¿Prohibir o no prohibir? El debate sobre los celulares en los colegios
El uso de celulares en los colegios es un tema que genera controversia entre educadores, padres y estudiantes. Algunos consideran que estos dispositivos son una herramienta útil para el aprendizaje, la comunicación y la seguridad, mientras que otros opinan que son una fuente de distracción, acoso y desigualdad. Recientemente, la Unesco ha propuesto una prohibición global de los celulares en los colegios para mejorar el ambiente educativo y proteger a los estudiantes. ¿Es esta una medida acertada o excesiva? La columna que escribí hace unas semanas establecía que los niños y jóvenes están desconectados del aprendizaje, en parte por esa dependencia que se ha generado por el uso inapropiado de celulares. En este espacio analizaremos los pros y los contras de prohibir los celulares en los colegios, basándonos en evidencia científica y experiencias internacionales.
Por un lado, existen varios argumentos a favor de prohibir los celulares en las escuelas. Uno de ellos es que los celulares pueden interferir con la atención, la memoria y el pensamiento de los estudiantes, afectando su rendimiento académico. Según un estudio realizado por investigadores británicos, después de que las escuelas prohibieron los celulares, las calificaciones de los estudiantes de 16 años aumentaron en un 6,4 % de una desviación estándar. Esto equivale a agregar cinco días al año escolar o una hora adicional por semana. Los autores del estudio sugieren que los celulares pueden distraer a los estudiantes tanto si los usan como si solo están presentes en el aula.
Otro argumento a favor de prohibir los celulares en las escuelas es que estos pueden facilitar el acoso cibernético entre los estudiantes, dañando su salud mental y emocional. Según una revisión sistemática realizada por investigadores españoles, existe evidencia limitada pero sugestiva de que un mayor uso de celulares puede estar asociado con peores resultados de salud mental en niños y adolescentes. El acoso cibernético puede provocar ansiedad, depresión, baja autoestima e incluso suicidio en las víctimas. Además, el acoso cibernético puede ocurrir tanto dentro como fuera del horario escolar, dificultando su prevención e intervención.
Un tercer argumento a favor de prohibir los celulares en las escuelas es que estos pueden generar desigualdad entre los estudiantes, según su acceso y uso de la tecnología. No todos los estudiantes tienen las mismas oportunidades de tener un celular o de usarlo con fines educativos. Algunos pueden tener dispositivos más avanzados o más recursos para acceder a internet o aplicaciones. Esto puede crear brechas digitales entre los estudiantes, afectando su motivación, autoeficacia y participación. Además, el uso de los celulares puede exacerbar las diferencias socioeconómicas, culturales o de género entre los estudiantes, al exponerlos a contenidos o influencias que pueden reforzar estereotipos o discriminaciones.
Por otro lado, también existen varios argumentos en contra de prohibir los celulares en las escuelas. Uno de ellos es que los celulares pueden ser una herramienta pedagógica que favorece el aprendizaje, la creatividad y la colaboración de los estudiantes. Algunos estudios han encontrado que los estudiantes que usan los celulares para fines de aprendizaje pueden tener mejores resultados académicos que los que no los usan o los usan para fines recreativos. Los celulares pueden permitir a los estudiantes acceder a información, recursos y actividades que complementan su formación escolar. No obstante, este argumento también tiene sus desafíos y limitaciones. Por un lado, el uso de celulares para fines de aprendizaje depende de la calidad y la pertinencia de los contenidos, las aplicaciones y las estrategias pedagógicas que se empleen. Por otro lado, puede tener efectos negativos en otros aspectos del desarrollo integral de los estudiantes, como la atención, la salud mental, la convivencia y la equidad. Además, no garantiza que los estudiantes desarrollen habilidades digitales y ciudadanas, que son esenciales para su participación en la sociedad actual. Finalmente, no excluye la posibilidad de usar otros recursos o medios que pueden tener las mismas o mejores ventajas pedagógicas.
