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Como arquitecto y amante de nuestra ciudad y de nuestro patrimonio, leí con interés la carta que les dirigiera el señor ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes. Celebro con entusiasmo la decisión del señor ministro y su equipo técnico de defender y continuar con el proceso de recuperación del conjunto, incluida la restauración de Torre Central que algunos grupos políticos promueven demoler, con dos argumentos principales: uno es que prospere una demanda en curso por parte de un contratista, la constructora Copasa, que tiene demandado al distrito ante un tribunal de arbitramento internacional por haberle entregado un contrato que considera no era viable. Se habían quejado en al menos tres oportunidades porque para poder ejecutar el contrato y demoler la Torre Central del hospital debían contar con un permiso del Ministerio de Cultura que, hasta la fecha, nunca fue concedido por considerarse un bien de interés patrimonial, que por el contrario está en via de recuperación. Queda claro que quienes hoy promueven la demolición lo hacen además con un interés personal, pues la demanda los afectaría directamente.
El otro es que la altura de los interiores del edificio, de 3 m, no se ajusta a las nuevas tecnologías hospitalarias. Argumento superado, toda vez que en otros hospitales de la ciudad con determinantes patrimoniales ya se han hecho estas adecuaciones respetando su arquitectura y, en lo que tiene que ver con el cumplimiento del Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) con que cuenta el conjunto, de eso no se habla. Más que eso, están las invaluables características arquitectónicas del inmueble, diseñado por una de las firmas de arquitectura más representativas de nuestro siglo XX -Cuellar, Serrano, Gómez-, que ha sido objeto de estudio en tesis de maestría en arquitectura, amén de lo que éste representa para la construcción de historia y sociedad.
El as bajo la manga que creen tener quienes promueven su demolición es que es un Bien de Interés Cultural (BIC) nivel 3 y esto mal, muy mal leído, permitiría su demolición; la norma (Decreto 2358 del 2019) dice sobre un BIC nivel 3: cuentan aún características representativas que contribuyen a la consolidación de la unidad de paisaje, del contexto rural o urbano o de un conjunto arquitectónico, que han perdido la legibilidad de su distribución arquitectónica pero que mantienen elementos compositivos del volumen, por lo que se requiere conservar su implantación predial, disposición de accesos, elementos de fachadas y geometría de cubierta, así como otros elementos de valor patrimonial que aún formen parte del edificio… Los anteriores elementos deben ser originales. Se permite la intervención de los espacios internos del inmueble, siempre y cuando se mantenga la volumetría del cuerpo principal, cuerpos de fachada o su autenticidad material.
Es el caso de la Torre Central del San Juan de Dios. ¿Quién lo duda? Cuando se habla de demolición parcial, jamás se referirá a todo el edificio; se trata de elementos al interior del inmueble que, en razón de la adecuación a nuevas funciones o su estabilidad, sea necesario modificar.
Adelante, señor ministro.
Esperamos con ansiedad la recuperación de este otrora bello e importante sector de la ciudad, son cerca de 13 hectáreas de las cuales el 74 % hoy están libres y, según el PEMP que la carta del señor ministro me puso a estudiar, se puede ocupar el 20 % de ésta, lo que permitiría construir el hospital más moderno posible respetando el entorno por supuesto.
Enrique Uribe Botero.
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