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Contra la corriente

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Carlos Gustavo Cano Sanz
26 de marzo de 2025 - 05:05 a. m.
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Tras las algarabías mediáticas de los predicadores de la transición energética por decreto, desconociendo que ésta ha sido una constante de la humanidad desde su nacimiento, y no un invento de ahora, los resultados frente a las metas establecidas a partir del celebrado acuerdo de París de 2015 sobre el cambio climático son decepcionantes.

En efecto, a pesar de que las energías renovables -originadas en fuentes solares y eólicas, geotermia, baterías, hidrógeno y biocombustibles-, apenas representan el quince por ciento de la generación de la electricidad global, el año 2024 marcó el más alto pico de la historia en materia del volumen de la energía convencional. O sea, la derivada directa del petróleo, el carbón y el gas. Esto significa, en palabras de voces tan autorizadas como las de Daniel Yergin, Peter Orzag y Atul Arya (The Troubled Energy Transition, Foreign Affairs march/april 2025), que lo que está aconteciendo, más que una genuina transición, es una ‘adición energética’.

Según la proyección de la Agencia Internacional de Energía (AIE) elaborada en 2021, a fin de cumplir tan ambicioso objetivo en el siguiente cuarto de siglo, dichas emisiones tendrían que disminuir de las 33,9 gigatoneladas (Gt) registradas en 2020 a 21,2 gigatoneladas en 2030. Y la realidad es la opuesta: en 2023 las emisiones se elevaron a 37,4 gigatoneladas. Y prosiguen en ascenso.

Otra cara de la misma moneda la muestra la meta de Estados Unidos de llegar al cincuenta por ciento de vehículos eléctricos en 2030. Pero lo cierto es que la proporción aún permanece en el diez por ciento, en medio de una desbandada de los inversionistas en su producción debido a las multimillonarias pérdidas de la industria. Lo mismo ocurre con la energía eólica fuera de costa en ese país, con la mira de arribar a los treinta gigavatios en 2030, cuando se prevén a duras penas para ese año sólo trece gigavatios.

La creciente dependencia de la humanidad de los hidrocarburos, al menos durante la siguiente centuria, resulta ineluctable. Existen al menos cuatro elementos esenciales de los que la especie humana no podrá liberarse para lograr subsistir, a saber: el amonio, la fuente del nitrógeno, base del imprescindible fertilizante para la alimentación humana y animal, la urea; el plástico, eje de la medicina moderna, la informática y la inteligencia artificial; y el acero y el cemento, indispensables para sustentar la construcción de la infraestructura y la vivienda que continuará requiriendo la población del mundo. Todos derivados directos de los hidrocarburos convencionales –petróleo, carbón y gas-, como bien lo ilustra el lúcido profesor checo-canadiense Vaclav Smil de la Universidad de Manitoba en su libro sobre el tema (How the world really works, Viking, 2022).

La verdad es que las alternativas renovables están resultando mucho más difíciles, costosas y complejas que lo inicialmente calculado. Es cierto que están, aunque en muy modesta proporción, añadiendo a la oferta, pero sin reducir, ni mucho menos sustituir, el uso tradicional de los hidrocarburos. Ello constituye una señal inequívoca de que la tan proclamada meta de alcanzar en el 2050 el nivel cero-neto de emisiones de gases de efecto invernadero es inviable.

En conclusión, lo evidente es que hasta ahora hemos adicionado algunas fuentes alternativas de energía, las denominadas renovables, pero sin reemplazar las convencionales. Y que, en el muy largo plazo, cualquier proceso de transición necesariamente tendrá que convivir con la continuación de masivas inversiones en las fuentes de éstas últimas –las convencionales- a fin de preservar la seguridad energética del planeta y la vida misma del homo sapiens.

*Profesor de la Universidad de los Andes y ex codirector del Banco de la República.

Carlos Gustavo Cano Sanz

Por Carlos Gustavo Cano Sanz

Economista de la Universidad de los Andes; con maestría de la Universidad de Lancaster; posgrado en Gobierno, Negocios y Economía Internacional en la Universidad de Harvard. Fue ministro de Agricultura, director del Banco de la República y director de Ecopetrol. Actualmente es profesor de la Universidad de los Andes.
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SÓTERO(26571)26 de marzo de 2025 - 11:44 p. m.
Homo demens
Hincha Rojo(87476)26 de marzo de 2025 - 06:48 p. m.
Triste panarama.
Mario Giraldo(196)26 de marzo de 2025 - 06:35 p. m.
Colombia fue líder mundial en energías limpias pues su matrix siempre fue basada en hidroeléctricas. En los 90s nos sentimos petroleros y en lugar de continuar con los proyectos de micro centrales (Urrao, Miel...) y darle impulso al transporte eléctrico que ya existía (tranvías y trolley), creamos una dependencia de termo eléctricas que no necesitábamos, desmontamos la infraestructura de buses y trenes eléctricos y llenamos el país de gasoductos.
Mario Giraldo(196)26 de marzo de 2025 - 03:33 p. m.
El análisis es incompleto pues no incluyes datos de UE, y Oceanía donde los renovables ya superan el 65%. Datos de China, lider mundial en carros eléctricos, o de Japon, líder mundial en servicio publico masivo en trenes. El precio del petroleo y el carbon están en niveles mínimos históricos a pesar de las guerras en regiones críticos (Rusia, Iran, Venezuela, mar rojo) bien hace Colombia en pensar en otros negocios.
  • Boppi(61012)27 de marzo de 2025 - 12:05 a. m.
    Petroleo en minimos historicos, de donde sacan eso,los renovables han aumentado pero el consumo de lo convencional no ha bajado, incluso los renovables también contaminan, los proyectos de La Guajira fueron dejados a un lado pues los inversionistas se fueron, ni en eso ha cumplido este gobierno.
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