Otro argumento en contra de prohibir los celulares en las escuelas es pueden ser un medio de comunicación y seguridad para los estudiantes y sus familias. Los celulares pueden facilitar el contacto entre los estudiantes y sus padres o tutores, especialmente en casos de emergencia o necesidad. Los celulares también pueden ayudar a los estudiantes a mantenerse en contacto con sus amigos o compañeros, fortaleciendo sus vínculos sociales y su sentido de pertenencia. Además, los celulares pueden servir como una forma de expresión y entretenimiento para los estudiantes, contribuyendo a su bienestar y satisfacción. Sin embargo, este argumento también tiene sus problemas y limitaciones. Por un lado, el uso de los celulares como medio de comunicación y seguridad puede ser innecesario o exagerado durante el periodo escolar. Los estudiantes no necesitan estar conectados con sus familias o sus amigos todo el tiempo, ya que pueden distraerse, preocuparse o angustiarse por cuestiones ajenas al ámbito escolar. Si hay una emergencia o una necesidad, las familias pueden comunicarse con el centro educativo, que tiene la responsabilidad de cuidar y proteger a los estudiantes. Por otro lado, el uso de los celulares como medio de comunicación y seguridad puede ser insuficiente o ineficaz para garantizar el bienestar de los estudiantes. Los celulares no pueden sustituir la comunicación presencial, directa y sincera entre los estudiantes y sus familias o sus amigos. Los celulares tampoco pueden prevenir o resolver situaciones de riesgo, violencia o conflicto que puedan afectar a los estudiantes dentro o fuera del ámbito escolar.
Un tercer argumento en contra de prohibir los celulares en las escuelas es que esta medida puede ser contraproducente o ineficaz para resolver los problemas asociados al uso de estos dispositivos. Prohibir los celulares puede generar resistencia o rechazo de los estudiantes, que pueden sentirse privados de su libertad o autonomía. Prohibir los celulares también puede dificultar el desarrollo de habilidades digitales y ciudadanas de los estudiantes, que necesitan aprender a usar la tecnología de forma crítica, selectiva y responsable. Además, prohibir los celulares puede desplazar el problema a otros espacios o momentos, sin abordar las causas o consecuencias del uso inadecuado o excesivo de estos dispositivos. Sin embargo, este argumento también tiene sus falencias y debilidades. Por un lado, el uso de los celulares no es un derecho fundamental ni una necesidad básica de los estudiantes, sino un privilegio y una responsabilidad que debe estar sujeto a normas y condiciones. Los estudiantes no pierden su libertad o autonomía al no usar los celulares en las escuelas, sino que ejercen su disciplina y su respeto por el ámbito educativo. Por otro lado, el desarrollo de habilidades digitales y ciudadanas no depende exclusivamente del uso de los celulares, sino de la calidad y la pertinencia de la educación que se brinda a los estudiantes. Los celulares no son la única ni la mejor forma de enseñar y aprender sobre la tecnología y su impacto social. Además, el problema del uso inadecuado o excesivo de los celulares no se soluciona con permitirlos o ignorarlos, sino con regularlos y orientarlos. Los celulares pueden ser una fuente de distracción, adicción o conflicto para los estudiantes, que afecta su atención, su salud mental, su convivencia y su equidad.
En conclusión, el uso de los celulares en las escuelas es un tema complejo que tiene aspectos positivos y negativos, pero que en general se inclina hacia lo negativo. A mi juicio, los celulares pueden interferir con el proceso educativo, facilitar el acoso cibernético y generar desigualdad entre los estudiantes. Los beneficios pedagógicos, comunicativos y de seguridad que pueden ofrecer los celulares no compensan los riesgos y las dificultades que implican. Por eso, me parece conveniente prohibir el uso de los celulares en las escuelas, al menos para los estudiantes menores de 15 años. Esta medida puede mejorar el ambiente de aprendizaje y proteger a los estudiantes. Asimismo, se debe educar a los estudiantes para que usen los celulares de forma consciente, crítica y responsable fuera del ámbito escolar.
Referencias:
“The UNESCO debate: Here are the pros and cons of banning smartphones in schools”
“Do phones belong in schools?”
