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Entre el 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, tiene lugar la acción global de 16 días de activismo contra la violencia de género. Esta campaña busca visibilizar, sensibilizar y reclamar el fin de la violencia contra las mujeres, situación que se ha agravado y que exige más atención por la actual pandemia de COVID-19.
Desde principios de 2020, ya se empezaban a intuir algunos de los efectos globales y más permanentes de la pandemia. Al presentar su informe “Responsabilidad compartida, solidaridad mundial: responder ante las repercusiones socioeconómicas de la enfermedad por coronavirus de 2019”, el secretario general de las Naciones Unidas decía: “La crisis ha venido acompañada de un repunte de las denuncias de violencia doméstica, precisamente en un momento en que los servicios, como las fuerzas del orden, los servicios sanitarios y los albergues, se están desviando para hacer frente a la pandemia”. En la campaña de ONU Mujeres “La pandemia en la sombra: violencia contra las mujeres durante el confinamiento”, también encontramos datos y hechos que demuestran cómo la pandemia exacerbó esta violencia globalmente; al confinar a las personas en su casa, creció especialmente la violencia doméstica.
Desafortunadamente, Colombia no ha sido la excepción y la pandemia por COVID-19 ha tenido un impacto desproporcionado sobre las niñas y las mujeres. Además del incremento de la violencia doméstica, el número de feminicidios durante 2020 no puede pasar desapercibido. Para octubre, el Observatorio de Feminicidios de Colombia había documentado más de 500 casos, indicando que más de la mitad de estas mujeres murieron a manos de hombres armados.
Sobre otras dimensiones del problema, la organización Sisma Mujer también ofrecía en su boletín de finales de abril pasado datos y propuestas tempranas en torno a las profundas y crecientes transformaciones por medidas como la cuarentena. Recordó cómo son las mujeres las encargadas del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, y que estas actividades adquieren especial significado en esta época, planteando la necesidad de una nueva ética del cuidado que debe involucrar a los hombres si buscamos lograr cambios significativos. No menos importante, los informes del DANE sobre COVID-19 han servido también para evidenciar que en el país el empleo-desempleo no es neutral al género; de hecho, muestran que el efecto de la pandemia en nosotras ha sido mayor.
Los gobiernos, especialmente aquellos que ya tenían planes y programas diferenciales, han intentado mitigar los diferentes problemas, pero está claro que tendremos un retroceso grande en los logros previamente alcanzados para ir cerrando las brechas de género en donde, además, lo digital tiene su papel.
En un país con brechas digitales que tampoco son neutrales al género, podemos afirmar que las mujeres y las niñas no solo sufren más la desconexión, cuando acceden usan menos internet y tienen menos habilidades. Mención especial debe hacerse de la educación de las niñas —sobre todo las que habitan la ruralidad—, pues la diversidad de brechas digitales que sufren aportarán a mayores inequidades.
En un panorama tan pesimista, la campaña de los 16 días de activismo es más importante para animarnos a unir esfuerzos de modo que todas las organizaciones y las personas podamos contribuir a evitar las violencias de género. Hace cinco años Karisma, donde trabajo, lanzó por esta época una campaña que usa el humor para visibilizar, sensibilizar y reclamar la violencia en línea que sufren las mujeres: #AlertaMachitroll.
El machitroll es ese personaje que en sus expresiones en la red se caracteriza por utilizar estereotipos sexistas, agresiones sexuales, descalificación y amenazas contra las mujeres, y con ello contribuye a un entorno digital que es agresivo y violento para nosotras. En #AlertaMachitroll se construye un contradiscurso humorístico para evidenciar esas narrativas digitales negativas, las mismas que no pocas veces terminan silenciando las voces de las mujeres. El efecto es especialmente nocivo para las mujeres que se atreven a ocupar y hablar en espacios digitales
En 2020 #AlertaMachitroll trae una novedad, la invitación a los hombres a hacerse una autoevaluación con el Machitrómetro. Esta autoevaluación les permitirá identificar si tienen comportamientos de machitroll. Si la autoevaluación arroja resultados negativos, siempre podrán documentarse sobre cómo neutralizarlos con la ayuda del decálogo para el machitroll.
No importa lo que hagamos, la clave es la reflexión colectiva sobre la importancia de conseguir la equidad de género y garantizar los derechos humanos sin distinciones. Una forma de contribuir a detener la violencia contra las mujeres, que nos convoca a todos, es entender que en lo digital esta violencia puede ser sutil pero no menos alarmante. Esta violencia preocupa no solo porque silencia a las mujeres, como ya lo dije, sino porque amenaza el espacio público diverso y plural al que cada persona tiene derecho. Queremos que todos puedan dar su opinión y por eso cada voz sacrificada nos afecta.
Todavía quedan 10 días para involucrarnos y visibilizar, sensibilizar y reclamar que se detenga la violencia contra las mujeres.