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Cuando Petro llegó a la alcaldía reunió a un gran número de empresarios en la CCB sede Salitre y, organizados por temas, trabajamos toda la mañana con la consigna de plantear esquemas de colaboración sector privado-alcaldía. En virtud del grupo empresarial que presidía, fui asignado al tema de la construcción junto con cementeros, ladrilleros, constructores, etc., y por deferencia me eligieron para tomar las notas y articular las conclusiones, que al final entregué a la coordinadora, quien, sin mirarlas, me dijo: “Señor, aquí está el acta”. Le respondí que nada de lo escrito era lo hablado ni concertado, pero insistió en que esa era el acta. Salimos molestos y preocupados. Por eso no me extrañó con la reforma a la salud la queja de los partidos de las largas horas conciliando textos y que al final la exministra Corcho presentara su propuesta sin tener en cuenta lo acordado. La misma queja se expresa frente a diferentes reformas, como en el caso del Plan de Desarrollo. El Gobierno declaró haber recibido más de 89.000 propuestas vinculantes entregadas por más de 250.000 personas, pero Dejusticia en su artículo “La demagogia de los diálogos vinculantes” plantea que “la Presidencia pudo haber sido transparente en decir que era un proceso consultivo, pero al calificarlo de vinculante lo convierte en demagogia”. La Procuraduría debe investigar qué cambios tuvo la propuesta inicial vs. la final del PND frente al supuesto diálogo “vinculante”. Y la lista de “supuestas” concertaciones es larga.
La realidad es que el Gobierno, en virtud de los escándalos de todo tipo develados por su gente, sumados a la evidente incompetencia de gran parte del equipo para gobernar, ejecutar las obras prometidas y garantizar la seguridad, se enfoca en Twitter victimizándose y proyecta sus desaciertos en un supuesto “golpe blando” o en las élites de siempre que no lo dejan gobernar. Si tuviera ánimo de escuchar, conciliar y no manipular al “pueblo” con discursos demagógicos, con seguridad lograría avances ya que el país reclama reformas, pero no aquellas centradas en capturar para el Estado y la politiquería las inmensas rentas pensionales o de salud, o generar un control político sindical de la economía, sino nuevas formas de relación laboral para un mundo moderno, para el campo, las realidades regionales, la necesidad de fortalecer la prevención en salud, pagos más expeditos a los hospitales, más especialistas, atención en la provincia. La lista es larga y creo que nadie se opondría a reformas concertadas.
Pensar que amenazando con asambleas populares, líneas rojas, etc. se consigue un cheque en blanco no es conveniente ni realista. Somos millones los que no votamos por el Pacto Histórico, pero, como demócratas, aceptamos la derrota y entendemos que el presidente debe liderar en consenso, escuchando y acordando con todos los sectores las reformas necesarias, porque hoy también son parte de los inconformes un gran número de colombianos de todos los sectores y estratos que lo apoyaron en las urnas. La actitud del presidente con su poco ánimo de concertar es similar a la de Henry Ford cuando decía “acepto que los coches sean de cualquier color siempre que sean negros”.