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El 1° de septiembre se reactivaron los vuelos aéreos nacionales en Colombia con “protocolos de bioseguridad” para mitigar los riesgos de contagio de COVID-19. Aunque no hablan del uso obligatorio de CoronApp_Colombia, sí la “recomiendan”. Una lectura a fondo de la regulación establece que el uso de esta aplicación siempre se ha considerado voluntario. Sin embargo, la presión para que la descarguemos reemplaza la construcción de confianza que exige transparencia y educación para tomar esta decisión informada.
En el anexo técnico de la Resolución 1054/20 del 27 de junio, rectora de los protocolos mencionados, tanto en los apartes sobre operadores de los aeropuertos como en el que se refiere a aerolíneas y explotadores de aeronaves, se habla de RECOMENDAR la instalación y el uso de CoronApp_Colombia a su personal y a los pasajeros para que utilicen la función de reporte de síntomas. No hay una obligación, no hay una orden.
Recientemente sabemos que se tomaron unas medidas excepcionales para rutas especiales y aparecen en comunicados del Ministerio, pero no encontré las normas correspondientes. El comunicado relacionado con los vuelos a destinos en fase temprana de la pandemia afirma que “CoronApp es obligatoria por lo menos por parte de un miembro de la familia o grupo en donde deben registrar el viaje y presentarlo en el aeropuerto”, e indica que se debe contar con una prueba negativa del antígeno para COVID_19 tomado no antes de 48 horas del vuelo cuyo resultado será enviado a la aplicación. Hay otro comunicado previo del Ministerio sobre la reactivación de San Andrés en el que se afirma que será fundamental pedir acceso y registro a CoronApp para viajar, no habla de recomendación ni tampoco de obligatoriedad. Sin norma que podamos consultar, tenemos comunicados que no son claros sobre CoronApp_Colombia y que son la base de los artículos de medios como los de Semana o El Espectador.
El cubrimiento de medios sobre este tema es interesante y muy variado. Con frecuencia los medios han recogido lo que dicen los comunicados oficiales sin mayor cuestionamiento, haciendo eco al discurso oficial. Algunos, incluso, se saltan la sutileza predominante del lenguaje oficial ambiguo de los comunicados y directamente dicen que CoronApp_Colombia es obligatoria para todos los vuelos nacionales. Vean, por ejemplo, cómo lo reportan en Vanguardia o La República.
Pero no solo se trata de repetir los comunicados, un efecto similar pasa cuando algunos medios acuden a personalidades del sector para entender los protocolos. Estas personas también hablan de “obligación”. Lo vemos por ejemplo en Citytv en palabras del gerente de IATA, Andrés Uribe, o en el Canal Institucional en boca del director encargado de epidemiología y demografía del Ministerio de Salud, Julián Fernández. Es decir, al implementar las recomendaciones, CoronApp se tornará en obligatoria, tal y como sucedió con los protocolos para empleadores.
Ahora bien, si busco los reportajes de quienes acompañaron la experiencia de la primera jornada, no encuentro ninguna referencia al rol de esta aplicación. Pueden leer Dinero, El Espectador o France24 sobre la reactivación del sector. Creería uno que la tecnología que se asume como obligatoria aparecería en la experiencia de ese día, pero no, ninguno de estos medios la menciona, ni para bien ni para mal.
Todo esto, sin contar que al día de hoy la aplicación está desactualizada, por ejemplo en lo relacionado con el pasaporte siguen apareciendo 43 excepciones que eran las vigentes hasta la semana pasada. Como esto no tiene efectos —que sepamos— en la movilidad de las personas, no importaría, pero una aplicación oficial desactualizada que tiende a la obligatoriedad no es una buena señal. Y la cosa puede ser peor con el “DoradoPass”, la aplicación que Opaín alista para las personas que usen el aeropuerto El Dorado y que también será obligatoria por nuestro propio bien. ¿Quién da más?
Volviendo a CoronApp_Colombia, después de cinco meses la funcionalidad de seguimiento de síntomas sigue siendo la única que el gobierno usa públicamente. Es una funcionalidad oficialmente voluntaria, pero con una estrategia de comunicaciones que, en la práctica, presiona por la obligatoriedad a través de la implementación que de los protocolos hacen los actores privados y que en mi opinión debería ser más resistida por los medios para informar mejor.
Aceptar que se viaja sólo si se usa CoronApp significa olvidarnos del Estado de derecho que nos garantiza que nos rige el marco legal —incluso en emergencias— y desestima las recomendaciones internacionales que siempre han dicho que el uso de estas aplicaciones debe ser voluntario.
En todo caso seguimos sin respuestas a varias preguntas: ¿qué pasa con las personas que no tienen un celular en el que puedan instalar la aplicación?, ¿por qué el protocolo no tiene disposiciones que conecten el reporte de síntomas con las acciones por parte de las secretarías de salud? Les anticipo: en la estrategia epidemiológica la aplicación es voluntaria porque además conectarla con la estrategia de las secretarías de salud depende de la capacidad de cada una, así que ni siquiera es seguro que todas puedan usar la información que bota la aplicación. Si solo se usa para seguimiento de síntomas, ¿de qué sirven los permisos vinculados con rastreo de contactos y pasaporte de movilidad? Seguimos con las mismas preguntas de hace meses: ¿para qué sirve CoronApp?, ¿qué pruebas tiene el Gobierno de que es efectiva en lo que está buscando? Supongamos que lo saben: ¿a dónde están llegando los datos de las demás funcionalidades?, ¿qué se hace con eso?
A quienes viajaron estos días: ¿cómo les fue?, ¿les exigieron la aplicación? Me interesa mucho oír esas cosas.