La gran desconexión: cómo reconectar a los estudiantes con la escuela
Desde antes de la pandemia de COVID-19 se empezaron a ver problemas relacionados con salud mental y con la desconexión de estudiantes a sus comunidades educativas. La pandemia como tal acrecentó esta situación debido al cierre de los centros educativos, la transición al modelo virtual y la falta de interacción social. Ya hemos superado la pandemia, pero muchos de los problemas en nuestros niños y jóvenes siguen presentes y se evidencian en una gran desconexión con el aprendizaje, con sus relaciones y en muchos casos con la vida.
Esta desconexión puede tener consecuencias negativas para el desarrollo académico, emocional y social de los estudiantes, así como para su sentido de pertenencia, propósito y significado. Por eso, es necesario buscar estrategias para reconectar a los estudiantes con sus comunidades, con la escuela y con el aprendizaje, y así mejorar su bienestar y su rendimiento.
En los últimos días he tenido la posibilidad de leer el libro: Reconnect: Building School Culture for Meaning, Purpose, and Belonging, escrito por Doug Lemov, Hilary Lewis, Darryl Williams y Denarius Frazier. En este libro, los autores presentan algunas de las problemáticas existentes en la actualidad y ofrecen soluciones prácticas y consejos concretos para lograr la reconexión. Ellos se basan en su amplia experiencia con escuelas de alto desempeño para mostrar cómo construir ambientes que permitan a los jóvenes prosperar para que se conviertan en ciudadanos que busquen el bienestar de quienes los rodean.
Al hacer un diagnóstico del mundo actual los autores reconocen tres problemáticas inminentes. Mencionan que los estudiantes de hoy en día se enfrentan a una serie de desafíos que afectan su salud mental, su desconfianza en las instituciones y su falta de sentido de pertenencia. Estos desafíos tienen que ver con el contexto social, cultural y tecnológico en el que viven, así como con sus propias experiencias, expectativas y aspiraciones.
La salud mental de los estudiantes es un asunto que ya venía preocupando desde antes de la pandemia, pero que se ha agravado con el auge de las tecnologías digitales. Uno de los factores que más contribuye a este problema de salud mental es el abuso de los celulares y las redes sociales, que puede crear dependencia, aislamiento, baja autoestima, comparación social, distracción, pérdida de privacidad o exposición a información falsa o negativa. Además, el uso de los botones de “Like” en las aplicaciones de redes sociales puede generar una adicción al reconocimiento externo y una obsesión por la imagen pública. Los autores proponen una prohibición completa de los celulares en los centros educativos buscando generar, al menos en los colegios, espacios apropiados para el bienestar y el aprendizaje.
La pérdida de confianza en las instituciones es otro fenómeno que afecta a los estudiantes y a la sociedad en general. Se trata de una disminución del grado de credibilidad y legitimidad que se otorga a las entidades públicas o privadas que regulan la vida social, como el gobierno, el parlamento, la justicia, la policía, la iglesia, los medios de comunicación, los colegios o las universidades. La consecuencia de esta situación es un aumento del descontento, la protesta, el escepticismo o la apatía social.
La tensión entre la individualidad y el colectivismo es otra cuestión que plantea dilemas a los estudiantes. Por un lado, se les incentiva a desarrollar su identidad personal, sus intereses, sus talentos y sus proyectos de vida. Por otro lado, se les pide que se integren en grupos sociales, que compartan valores, metas y responsabilidades con otros. Esta tensión puede generar conflictos entre el yo y el nosotros, entre la autonomía y la dependencia, entre la diversidad y la uniformidad. La solución a esta tensión no es optar por uno u otro polo, sino buscar un equilibrio entre ambos, reconociendo la importancia de ser uno mismo y de ser parte de una comunidad.
Esta situación actual lleva a los autores a identificar tres razones principales que explican la desconexión de los estudiantes:
- La falta de motivación intrínseca, es decir, el interés genuino por aprender y crecer, que se ve afectado por la presión externa, la competencia desmedida y la evaluación estandarizada.
- La falta de relaciones positivas, tanto con los docentes como con los compañeros, que se ven debilitadas por la distancia física, la comunicación superficial y la desconfianza mutua.
- La falta de sentido de comunidad, es decir, el sentimiento de pertenecer a un grupo que comparte valores, metas y responsabilidades, que se ve erosionado por la individualización, la fragmentación y la indiferencia.
Para resolver esta situación, los autores proponen algunas ideas que se pueden implementar tanto dentro como fuera del aula, tales como:
- Fomentar la autonomía de los estudiantes, dándoles voz y voto en las decisiones que afectan su aprendizaje, ofreciéndoles opciones y recursos para explorar sus intereses y reconociendo sus logros y esfuerzos.
- Establecer vínculos afectivos con los estudiantes, mostrándoles aprecio y respeto, escuchando sus necesidades y preocupaciones, brindándoles apoyo y orientación y creando un clima de confianza y seguridad.
