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Banrep: ¡Grito de interdependencia!

Cartas de los lectores
03 de octubre de 2024 - 05:00 a. m.

Su editorial “La independencia del Banco de la República es un activo valioso” ignora que Colombia urge un “Grito de interdependencia”. Verbigracia, a diferencia de su par estadounidense, no estimula el pleno empleo.

Además, padece dependencia, homofilia o totalitarismo neoliberal. La reelección de su gerente y los miembros de su junta es tan imprudente como la de cualquier alto cargo del Estado. Institucionalmente, la ecuación keynesiana está descompensada, pues la DIAN no tiene idéntico estatus, ni flexibilidad mensual para incorporar ajustes, y los tecnócratas del Banrep invaden los sesgados debates sobre el fisco.

Oportunistas, los desequilibrios y choques de trenes persisten a pesar de 1810, el Frente Nacional y la Constituyente de 1991. Nuestra República siempre estuvo sometida al caudillismo, la colusión o la codependencia, y por eso ilusiona una emergente coincidencia entre libertarios y progresistas, contra la dictadura de la Banca Central.

La semana del pasado 20 de julio, McCloskey pontificó sobre su eliminación; Trump declaró que la Fed no agregaba valor ni sinergia estatal, y Petro acusó al BanRep de no liquidar la tasa «del» cambio, pues abusa de la ausencia de contrapesos para su desnaturalizada independencia.

Tras patrocinar los escandalosos márgenes de utilidad del sector financiero, durante la pandemia demostró sevicia contra los colombianos corrientes, inflando intereses y negando apalancamiento en condiciones de salvamento-fomento, a las empresas que generan empleo.

Ahora, su irracional gerente desestima la liberación de recursos para la reparación integral, aunque nuestro Estado, en default social y ambiental, siempre estuvo sobregirado y defraudó sus obligaciones ante el pueblo. Para ese ortodoxo, “es más fácil imaginar el fin del mundo que el del capitalismo” (Fisher, 2009); carente de humanismo, sigue imponiendo restricciones que refuerzan la disfuncionalidad nacional.

Aunque ostenta rango constitucional, esa entidad carece de sabiduría e ignora la innovación centrada en el ciudadano y la economía real. Además, mientras siga operando cual rueda suelta, abogando por el autoritarismo neoliberal y las incontables ficciones fiduciarias, jamás conciliaremos las necesidades sistémicas de nuestra República, porque, sumándose a la descarada corrupción y las antitécnicas reformas tributarias, las necias decisiones de política monetaria afectan al erario, refuerzan la trampa del crecimiento mediocre y entorpecen la justicia redistributiva.

Para pacificar la economía, la paloma debe tomar posesión del BanRep, reemplazando a quienes trastornaron nuestra Libertad y soberanía: el halcón de rapiña y el buitre carroñero, cuyas lógicas medievales nos encadenaron al anatema o los jinetes de la policrisis -tributaria, monetaria, arancelaria y salarial-, que ninguna comisión de expertos supo exorcizar.

Viciada, la Corte debería cesar su complicidad en el sabotaje a la corrección socioeconómica. En lugar de rebuscar excusas aparentemente supraconstitucionales, como la regla fiscal y el antidemocrático oscurantismo, demande abolir la esclavitud que producen la reserva tributaria y la usura legalizada, pues avalan la concentración y el solapamiento del poder económico, penalizando el ahorro, desincentivando la inversión o promoviendo la especulación.

Egmont también exige independencia para las unidades de inteligencia financiera: garantía de secretismo e impunidad para los infernales paraísos.

Germán Eduardo Vargas

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