. Lo primero que me llamó la atención es que ella se hace llamar “la Concejal de Uribe”. Sinceramente, no sé por qué alguien querría ese apelativo, pero para ella es un orgullo.
Diana es una mujer que cree en la seguridad democrática, la mano firme y el corazón grande, y todas las estrategias policivas y de Gran Hermano que promueve su partido. Nada más distante de mis ideas y mis propuestas. Sin embargo, siempre ha sido un gusto conversar con ella por su tono respetuoso, sus debates serios y respaldados con cifras, y su defensa de las instituciones. Me sorprendió muchas veces que realizara debates tanto a los cercanos como a los opositores. No importaba si era del mismo partido; si alguien lo estaba haciendo mal, ella lo señalaba, y eso ganó mi admiración.
También admiro su cercanía con las personas. A diferencia de muchos políticos que son accesibles en elecciones y luego no responden el teléfono, me consta que ella tiene una relación estrecha con sus votantes y con todas aquellas personas que le piden apoyo. Muchas veces tuvimos diferencias sobre cuál debería ser la prioridad de la inversión o por qué es mejor gastar más en deporte que en policía, pero en todas esas ocasiones encontré una persona dispuesta a escuchar.
Sinceramente, espero que su partido tenga más personas como ella, que haya más posibilidades para los debates serios y argumentados y menos para el insulto y la agresión. Tendríamos una mejor democracia si hubiera más mujeres como ella en la política, sin importar que no opinemos lo mismo. Porque, como dice Octavio Paz, sus diferencias me permiten buscarme en los otros.