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“El hecho de que Google copiara la API (de Oracle) para reimplementar una interfaz de usuario, tomando sólo lo necesario para que los usuarios pudieran poner en práctica sus talentos acumulados en un programa nuevo y transformador, constituyó un uso justo de ese material”, dijo la Corte Suprema de Estados Unidos al fallar un pleito de una década, que determinará la forma como el derecho de autor se aplique para el desarrollo de software.
En 2012, Oracle y Google iniciaron una disputa legal por el uso que hizo Google de las API de Java en Android. Para desarrollar el sistema operativo de celulares Android, los programadores de Google crearon millones de líneas de código nuevas, pero parte de ese desarrollo usó 11.300 líneas de código de la plataforma Java, que es propiedad de Oracle. El código en disputa era una API de Oracle. Una API es un conjunto de funciones y especificaciones que las aplicaciones y los programas usan para comunicarse entre sí. Las API facilitan usar funciones ya existentes en otros programas e invocar estas funciones cuando se necesiten sin que los desarrolladores deban volver a inventar la rueda cada vez.
Para Google, su acción no violaba el derecho de autor, primero, porque el código de Java no era creativo, era solo funcional -no se podía escribir de otra forma lo que Java hizo-. Es decir, alegaba que una API no se protege. Posteriormente indicó que, en todo caso, se trataba de un “fair use” o uso justo. Su intención al copiar parte del código era aprovechar el conocimiento de la comunidad de desarrolladores de Java y proporcionar así un escenario familiar que facilitaba y aceleraba el desarrollo de su nueva herramienta.
En 2021 seis magistrados le dieron la razón a Google, mientras dos se apartaron de la decisión que revocó la sentencia que en 2018 había fallado a favor de Oracle. En la sentencia la Corte decidió no meterse en la discusión de si una API está o no protegida por el derecho de autor, dijo que para propósitos de su argumento, incluso si estuviera protegida no habría una violación. Sí, Google copió código de Oracle, pero lo hizo en una pequeña proporción (11.300 líneas de código de millones que tiene el API de Oracle) y de no ser permitido esto, tendría graves efectos.
De diferentes análisis que se han hecho a esta decisión una de las partes más citadas del fallo es aquella en la que el magistrado ponente indica los problemas de proteger con copyright al teclado que usamos todos los días (llamado QWERTY) pues “si dejamos que alguien tuviera el copyright sobre eso, controlaría todas las máquinas de escribir, y ese no es el objetivo del copyright”.
Seguramente eso fue lo que Microsoft consiguió explicar a los jueces en este caso. El texto de apoyo a Google que esa empresa hizo llegar a la Corte en 2020, citado en su fallo, es no solo un sorprendente elogio al software libre -por quien fuera su más férrea contradictora- sino que apoya con evidencias y gran elocuencia la necesidad de ver este caso desde el Uso Justo. “A diferencia de una novela, el software hoy típicamente no lo produce un solo autor. Cada vez ‘más y más el software se desarrolla colaborativamente’... ahora los proyectos de “innovación abierta colaborativa,” incluyendo los modelos de código abierto, son una importante fuente de innovación en productos, procesos y servicios...”, tendencia en auge. Habla además de la necesidad de conservar un ecosistema informático de “interoperabilidad sin fisuras entre plataformas de software y dispositivos de hardware” para que los desarrolladores compartan, modifiquen y mejoren el código desarrollado previamente y creen nuevos productos y funcionalidades.
El riesgo de que la Corte hubiera decidido a favor de Oracle era que otorgar a un API una fuerte protección de derecho de autor hace que los titulares puedan encerrar a las personas en estándares propietarios. Esto evita la competencia y complica la interoperabilidad lo que afecta a nuevos actores económicos y a las personas usuarias de estos productos, pero también a quienes desarrollan software que no pueden usar sus habilidades sino en determinados ambientes. Es decir, la Corte justifica la copia de Google no solo porque es una fracción sino porque el propósito era innovador, le permitió a Google entrar en otro mercado (el de celulares) donde además Oracle no tenía presencia y eso beneficia al ecosistema.
Oracle sostiene que la decisión le ha entregado un mayor poder a quien ya tiene posición dominante. Las discusiones en Estados Unidos sobre cómo se aplicará esta norma a futuro apenas comienzan, pero muestran que el dinamismo y desarrollo de la sociedad digital exige mecanismos más ágiles y sistemas más balanceados de propiedad intelectual.
El portal de tecnología ArsTechnica sostiene que si Oracle hubiese ganado, pasaría con las API lo mismo que con las patentes en los últimos 20 años; florecerían los trolls -personas que se dedican a perseguir y a amenazar con acciones legales cualquier uso que se hace de una patente o una fracción de la misma-. Eso me hizo pensar, será mucho pedir que, visto lo visto, soñemos con que este tipo de razonamientos jurídicos se extiendan a las patentes y en general a las protecciones que existen para tratamientos, metodologías e investigación en salud: hablar más de interoperabilidad y cooperación que elimine barreras y dependencias para enfrentar una pandemia. Lo malo es que esa discusión no puede tomarse una década.