La realidad colombiana ha sido la del vaso medio lleno para unos y muy vacío para otros. Esto sumado al pacto de La Picota, la financiación ilegal de la campaña, destrozar la oposición y el levantamiento social creado por Petro los llevaron a la presidencia.
Para entender este giro del país hay que comprender que, además de la necesaria izquierda democrática, tenemos una izquierda antisistema que asesina compatriotas todos los días, que tiene rentas ilegales (traquetas), representada por las FARC, ELN y otros. Las solas FARC, por lo que algunos denominan “una buena causa”, tienen más de 94.000 homicidios, 30.000 desapariciones forzosas, 20.000 secuestros, reclutamiento de menores, violencia sexual, despojo de tierras y empobrecimiento, entre otros.
Es entonces con esta izquierda traqueta, sus representantes de Fecode, del pacto de La Picota, las mingas y con algunos congresistas corruptos con los que el Gobierno va a “legitimar su poder constituyente” orientado a básicamente tres cosas: 1. Atornillar en el poder a este Gobierno incompetente, plagado de escándalos de corrupción e ilegitimidad. 2. Cambio completo del Estado, en la línea con el documento metodológico firmado en un yo con yo con el ELN, para imponer los cambios que no son capaces de lograr en democracia. 3. Una ley de punto final que, después de décadas de crímenes, delitos y corrupción, deje a la izquierda antisistema y a sus colaboradores en cero kilómetros. Petro es consciente de lo mal que va su gobierno, del fracaso de su proyecto político, de la pérdida de bases especialmente en bastiones como el Cauca y Nariño, y en general de que la mayoría de los colombianos ve destrozada la salud, la inseguridad disparada, la extorsión rampante y la corrupción de su círculo como Benedetti, Olmedo, Sneyder y su hijo Nicolás; entonces, Petro adopta la estrategia de culpar a los empresarios, a los supuestos neoliberales, a la oligarquía, y de suscitar una cadena de odios y así desviar la atención del fondo del problema.
Para lograr sus fines, este Gobierno inicialmente habló de pacto nacional, que hoy cambiaron por una constituyente, a pesar de haber jurado que no sucedería, basada en un acomodado poder constituyente del común, usando a Fecode, mingas, infiltrados de la UNAL, a sus primeras líneas y al acuerdo de paz con el ELN, más al pacto de la Picota.
Petro, en resumen, con esa izquierda antisistema y delincuente, junto con los anteriores actores, quiere definir lo que el resto de la sociedad, llámese izquierda democrática, liberalismo, centro y derecha, nos tenemos que tragar. Para darle visos de legalidad a lo anterior, el presidente anunció en la ONU que cumplirá los acuerdos y, a renglón seguido, a lo Leyva, inscribirán el suyo en Ginebra presentándolo como única posibilidad de paz real en Colombia, haciéndolo obligatorio para las partes. Y mientras estamos en modo constituyente se disuelve el Congreso, no hay elecciones y, sin querer queriendo, se atornilló en el poder. ¿Será que Cristo hace el milagro de que entre en razón?
El verdadero pacto es la unión de fuerzas democráticas para reconstruir la esperanza.
La realidad colombiana ha sido la del vaso medio lleno para unos y muy vacío para otros. Esto sumado al pacto de La Picota, la financiación ilegal de la campaña, destrozar la oposición y el levantamiento social creado por Petro los llevaron a la presidencia.
Para entender este giro del país hay que comprender que, además de la necesaria izquierda democrática, tenemos una izquierda antisistema que asesina compatriotas todos los días, que tiene rentas ilegales (traquetas), representada por las FARC, ELN y otros. Las solas FARC, por lo que algunos denominan “una buena causa”, tienen más de 94.000 homicidios, 30.000 desapariciones forzosas, 20.000 secuestros, reclutamiento de menores, violencia sexual, despojo de tierras y empobrecimiento, entre otros.
Es entonces con esta izquierda traqueta, sus representantes de Fecode, del pacto de La Picota, las mingas y con algunos congresistas corruptos con los que el Gobierno va a “legitimar su poder constituyente” orientado a básicamente tres cosas: 1. Atornillar en el poder a este Gobierno incompetente, plagado de escándalos de corrupción e ilegitimidad. 2. Cambio completo del Estado, en la línea con el documento metodológico firmado en un yo con yo con el ELN, para imponer los cambios que no son capaces de lograr en democracia. 3. Una ley de punto final que, después de décadas de crímenes, delitos y corrupción, deje a la izquierda antisistema y a sus colaboradores en cero kilómetros. Petro es consciente de lo mal que va su gobierno, del fracaso de su proyecto político, de la pérdida de bases especialmente en bastiones como el Cauca y Nariño, y en general de que la mayoría de los colombianos ve destrozada la salud, la inseguridad disparada, la extorsión rampante y la corrupción de su círculo como Benedetti, Olmedo, Sneyder y su hijo Nicolás; entonces, Petro adopta la estrategia de culpar a los empresarios, a los supuestos neoliberales, a la oligarquía, y de suscitar una cadena de odios y así desviar la atención del fondo del problema.
Para lograr sus fines, este Gobierno inicialmente habló de pacto nacional, que hoy cambiaron por una constituyente, a pesar de haber jurado que no sucedería, basada en un acomodado poder constituyente del común, usando a Fecode, mingas, infiltrados de la UNAL, a sus primeras líneas y al acuerdo de paz con el ELN, más al pacto de la Picota.
Petro, en resumen, con esa izquierda antisistema y delincuente, junto con los anteriores actores, quiere definir lo que el resto de la sociedad, llámese izquierda democrática, liberalismo, centro y derecha, nos tenemos que tragar. Para darle visos de legalidad a lo anterior, el presidente anunció en la ONU que cumplirá los acuerdos y, a renglón seguido, a lo Leyva, inscribirán el suyo en Ginebra presentándolo como única posibilidad de paz real en Colombia, haciéndolo obligatorio para las partes. Y mientras estamos en modo constituyente se disuelve el Congreso, no hay elecciones y, sin querer queriendo, se atornilló en el poder. ¿Será que Cristo hace el milagro de que entre en razón?
El verdadero pacto es la unión de fuerzas democráticas para reconstruir la esperanza.