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Voto electrónico en Argentina, ¡un fiasco!

Carolina Botero Cabrera
26 de agosto de 2023 - 02:00 a. m.

Hace unos días Buenos Aires usó voto electrónico en la primera vuelta de los comicios para elegir alcalde. Los problemas con el proceso llevaron a que desde el poder judicial se tomen medidas para evitar este sistema en la segunda vuelta de octubre. Una vez más se muestra que las elecciones dependen de la confianza del electorado, y que la opacidad que imprime la tecnología al proceso no permiten afirmar que a mayor tecnología más confianza.

El 13 de agosto se llevó a cabo la primera vuelta electoral en Argentina. En Buenos Aires hubo elecciones primarias para elegir los candidatos tanto para presidente como para alcalde de la ciudad. Mientras que para presidente se usó voto manual -como en el resto del país-, para las elecciones de la alcaldía se emplearon máquinas de voto electrónico y la cosa se complicó.

En un proceso licitatorio de un solo proponente, el contrato por algo más de 29 millones de dólares lo obtuvo Magic Software Argentina (MSA) que fue la elegida para adelantar las tres posibles jornadas electorales. Esta empresa ha proveído sistemas similares en Argentina -incluso a la propia ciudad de Buenos Aires en 2015- y en el exterior -como en las últimas elecciones de Paraguay- y ya en otros casos recibió cuestionamientos.

Durante las pruebas de las máquinas -que en Colombia llamaríamos simulacros-, realizadas con la presencia de una treintena de personas observadoras antes de las elecciones, se advirtieron algunas fallas: hubo quienes indicaron que algunas imprimieron el sufragio de Paraguay y no el de Buenos Aires. La Fundación Vía Libre interpuso una medida cautelar para evitar el uso de las máquinas y una jueza, con funciones electorales, María Servini, encontró fallos en algunos de los DVD de los kits que se usarían en las máquinas para el voto electrónico. Aún así se siguió con el plan y se usaron las máquinas.

El 13 de agosto los medios reportaron los problemas durante la jornada y hablaron extensamente del rol de la jueza Servini que -ya prevenida por sus evaluaciones previas- denunció múltiples problemas durante la jornada. Servini señaló que “en algunos locales las máquinas en cuestión llegaron recién en horas de la noche … en otros nunca llegaron o estaban ubicadas de manera incorrecta; en otros no habían sido conectadas ni probadas; en muchos locales no estaban los kit de instalación; algunas de ellas directamente no funcionaban”.

Servini habló de improvisación y ordenó ampliar el horario en varias mesas de la capital. La jueza dijo que los problemas del sistema afectaron al 30 % de las máquinas. La empresa por su parte lo defendió -con argumentos que el gobierno de la ciudad repitió-. afirmando que la culpa no fue de las máquinas pues sólo hubo problemas en un 2 % de ellas que fueron reparadas o reemplazadas durante los comicios. Para MSA los problemas no eran su responsabilidad, se debieron a la coordinación entre los diferentes organismos electorales.

Después de varios días de polémica, la jueza Servini dejó sin efectos el acuerdo con la ciudad de Buenos Aires para usar estas máquinas y conminó a la ciudad a “reconsiderar su ingeniería electoral, dejando de lado las cuestiones políticas, y diseñando un sistema pensado en facilitar a las personas el ejercicio del derecho al sufragio y así conseguirán, seguramente, una opción que funcione”. El superior confirmó su decisión y el gobierno de la ciudad reconoció los problemas e indicó que trabajan para ofrecer el nuevo sistema en octubre. Mientras tanto los activistas que han criticado el voto electrónico se preguntan si MSA devolverá el dinero recibido.

Hablemos del rol del voto electrónico en las narrativas de fraude electoral en la región. En Mercenarios Digitales, la reciente investigación de la CLIP con varios otros medios, se describen varios ejemplos de lo que llaman “la narrativa del fraude electoral”. Por ejemplo, presentan el caso del asesor político Fernando Cerimedo, que pocos días después de las elecciones en Brasil, cuando perdió Bolsonaro, presentó y movió un informe muy elaborado que supuestamente probaba el fraude que había perjudicado a su candidato. Si bien el Tribunal demostró que hubo auditorías y no hubo fraude, se pudo probar que era un informe falso y, sin embargo, el poco tiempo en el que el mensaje estuvo al aire contribuyó a minar la confianza en las elecciones e impulsó el intento de golpe que hubo en ese país.

Esa narrativa del fraude electoral es compleja, se basa en una posibilidad cierta, en un temor enraizado y aprovecha la desconfianza en el proceso electoral. La narrativa se usa como una carta entre determinados candidatos, que cuando su candidatura pierde en las urnas la sacan y reclaman incluso cuando no tienen fundamentos para afirmarlo. Esta estrategia se alimenta, como se demostró en las elecciones brasileñas, fácilmente de un sistema que es opaco como el del voto electrónico, porque esa opacidad compra tiempo para que el cuento del fraude se extienda. Clip explica que esta estrategia no necesariamente busca revertir el resultado, pero sí capitalizar el descrédito de nuestros sistemas electorales para posicionar determinadas ideas políticas.

En Colombia el temor a un fraude electoral también estuvo presente en las elecciones de 2022. Ahora bien, a pesar de la complejidad del proceso electoral, dado que las elecciones siguen siendo manuales, fue posible ver lo que pasaba y como todo el proceso está registrado para el futuro -queda rastro- es posible ir explicando y comprendiendo lo que sucede sin necesidad de tener perfiles muy especializados frente a la observación electoral. De hecho, lo que sucedió acabó con el unanimismo de todo el espectro político en torno al voto electrónico pues fue una comprobación en vivo y en directo de que el voto manual es el que garantiza la posibilidad del control ciudadano y permitió que se moderara la versión de voto electrónico que tendremos.

Entonces en Brasil la narrativa del fraude -aupada por la opacidad de las máquinas- se puso en marcha, se usó y afectó la democracia, En Argentina una juez tuvo que emplearse a fondo para tapar posibles goles frente a cuestionamientos por las máquinas. En Colombia, cuando la tecnología todavía no lo oculta todo, la narrativa no pasó del temor, no tuvo fuerza teorías muy absurdas o difíciles de desmentir.

Por eso es tan importante la decisión que tomó el Tribunal Alemán en 2009 cuando declaró inconstitucional el reglamento federal sobre máquinas de votación electrónica y detuvo su implementación por no ser transparente ni público, porque con él es imposible para la ciudadanía hacer un control directo sobre las elecciones. Así de fácil, los alemanes se ahorran buena parte del combustible de la narrativa del fraude electoral y también una millonada. En Colombia pronto veremos cuáles son los controles que la Corte Constitucional impondrá cuando analice el voto electrónico del futuro código electoral.

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usucapion1000(15667)27 de agosto de 2023 - 05:37 a. m.
En las elecciones de Colombia el fraude está a la orden del día y de formas muy diversas pero ciertamente la manualidad permite un relativo control ciudadano. Confiemos en que la Corte Constitucional, al estudiar en el nuevo código electoral el sistema electrónico, tenga presente que estamos en LOCOMBIA Y NO EN SUECIA. Sería un error tan deplorable como autorizarle el voto a las FF.AA y de policía. Qué miedo...
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