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En solo unos meses de pandemia, Tik Tok se convirtió en la segunda aplicación más descargada en el mundo, justo después de Facebook, y también en la protagonista mundial de tensiones políticas y comerciales que vale la pena examinar.
Lo primero que debemos saber es que Tik Tok es la primera aplicación que no es de EE. UU. que logra competir mundialmente con las redes sociales gringas dominantes. Esta aplicación de videos cortos de 15 segundos se convirtió en un éxito entre la población de adolescentes y jóvenes adultos durante la pandemia.
Pero Tik Tok es China y eso importa. Carga con el peso de la sospecha —fundada— que recae sobre toda tecnología de esa procedencia. Se la acusa de servir a los intereses chinos extrayendo datos para la vigilancia. Poco importan los esfuerzos que haga la aplicación para crear una estructura de red social responsable bajo estándares occidentales. Tik Tok es propiedad de ByteDance, la dirige un ex ejecutivo de Disney que niega que entreguen al gobierno chino datos personales de quienes usan la aplicación, explica que sus servidores no están en ese país y habla incluso de trasladar el domicilio a Estados Unidos. Adicionalmente, ByteDance es también la dueña de Duoyin, una aplicación que es el espejo de Tik Tok pero para el mercado chino. Es decir, Duoyin es la que responde a las exigencias de vigilancia a su población que tiene el gobierno de ese país.
Esa desconfianza termina justificando medidas de veto que le impiden operar en algunos países. En abril, en medio de las tensiones en la frontera con China, India bloqueó decenas de aplicaciones de esa procedencia -entre ellas Tik Tok-. Alegó razones de seguridad nacional y así cerró el mercado más importante para esta aplicación. Paralelamente, también basados en esa desconfianza, en EEUU el ejército la prohibió a los soldados en los equipos de su propiedad y, hace poco, el gobierno federal estudiaba una prohibición general al estilo de India. Pero no es lo único, Tik Tok tiene otros frentes abiertos.
Dado que su audiencia es sobre todo menores de edad, esta aplicación está bajo la mira de las autoridades de protección de datos. En 2019, después de una investigación de este tipo, la Federal Trade Commission (FTC, autoridad gringa), llegó a un acuerdo con Tik Tok que no parece evitar que hoy exista una nueva investigación allí. Recientemente, Gran Bretaña también anunció una investigación a Tik Tok. Incluso la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) colombiana sorpresivamente hizo lo mismo en mayo. La autoridad británica dice que revisará la transparencia de la herramienta para los más jóvenes, analizará el sistema de mensajes -que es demasiado abierto- y evaluará el tipo de videos que circulan.
En medio de esta situación Tik Tok se retiró hace una semana de Hong Kong. Es decir, la aplicación dejó de estar disponible en las tiendas de Google y Apple de esa ciudad, no por una prohibición estatal, sino porque la aplicación enfrenta así las consecuencias que tendría la nueva ley de seguridad nacional para la libertad de expresión. En 2019, los habitantes de Hong Kong protagonizaron masivas y creativas protestas resistiendo especialmente el marco jurídico de censura y vigilancia que anunciaba China para la ciudad y que finalmente entró en vigencia el 1 de julio. Las nuevas normas otorgan amplios poderes al gobierno para aplastar protestas e incluyen capacidades para bloquear contenidos, buscar dispositivos, solicitar datos personales e interceptar comunicaciones sin supervisión judicial independiente, todo bajo la amenaza de penas de prisión.
¿Acaso con este gesto Tik Tok se convierte en la gran defensora de la libertad de expresión de Hong Kong? Pues no necesariamente. Sí, fue más allá de la posición que los gigantes de la tecnología, como Google, Twitter o Facebook, habían tomado al conocer la ley. Mientras esas empresas anunciaron que suspendían el cumplimiento de las órdenes de censura y entrega de información de datos personales al gobierno, en tanto evaluaban las consecuencias, Tik Tok decidió irse. Aunque esto reafirma el compromiso de Tik Tok de no entregar datos personales al gobierno chino -si se queda le va a ser difícil mantener su palabra-, también es cierto que su mercado en la ciudad era mínimo especialmente comparado con el de las otras redes sociales. Pero, además podemos decir que para eso existe Duoyin, la que ya cumple con las exigencias del gobierno chino. Las personas en Hong Kong se quedan sin opciones para su privacidad.
Entonces, ¿hay que desinstalar Tik Tok? Tenga presente que como cualquier aplicación los riesgos de que haya vulnerabilidades existen y, como en toda aplicación famosa, el apetito por explotarlas es grande. No hay aplicación cien por cien segura. De otra parte, los expertos han indicado que el nivel de acceso a datos que tiene Tik Tok no es peor al de Facebook. Por tanto, aunque con mayor o menor éxito, vamos aprendiendo a manejar el riesgo individual, el problema realmente es que las grandes aplicaciones consiguen recoger tantos datos de las personas que juntos permiten un perfilamiento y manipulación de las sociedades que no es despreciable (recuerden Cambridge Analytica y su uso en propaganda electoral) y que da mucha información sobre nosotros y sobre nuestras sociedades a quien accede a esos datos. En cuanto a los menores, siempre es bueno recordar que las personas adultas debemos acompañar el uso de la tecnología, analizar el riesgo y entender las herramientas para ayudar a los más pequeños a decidir su uso y la forma como lo hagan.
Todavía no sabemos qué significa todo esto, aún así, definitivamente decir que el peligro existe porque TikTok proviene de China es una posición reduccionista. No solo significa que tenemos puntos ciegos sino que además, no queremos enfrentarlos. Por ejemplo, Snowden mostró que EEUU juega con la vigilancia a su manera.
Preguntas: ¿Cómo jugará sus cartas la SIC en su investigación? Porque sin duda acá hay un tema geopolítico y, ¿por qué investigar ésta aplicación y no las soluciones tecnológicas de nuestros gobiernos? Pues están inspiradas en ese modelo chino de recopilación intensiva de datos de las personas, en eso que es lo que genera desconfianza.