“Salud mental en niños y adolescentes: así influyen las redes sociales y videojuegos”
El uso de celulares en los colegios es un tema que genera controversia entre educadores, padres y estudiantes. Algunos consideran que estos dispositivos son una herramienta útil para el aprendizaje, la comunicación y la seguridad, mientras que otros opinan que son una fuente de distracción, acoso y desigualdad. Recientemente, la Unesco ha propuesto una prohibición global de los celulares en los colegios para mejorar el ambiente educativo y proteger a los estudiantes. ¿Es esta una medida acertada o excesiva? La columna que escribí hace unas semanas establecía que los niños y jóvenes están desconectados del aprendizaje, en parte por esa dependencia que se ha generado por el uso inapropiado de celulares. En este espacio analizaremos los pros y los contras de prohibir los celulares en los colegios, basándonos en evidencia científica y experiencias internacionales.
Por un lado, existen varios argumentos a favor de prohibir los celulares en las escuelas. Uno de ellos es que los celulares pueden interferir con la atención, la memoria y el pensamiento de los estudiantes, afectando su rendimiento académico. Según un estudio realizado por investigadores británicos, después de que las escuelas prohibieron los celulares, las calificaciones de los estudiantes de 16 años aumentaron en un 6,4 % de una desviación estándar. Esto equivale a agregar cinco días al año escolar o una hora adicional por semana. Los autores del estudio sugieren que los celulares pueden distraer a los estudiantes tanto si los usan como si solo están presentes en el aula.
Otro argumento a favor de prohibir los celulares en las escuelas es que estos pueden facilitar el acoso cibernético entre los estudiantes, dañando su salud mental y emocional. Según una revisión sistemática realizada por investigadores españoles, existe evidencia limitada pero sugestiva de que un mayor uso de celulares puede estar asociado con peores resultados de salud mental en niños y adolescentes. El acoso cibernético puede provocar ansiedad, depresión, baja autoestima e incluso suicidio en las víctimas. Además, el acoso cibernético puede ocurrir tanto dentro como fuera del horario escolar, dificultando su prevención e intervención.
Un tercer argumento a favor de prohibir los celulares en las escuelas es que estos pueden generar desigualdad entre los estudiantes, según su acceso y uso de la tecnología. No todos los estudiantes tienen las mismas oportunidades de tener un celular o de usarlo con fines educativos. Algunos pueden tener dispositivos más avanzados o más recursos para acceder a internet o aplicaciones. Esto puede crear brechas digitales entre los estudiantes, afectando su motivación, autoeficacia y participación. Además, el uso de los celulares puede exacerbar las diferencias socioeconómicas, culturales o de género entre los estudiantes, al exponerlos a contenidos o influencias que pueden reforzar estereotipos o discriminaciones.
Por otro lado, también existen varios argumentos en contra de prohibir los celulares en las escuelas. Uno de ellos es que los celulares pueden ser una herramienta pedagógica que favorece el aprendizaje, la creatividad y la colaboración de los estudiantes. Algunos estudios han encontrado que los estudiantes que usan los celulares para fines de aprendizaje pueden tener mejores resultados académicos que los que no los usan o los usan para fines recreativos. Los celulares pueden permitir a los estudiantes acceder a información, recursos y actividades que complementan su formación escolar. No obstante, este argumento también tiene sus desafíos y limitaciones. Por un lado, el uso de celulares para fines de aprendizaje depende de la calidad y la pertinencia de los contenidos, las aplicaciones y las estrategias pedagógicas que se empleen. Por otro lado, puede tener efectos negativos en otros aspectos del desarrollo integral de los estudiantes, como la atención, la salud mental, la convivencia y la equidad. Además, no garantiza que los estudiantes desarrollen habilidades digitales y ciudadanas, que son esenciales para su participación en la sociedad actual. Finalmente, no excluye la posibilidad de usar otros recursos o medios que pueden tener las mismas o mejores ventajas pedagógicas.