- Construir una cultura escolar basada en valores comunes, como el respeto, la colaboración, la diversidad y la solidaridad, promoviendo actividades que fomenten la participación, la cooperación, el reconocimiento y la celebración.
En conclusión, el libro Reconnect es un recurso valioso para todos los que estamos involucrados en la educación de niños y jóvenes. Nos invita a reflexionar sobre los desafíos actuales que enfrentan los estudiantes y nos ofrece herramientas para ayudarlos a superarlos. Nos muestra cómo podemos crear ambientes que fomenten el aprendizaje, el bienestar y el sentido de pertenencia de los estudiantes. Nos anima a reconectar a los estudiantes con la escuela y el aprendizaje, pero también con ellos mismos y con los demás.
Para lograr este objetivo, es necesario que todos asumamos nuestro rol y nuestra responsabilidad. Los profesores debemos ser guías, facilitadores y mentores de los estudiantes. Debemos diseñar experiencias de aprendizaje que sean significativas, motivadoras y personalizadas. Debemos establecer relaciones positivas con los estudiantes, basadas en el respeto, la confianza y el afecto. Debemos construir una cultura escolar que promueva los valores comunes, la colaboración y la diversidad.
Los padres de familia debemos ser aliados, acompañantes y modelos de los jóvenes. Debemos apoyar su proceso educativo, respetando su autonomía y sus intereses. Debemos escuchar sus necesidades, preocupaciones y aspiraciones. Debemos proporcionarles un ambiente familiar que les brinde seguridad, amor y estabilidad. Debemos motivarlos a pensar en el colectivo y en el bien común. Y debemos trabajar de la mano y en equipo con los profesores y con las instituciones educativas para remar hacia el mismo lado y construir en conjunto.
Los estudiantes deben ser protagonistas, agentes y líderes de su propio aprendizaje. Deben asumir un rol activo, crítico y creativo en su proceso educativo. Deben explorar sus potencialidades, desarrollar sus talentos y perseguir sus sueños. Deben integrarse a la comunidad escolar, participando, cooperando y celebrando. Y deben pensar en comunidad, no solo en sus intereses propios.
Solo así podremos reconectar a los estudiantes con la escuela y el aprendizaje, pero también con la vida. Solo así podremos formar ciudadanos que busquen el bienestar propio y el de quienes los rodean. Solo así podremos contribuir a la construcción de un mundo mejor.
Desde antes de la pandemia de COVID-19 se empezaron a ver problemas relacionados con salud mental y con la desconexión de estudiantes a sus comunidades educativas. La pandemia como tal acrecentó esta situación debido al cierre de los centros educativos, la transición al modelo virtual y la falta de interacción social. Ya hemos superado la pandemia, pero muchos de los problemas en nuestros niños y jóvenes siguen presentes y se evidencian en una gran desconexión con el aprendizaje, con sus relaciones y en muchos casos con la vida.
Esta desconexión puede tener consecuencias negativas para el desarrollo académico, emocional y social de los estudiantes, así como para su sentido de pertenencia, propósito y significado. Por eso, es necesario buscar estrategias para reconectar a los estudiantes con sus comunidades, con la escuela y con el aprendizaje, y así mejorar su bienestar y su rendimiento.
En los últimos días he tenido la posibilidad de leer el libro: Reconnect: Building School Culture for Meaning, Purpose, and Belonging, escrito por Doug Lemov, Hilary Lewis, Darryl Williams y Denarius Frazier. En este libro, los autores presentan algunas de las problemáticas existentes en la actualidad y ofrecen soluciones prácticas y consejos concretos para lograr la reconexión. Ellos se basan en su amplia experiencia con escuelas de alto desempeño para mostrar cómo construir ambientes que permitan a los jóvenes prosperar para que se conviertan en ciudadanos que busquen el bienestar de quienes los rodean.
Al hacer un diagnóstico del mundo actual los autores reconocen tres problemáticas inminentes. Mencionan que los estudiantes de hoy en día se enfrentan a una serie de desafíos que afectan su salud mental, su desconfianza en las instituciones y su falta de sentido de pertenencia. Estos desafíos tienen que ver con el contexto social, cultural y tecnológico en el que viven, así como con sus propias experiencias, expectativas y aspiraciones.
La salud mental de los estudiantes es un asunto que ya venía preocupando desde antes de la pandemia, pero que se ha agravado con el auge de las tecnologías digitales. Uno de los factores que más contribuye a este problema de salud mental es el abuso de los celulares y las redes sociales, que puede crear dependencia, aislamiento, baja autoestima, comparación social, distracción, pérdida de privacidad o exposición a información falsa o negativa. Además, el uso de los botones de “Like” en las aplicaciones de redes sociales puede generar una adicción al reconocimiento externo y una obsesión por la imagen pública. Los autores proponen una prohibición completa de los celulares en los centros educativos buscando generar, al menos en los colegios, espacios apropiados para el bienestar y el aprendizaje.
