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La política económica de Milei tiene dos pilares centrales. El primero es la necesidad del equilibrio fiscal que se logra bajando gasto y no subiendo impuestos; el segundo es la libertad económica: a más libertad, más prosperidad. El fondo de la economía de Milei es entender que básicamente hay sector público y sector privado, y que si se expande el público se contrae el privado. En Argentina, con una reducción del gasto público del 5 % del PIB al simplificar el Estado, eliminando más de 200 instituciones y regulaciones innecesarias (desregular), crecieron entre 3 y 4 %, logrando que el sector privado se expandiera en un 8 % jalonando la economía.
Rompieron el mito de que el crecimiento necesita expansión del Estado, lo cual resultó FALSO. Entendieron que era indispensable un equilibrio fiscal, que se obtiene subiendo impuestos o bajando gasto, y este fue el camino escogido. Comprendieron también que cada peso que gasta el Gobierno se paga de tres formas: aumentando impuestos, o con expansión monetaria imprimiendo dinero inflacionario que empobrece, o con deuda (un impuesto futuro).
El cuento de que el gasto público debe expandirse para crecer la economía, en palabras argentinas, “es un cuento mentiroso que solo sirve para sostener la casta”. El otro mito que derrumbaron es el de la inflexibilidad del gasto: con un masivo recorte de instituciones inútiles (más de 200) lograron superávit fiscal el primer mes y en todos los siguientes. El pilar hacia la libertad económica y la reducción del gasto público fue ordenar el “quién hace qué”. Los temas que sean provinciales o municipales o propios del sector privado fueron eliminados del orden nacional. Los temas propios del Gobierno Nacional como la seguridad, la justicia, una macroeconomía estable o los programas de asistencia universal a los más necesitados tuvieron un fuerte incremento, y los del orden provincial o municipal como los acueductos, alcantarillados, las vías regionales y terciarias fueron asumidos por dichas entidades. Finalmente, actividades propias del sector privado como el microcrédito y la construcción de vivienda fueron eliminados de lo público. En el proceso eliminaron doce ministerios, y adelantaron la desregulación más profunda conocida, buscando hacer de Argentina el país más libre del mundo.
En materia contractual establecieron que el contrato privado prevalece por encima de la ley, dejando los códigos como supletorios. Entendieron que en sectores donde hay empresas estatales, la regulación es directamente proporcional al tamaño de estas que se rodean de mala regulación para su protección. En lo laboral hicieron una reforma pro-trabajadores pro-empresa. Si se ponen de acuerdo, esto es lo que prevalece; de lo contrario, opera la legislación vigente. Otro punto fue entender en cómo se alimenta un sistema de castas, sean empresariales, políticas, sindicales, entre otras. Ellas viven de los recursos del Estado, pero un punto central es mirar si los recursos realmente llegaban a las familias o representados, o se quedaban en intermediarios que era el caso. Al hacer que los recursos lleguen directamente a los beneficiarios, se debilitan los agentes intermediaros que bloquean dicha llegada para su propio beneficio político (mantener el flujo y repartirlos) y económico (tajada). Mucho que aprender.