Otro argumento en contra de prohibir los celulares en las escuelas es pueden ser un medio de comunicación y seguridad para los estudiantes y sus familias. Los celulares pueden facilitar el contacto entre los estudiantes y sus padres o tutores, especialmente en casos de emergencia o necesidad. Los celulares también pueden ayudar a los estudiantes a mantenerse en contacto con sus amigos o compañeros, fortaleciendo sus vínculos sociales y su sentido de pertenencia. Además, los celulares pueden servir como una forma de expresión y entretenimiento para los estudiantes, contribuyendo a su bienestar y satisfacción. Sin embargo, este argumento también tiene sus problemas y limitaciones. Por un lado, el uso de los celulares como medio de comunicación y seguridad puede ser innecesario o exagerado durante el periodo escolar. Los estudiantes no necesitan estar conectados con sus familias o sus amigos todo el tiempo, ya que pueden distraerse, preocuparse o angustiarse por cuestiones ajenas al ámbito escolar. Si hay una emergencia o una necesidad, las familias pueden comunicarse con el centro educativo, que tiene la responsabilidad de cuidar y proteger a los estudiantes. Por otro lado, el uso de los celulares como medio de comunicación y seguridad puede ser insuficiente o ineficaz para garantizar el bienestar de los estudiantes. Los celulares no pueden sustituir la comunicación presencial, directa y sincera entre los estudiantes y sus familias o sus amigos. Los celulares tampoco pueden prevenir o resolver situaciones de riesgo, violencia o conflicto que puedan afectar a los estudiantes dentro o fuera del ámbito escolar.
Un tercer argumento en contra de prohibir los celulares en las escuelas es que esta medida puede ser contraproducente o ineficaz para resolver los problemas asociados al uso de estos dispositivos. Prohibir los celulares puede generar resistencia o rechazo de los estudiantes, que pueden sentirse privados de su libertad o autonomía. Prohibir los celulares también puede dificultar el desarrollo de habilidades digitales y ciudadanas de los estudiantes, que necesitan aprender a usar la tecnología de forma crítica, selectiva y responsable. Además, prohibir los celulares puede desplazar el problema a otros espacios o momentos, sin abordar las causas o consecuencias del uso inadecuado o excesivo de estos dispositivos. Sin embargo, este argumento también tiene sus falencias y debilidades. Por un lado, el uso de los celulares no es un derecho fundamental ni una necesidad básica de los estudiantes, sino un privilegio y una responsabilidad que debe estar sujeto a normas y condiciones. Los estudiantes no pierden su libertad o autonomía al no usar los celulares en las escuelas, sino que ejercen su disciplina y su respeto por el ámbito educativo. Por otro lado, el desarrollo de habilidades digitales y ciudadanas no depende exclusivamente del uso de los celulares, sino de la calidad y la pertinencia de la educación que se brinda a los estudiantes. Los celulares no son la única ni la mejor forma de enseñar y aprender sobre la tecnología y su impacto social. Además, el problema del uso inadecuado o excesivo de los celulares no se soluciona con permitirlos o ignorarlos, sino con regularlos y orientarlos. Los celulares pueden ser una fuente de distracción, adicción o conflicto para los estudiantes, que afecta su atención, su salud mental, su convivencia y su equidad.
En conclusión, el uso de los celulares en las escuelas es un tema complejo que tiene aspectos positivos y negativos, pero que en general se inclina hacia lo negativo. A mi juicio, los celulares pueden interferir con el proceso educativo, facilitar el acoso cibernético y generar desigualdad entre los estudiantes. Los beneficios pedagógicos, comunicativos y de seguridad que pueden ofrecer los celulares no compensan los riesgos y las dificultades que implican. Por eso, me parece conveniente prohibir el uso de los celulares en las escuelas, al menos para los estudiantes menores de 15 años. Esta medida puede mejorar el ambiente de aprendizaje y proteger a los estudiantes. Asimismo, se debe educar a los estudiantes para que usen los celulares de forma consciente, crítica y responsable fuera del ámbito escolar.
Referencias:
“The UNESCO debate: Here are the pros and cons of banning smartphones in schools”
“Do phones belong in schools?”
“Salud mental en niños y adolescentes: así influyen las redes sociales y videojuegos”