Acceso al conocimiento vence, absuelto Diego Gómez
Después de un largo proceso judicial, el biólogo acusado por violación al derecho de autor, fue absuelto en primera instancia.
En 2011, siendo estudiante de biología, Diego encontró en Facebook y subió a internet una tesis de maestría de la Universidad Nacional defendida en 2006. Quería que sus compañeros en el Quindío la conocieran. En 2013 una denuncia originó una investigación penal que podría condenarlo hasta a 8 años de prisión.
Cuando comenzaba su juicio en 2014 y mientras lo acompañaba en el proceso, me explicó que en la biblioteca de la Universidad del Quindío tan solo había una estantería dedicada a biología y en ella 2 textos básicos de herpetología, que era el tema de su grupo de estudio. “Apasionados por nuestra biodiversidad, aprovechábamos viajes, descubríamos internet, era un rebusque para conseguir información, la compartíamos y la devorábamos”, contaba. Aunque no siempre tienen apoyo de profesores especializados, “el grupo subsiste luego de 14 años, y produce hasta más que grupos calificados en Colciencias”, me dijo orgulloso la última vez que lo vi.
En 2017, ya con maestría, trabaja en la conservación de la vida silvestre en Costa Rica. Convencido de que nadie debe enfrentar un juicio penal por compartir conocimiento científico, dice que “el derecho de autor asume lógicas de mercado alejadas del propósito central en la investigación científica, que es dar a conocer y multiplicar el conocimiento para el desarrollo humano”.
Así descubrió el acceso abierto. “Los académicos debemos comprometernos a licenciar en abierto nuestro trabajo para que cualquiera lo use legalmente. Además, los financiadores deben desarrollar políticas que hagan que los dineros invertidos, sobre todo los públicos, generen resultados que queden al alcance de cualquiera para ampliar su impacto”, afirma Diego. Mientras prácticas cotidianas puedan ser criminalizadas por no tener claro que la ley penal es para perseguir piratería, el acceso abierto es una alternativa que evita ese efecto perverso.
El 24 de mayo Diego durmió mejor. Aunque, en lo que parece un ensañamiento digno de mejor causa, ya anunciaron apelación del fallo.
Gracias a los abogados Claudio Zambrano, Luis Bernardo Alzate y Germán Realpe, al equipo de Karisma, a todos los que ayudaron porque #CompartirNoEsDelito. Eso sí, para la apelación se necesitará apoyo de todos.
Después de un largo proceso judicial, el biólogo acusado por violación al derecho de autor, fue absuelto en primera instancia.
En 2011, siendo estudiante de biología, Diego encontró en Facebook y subió a internet una tesis de maestría de la Universidad Nacional defendida en 2006. Quería que sus compañeros en el Quindío la conocieran. En 2013 una denuncia originó una investigación penal que podría condenarlo hasta a 8 años de prisión.
Cuando comenzaba su juicio en 2014 y mientras lo acompañaba en el proceso, me explicó que en la biblioteca de la Universidad del Quindío tan solo había una estantería dedicada a biología y en ella 2 textos básicos de herpetología, que era el tema de su grupo de estudio. “Apasionados por nuestra biodiversidad, aprovechábamos viajes, descubríamos internet, era un rebusque para conseguir información, la compartíamos y la devorábamos”, contaba. Aunque no siempre tienen apoyo de profesores especializados, “el grupo subsiste luego de 14 años, y produce hasta más que grupos calificados en Colciencias”, me dijo orgulloso la última vez que lo vi.
En 2017, ya con maestría, trabaja en la conservación de la vida silvestre en Costa Rica. Convencido de que nadie debe enfrentar un juicio penal por compartir conocimiento científico, dice que “el derecho de autor asume lógicas de mercado alejadas del propósito central en la investigación científica, que es dar a conocer y multiplicar el conocimiento para el desarrollo humano”.
Así descubrió el acceso abierto. “Los académicos debemos comprometernos a licenciar en abierto nuestro trabajo para que cualquiera lo use legalmente. Además, los financiadores deben desarrollar políticas que hagan que los dineros invertidos, sobre todo los públicos, generen resultados que queden al alcance de cualquiera para ampliar su impacto”, afirma Diego. Mientras prácticas cotidianas puedan ser criminalizadas por no tener claro que la ley penal es para perseguir piratería, el acceso abierto es una alternativa que evita ese efecto perverso.
El 24 de mayo Diego durmió mejor. Aunque, en lo que parece un ensañamiento digno de mejor causa, ya anunciaron apelación del fallo.
Gracias a los abogados Claudio Zambrano, Luis Bernardo Alzate y Germán Realpe, al equipo de Karisma, a todos los que ayudaron porque #CompartirNoEsDelito. Eso sí, para la apelación se necesitará apoyo de todos.