La pérdida de confianza en las instituciones es otro fenómeno que afecta a los estudiantes y a la sociedad en general. Se trata de una disminución del grado de credibilidad y legitimidad que se otorga a las entidades públicas o privadas que regulan la vida social, como el gobierno, el parlamento, la justicia, la policía, la iglesia, los medios de comunicación, los colegios o las universidades. La consecuencia de esta situación es un aumento del descontento, la protesta, el escepticismo o la apatía social.
La tensión entre la individualidad y el colectivismo es otra cuestión que plantea dilemas a los estudiantes. Por un lado, se les incentiva a desarrollar su identidad personal, sus intereses, sus talentos y sus proyectos de vida. Por otro lado, se les pide que se integren en grupos sociales, que compartan valores, metas y responsabilidades con otros. Esta tensión puede generar conflictos entre el yo y el nosotros, entre la autonomía y la dependencia, entre la diversidad y la uniformidad. La solución a esta tensión no es optar por uno u otro polo, sino buscar un equilibrio entre ambos, reconociendo la importancia de ser uno mismo y de ser parte de una comunidad.
Esta situación actual lleva a los autores a identificar tres razones principales que explican la desconexión de los estudiantes:
- La falta de motivación intrínseca, es decir, el interés genuino por aprender y crecer, que se ve afectado por la presión externa, la competencia desmedida y la evaluación estandarizada.
- La falta de relaciones positivas, tanto con los docentes como con los compañeros, que se ven debilitadas por la distancia física, la comunicación superficial y la desconfianza mutua.
- La falta de sentido de comunidad, es decir, el sentimiento de pertenecer a un grupo que comparte valores, metas y responsabilidades, que se ve erosionado por la individualización, la fragmentación y la indiferencia.
Para resolver esta situación, los autores proponen algunas ideas que se pueden implementar tanto dentro como fuera del aula, tales como:
- Fomentar la autonomía de los estudiantes, dándoles voz y voto en las decisiones que afectan su aprendizaje, ofreciéndoles opciones y recursos para explorar sus intereses y reconociendo sus logros y esfuerzos.
- Establecer vínculos afectivos con los estudiantes, mostrándoles aprecio y respeto, escuchando sus necesidades y preocupaciones, brindándoles apoyo y orientación y creando un clima de confianza y seguridad.
- Construir una cultura escolar basada en valores comunes, como el respeto, la colaboración, la diversidad y la solidaridad, promoviendo actividades que fomenten la participación, la cooperación, el reconocimiento y la celebración.
En conclusión, el libro Reconnect es un recurso valioso para todos los que estamos involucrados en la educación de niños y jóvenes. Nos invita a reflexionar sobre los desafíos actuales que enfrentan los estudiantes y nos ofrece herramientas para ayudarlos a superarlos. Nos muestra cómo podemos crear ambientes que fomenten el aprendizaje, el bienestar y el sentido de pertenencia de los estudiantes. Nos anima a reconectar a los estudiantes con la escuela y el aprendizaje, pero también con ellos mismos y con los demás.
Para lograr este objetivo, es necesario que todos asumamos nuestro rol y nuestra responsabilidad. Los profesores debemos ser guías, facilitadores y mentores de los estudiantes. Debemos diseñar experiencias de aprendizaje que sean significativas, motivadoras y personalizadas. Debemos establecer relaciones positivas con los estudiantes, basadas en el respeto, la confianza y el afecto. Debemos construir una cultura escolar que promueva los valores comunes, la colaboración y la diversidad.
Los padres de familia debemos ser aliados, acompañantes y modelos de los jóvenes. Debemos apoyar su proceso educativo, respetando su autonomía y sus intereses. Debemos escuchar sus necesidades, preocupaciones y aspiraciones. Debemos proporcionarles un ambiente familiar que les brinde seguridad, amor y estabilidad. Debemos motivarlos a pensar en el colectivo y en el bien común. Y debemos trabajar de la mano y en equipo con los profesores y con las instituciones educativas para remar hacia el mismo lado y construir en conjunto.
Los estudiantes deben ser protagonistas, agentes y líderes de su propio aprendizaje. Deben asumir un rol activo, crítico y creativo en su proceso educativo. Deben explorar sus potencialidades, desarrollar sus talentos y perseguir sus sueños. Deben integrarse a la comunidad escolar, participando, cooperando y celebrando. Y deben pensar en comunidad, no solo en sus intereses propios.
Solo así podremos reconectar a los estudiantes con la escuela y el aprendizaje, pero también con la vida. Solo así podremos formar ciudadanos que busquen el bienestar propio y el de quienes los rodean. Solo así podremos contribuir a la construcción de un mundo mejor.